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Un semanario socialista publicado en defensa de los intereses del pueblo trabajador

Vol. 70/No. 4023 de octubre de 2006
 

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¡Manos EE.UU. fuera de Corea!
¡No a sanciones, actos de piratería!
¡Retirar todas las tropas y armas EE.UU.!
(articulo principal)
 
Reuters/Lee Jin-Man
Aviones F-18 Super Hornet en el portaaviones USS Abraham Lincoln el 30 de marzo durante ejercicios militares estadounidenses en aguas de Corea del sur cerca de Ulsan.

La siguiente declaración del Comité Nacional del Partido Socialista de los Trabajadores fue emitida el 11 de octubre por Jack Barnes, secretario nacional del partido.

El Partido Socialista de los Trabajadores hace un llamado al pueblo trabajador en Estados Unidos y a través del mundo a oponerse a las muy aceleradas amenazas contra Corea del norte por parte de los gobernantes norteamericanos y su “coalición de los dispuestos”: coalición que se extiende desde Tokio, Seúl y Beijing hasta Moscú y capitales por toda Europa. El gobierno norteamericano y sus aliados ya están intensificando sus sanciones contra Corea del norte y asfixiando su acceso a créditos divisas. Están presionando al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para que legitimar las acciones de abordar embarcaciones norcoreanas para “inspeccionarlas” e “interceptar” sus bienes importados y exportados, y sentar las bases para acciones militares.

Declaración del Comité
Nacional del Partido Socialista
de los Trabajadores

Con unas 10 mil ojivas en su arsenal nuclear y buques de guerra dotados de armas nucleares en el Pacífico, es Washington quien representa el peligro de aniquilación nuclear para los pueblos de Asia y del mundo. Es el gobierno norteamericano, y no la República Popular Democrática de Corea (RPDC) quien ha iniciado ya el quinto año de guerra en Afganistán y se acerca a su cuarto año de combate en Iraq.

Y son Washington y sus aliados los que, durante el último lustro, con la Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación (PSI) dirigida por el gobierno norteamericano, han impuesto su “derecho” de abordar barcos y confiscar cargamento —de realizar actos de piratería en altamar— contra todo país que los imperialistas cataloguen como “nación forajida”. La demanda de Washington de “inspeccionar” los cargamentos que entren o salgan de Corea del norte —en la práctica un bloque naval, acto bélico según cualquier norma— incrementa el peligro de que también se efectúen ataques militares terrestres contra la RPDC.

Es bajo esta misma bandera de “no proliferación nuclear” que Washington se suma a sus aliados en Europa y Asia para tratar de impedir que los países semicoloniales desarrollen las fuentes energéticas que necesitan para ampliar el acceso a la electricidad a fin de desarrollar la industria moderna, la agricultura, la educación y la cultura. Las grandes potencias capitalistas insisten arrogantemente en que ellos, y solo ellos, decidirán qué gobiernos pueden o no pueden desarrollar la energía nuclear en gran escala sin tener que depender de otras naciones para obtener el combustible nuclear. Hoy día Corea está en la mira de los imperialistas. Mañana será Irán. Al día siguiente serán otros.

En agosto de 1945 Washington resaltó su nueva posición como potencia imperialista dominante desatando armas nucleares —por primera vez y, hasta la fecha, por única vez en la historia— contra el pueblo japonés. Unas semanas después, y con la complicidad del régimen estalinista en Moscú y el apoyo de partidos estalinistas por todo el mundo, los gobernantes norteamericanos, con un descarado desprecio hacia la soberanía nacional de Corea, dividieron al país en dos. En el norte, los trabajadores y campesinos profundizaron las movilizaciones revolucionarias que se habían propagado por toda la península al final de la Segunda Guerra Mundial; así realizaron una reforma agraria radical, expropiaron a los capitalistas y latifundistas y crearon un estado obrero.

En 1950 Washington invadió Corea del norte bajo la bandera de la ONU en un intento de destruir la RPDC y asestar golpes contra la revolución que se desarrollaba en China. El gobierno norteamericano no solo amenazó con usar armas nucleares durante la guerra de Corea, sino que arrasó —literalmente arrasó— el norte y lo incendió con bombardeos. Sin embargo, ya para 1953 los invasores dirigidos por Washington habían sido repelidos hasta el paralelo 38 por las fuerzas combinadas de soldados coreanos y chinos, propinándole al imperialismo norteamericano la primera derrota militar en su historia.

Desde entonces Washington ha desplegado decenas de miles de tropas y armamentos en Corea del sur. Ha efectuado “ejercicios bélicos” anuales con el régimen capitalista en Seúl. Ha impuesto el aislamiento imperialista a la RPDC. Ha impuesto sanciones económicas y monetarias —las armas inhumanas de alimentos, combustible y energéticos— para someter por el hambre y el frío al pueblo trabajador en el norte. Y ha estimulado el rearme estratégico de Japón.

Todas estas y otras medidas son un recordatorio constante de las incesantes amenazas del capital financiero norteamericano contra los trabajadores y agricultores coreanos en ambas partes de este país dividido. Hasta el día de hoy, Washington mantiene un masivo arsenal convencional y de armas nucleares estratégicas en la región de la península coreana.  
 
Moscú y Beijing
Ante esta división forzosa de Corea por el imperialismo y sus implacables presiones económicas y militares, la RPDC ha afirmado su derecho de tomar las medidas militares que cree necesarias para defenderse. El objetivo de Washington, Tokio y Seúl en las llamadas "negociaciones" de los últimos años entre seis gobiernos ha sido de hacer sentir el peso de Moscú y especialmente de Beijing, las principales fuentes de comercio y ayuda económica de la RPDC, para obligar a Pyongyang a que abandone unilateralmente sus actividades de investigación, enriquecimiento y pruebas mientras se mantiene intacto el arsenal atómico de Washington, el más grande del mundo. Y mientras se extienden a nivel mundial los proyectos de electricidad generada a base de energía nuclear, desde Japón e India hasta Finlandia, Rusia y Estados Unidos.

En respuesta al anuncio del 8 de octubre de la RPDC de que había realizado una prueba de armas nucleares, el embajador del gobierno chino ante Naciones Unidas coincidió en que "deben haber acciones punitivas" contra Corea del norte. Tanto Beijing como Moscú ya han dejado claro que apoyarán medidas más severas. Pero todavía queda por verse si esta traición alcanzará el extremo de someterse a la demanda de Washington: de que dicho castigo contra el pueblo coreano también se aplique bajo el Capítulo VII de la Carta de la ONU, la cual permite que sanciones obligatorias sean impuestas “legalmente” por tropas organizadas por los imperialistas bajo la bandera de Naciones Unidas. (Son las mismas banderas azules que por más de medio siglo las han izado las fuerzas imperialistas de ocupación en Corea del sur y la Zona Desmilitarizada, DMZ.)  
 
Cuestión de soberanía
Como cuestión elemental de soberanía nacional, el pueblo trabajador en Estados Unidos y en otros países tiene un interés de clase fundamental de apoyar el derecho de la RPDC a la autodefensa. A la vez, el Partido Socialista de los Trabajadores se solidariza con los repetidos llamados a favor de la desnuclearización de la península de Corea, y de todo el Pacifico y Asia. Exigimos el retiro inmediato de todas las tropas y armamentos norteamericanos del territorio y de las aguas de Corea y que se anulen todas las sanciones económicas.

Los gobernantes imperialistas atacan con saña especial a quienes rehúsan someterse a sus dictámenes. Así como jamás podrán olvidar o perdonar la derrota que le asestó el pueblo coreano hace más de medio siglo, tampoco han perdonado a los trabajadores y campesinos de Cuba por haber hecho la primera revolución socialista en las Américas.

El pueblo cubano y su dirección comunista siguen representando un ejemplo de internacionalismo revolucionario para los trabajadores de todo el mundo al vincular la defensa de su propia soberanía y las conquistas socialistas en su país al avance de las luchas populares en otros países. Como lo explicó el presidente cubano Fidel Castro en un discurso en diciembre de 1988 donde rindió honor a los voluntarios internacionalistas cubanos que se habían sumado a los combatientes angolanos para derrotar las fuerzas invasoras sudafricanas, "Quien no sea capaz de luchar por otros no será nunca suficientemente capaz de luchar por sí mismo. Y el heroísmo demostrado por nuestras fuerzas, por nuestro pueblo en otras tierras, tierras lejanas, ha de servir también para hacerle conocer a los imperialistas lo que les espera si un día nos obligan a luchar en esta tierra”.

En un discurso más reciente, en noviembre de 2005, Fidel Castro explicó por qué Cuba depende de la preparación armada y conciencia política del pueblo trabajador cubano para su defensa revolucionaria, y no de las armas químicas, biológicas o nucleares. "Nosotros nunca nos hemos planteado la cuestión de la fabricación de armas nucleares, porque no las necesitamos", explicó el presidente cubano. "¿Y si fueran accesibles, cuánto costaría producirlas y qué hacemos con producir un arma nuclear frente a un enemigo que tiene miles de armas nucleares?…

"Nosotros poseemos otro tipo de armas nucleares, son nuestras ideas", dijo Castro: las ideas revolucionarias y el ejemplo vivo de Cuba. "Nosotros poseemos armas del poder de las nucleares. Es la magnitud de la justicia por la cual luchamos.… Por eso nunca se nos ha ocurrido fabricarlas, ni se nos ha ocurrido buscar armas biológicas, ¿para qué?”

El gobierno cubano ha asumido la ventaja política proletaria, y por lo tanto la ventaja moral, frente a las rapaces familias gobernantes de Estados Unidos. Ha reivindicado un Caribe desnuclearizado, exponiendo la realidad de que es el imperialismo estadounidense el que representa un peligro para los pueblos de América y para toda la humanidad.

Al igual que la incesante guerra económica y las presiones militares bipartidistas de Washington contra Cuba, y sus crecientes amenazas contra Irán, las actuales amenazas intensificadas de los partidos imperialistas contra la RPDC son uno de los frentes en lo que los gobernantes estadounidenses llaman una "guerra larga". Este conflicto, de décadas de duración, solo recién ha empezado con su sangrienta agresión contra Iraq y Afganistán, y su abierto apoyo a la guerra de Tel Aviv contra Líbano.

En 1950 el secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores, James P. Cannon, envió una carta abierta al presidente demócrata de Estados Unidos, Harry Truman, en la cual condenó el ataque brutal de Washington contra la lucha del pueblo coreano por la soberanía y unificación nacional. Los miembros del PST en ese entonces —en fábricas, esquinas callejeras, escuelas secundarias, recintos universitarios y distritos obreros por todo el país, reivindicaron la demanda: "Retirar todas las tropas norteamericanas para que el pueblo coreano pueda decidir con plena libertad su propio destino a su manera".

A esa demanda, hoy agregamos: ¡No a las sanciones! ¡No a la piratería contra embarcaciones de Corea del norte! ¡Retirar todos los armamentos norteamericanos de la Península de Corea! Desnuclearizar el Pacifico y Asia!

¡Corea es una sola!
 
 
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