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¡Sindicalicemos las minas! ¡Fortalezcamos el UMWA!
¡No tiene que morir un solo minero! Obreros precisan sindicato para velar por la seguridad
 
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Un semanario socialista publicado en defensa de los intereses del puebo trabajador
Vol. 70/No. 56 de febrero de 2006

 
¡Sindicalicemos las minas!
¡Fortalezcamos el UMWA!
¡No tiene que morir un solo minero!
Obreros precisan sindicato para velar por la seguridad
(Portada/Editorial)
 
AP/Jeff Gentner (arriba); Jerry Fekete (derecha)
Cinta transporta carbón a la planta hullera Rum Creek (arriba), la separadora de carbón en la mina Alma 1 en Melville, Virginia del Oeste. Dos mineros murieron al coger fuego una cinta transportadora el 19 de enero. El minero de la Alma, Billy Mayhorn (derecha), uno de los 19 que escaparon al incendio abraza a su esposa Sharon, tras salir de la mina. La mina Alma pertenece a la Massey Energy, la cuarta hullera más grande de Estados Unidos. Recibió 200 infracciones por violaciones a la seguridad en 2004-05 por la MSHA.

Hay una sola herramienta eficaz que pueden utilizar los mineros del carbón para garantizar la seguridad en las minas: un local del sindicato minero UMWA en todas y cada una de las minas. Por eso el Militante hace un llamado a los trabajadores, agricultores y otros a apoyar los esfuerzos de sindicalización realizados por los mineros del carbón en Estados Unidos y Canadá.

“Pertenecer al UMWA es muy importante” dice Derek Bragg, un entibador en la mina Robinson Run en Virginia del Oeste. Esa es la mina sindicalizada más cercana a la operación no sindicalizada de la Sago donde murieron 12 mineros tras quedar atrapados por casi dos días luego de una explosión el 2 de enero.

“Si observamos algo que no es seguro, el sindicato nos respalda”, dijo Bragg al Militante. “En las minas no sindicalizadas, sé por experiencia propia que o haces lo que dice el patrón o pierdes el trabajo”.

Esa es la creciente convicción de mineros tanto sindicalizados como no sindicalizados a través de los campos hulleros. Convicción reforzada por las muertes de 15 trabajadores en dos minas de Virginia del Oeste y una en Kentucky en las primeras tres semanas de 2006.

Es mucho lo que está en juego para todo el pueblo trabajador, no solo para los mineros. A medida que la competencia por las ganancias se intensifica a nivel mundial, se ven amenazadas no solo la salud y la seguridad de trabajadores y agricultores, sino también los salarios, pensiones, atención médica, y simple y llanamente la dignidad en el trabajo. Mostrando un desdén absoluto hacia el costo humano, los patrones están acelerando la producción en las minas, acerías, fábricas y entre los ferrocarrileros, camioneros y empleados de aerolíneas. Las muertes y mutilaciones se acumulan entre los agricultores que luchan por cubrir sus crecientes costos y cumplir con los pagos de intereses a los bancos.

Muchos diarios que publicaron noticias sobre los mineros que acababan de morir en Melville, informaban también sobre un estudio que demuestra que el 20 por ciento de los jornaleros en Estados Unidos el año pasado sufrieron lesiones que requerían atención médica; en seis de cada 10 casos la lesión hizo que perdieran más de una semana de trabajo.

Los trabajadores con conciencia de clase “debemos poder decir con seguridad e integridad plenas que mientras más fuerte y combativo sea un sindicato, tanto más seguras serán las operaciones de la industria, independientemente de la que se trate”, explicó el secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores Jack Barnes en una charla de 1995 publicada en El desorden mundial del capitalismo. “Esta es una cuestión fundamental de orgullo de clase, de respeto propio, de la moral de la clase trabajadora. Se trata de que la clase trabajadora asuma la preeminencia moral en la batalla contra la clase explotadora y por la solidaridad humana”.

Con comités de seguridad del UMWA en cada mina, los mineros del carbón pueden utilizar el poder sindical para dejar el trabajo si los techos de las minas no están debidamente entibados. Pueden rehusar trabajar si los niveles de polvillo de carbón explosivo son elevados o se han acumulado gases altamente combustibles. Pueden insistir que se reparen cintas transportadoras defectuosas, alambres expuestos u otros equipos defectuosos antes de empezar a cortar carbón. Pueden rechazar el que se pasen por alto los mecanismos de seguridad en la maquinaria minera.

Si se les deja llevarse por su avaricia, los patrones del carbón jamás van a adoptar tales medidas. Al hallarse los precios del carbón a niveles récord, ellos están estirando la semana laboral, acelerando la producción y recortando costos. Las partes del cuerpo, los pulmones —y las vidas— de los trabajadores les importan un comino. Y como demuestran los sucesos más recientes, las agencias “reguladoras” gubernamentales como la Administración para la Seguridad y la Salud en las Minas (MSHA) hacen la vista gorda ante las violaciones o imponen multas tan pequeñas —unos cientos de dólares por las infracciones más severas— que resultan deleznables.

Los barones del carbón, sus aseguradores en Wall Street y sus políticos demócratas y republicanos mantenidos no pueden plantear abiertamente estos despiadados cálculos de ganancias. Así que salen con justificaciones. “La minería del carbón, por su naturaleza, es extremadamente peligrosa”, le dijo un supuesto analista de la casa de inversiones Morgan Stanley al Wall Street Journal el 21 de enero. Y el dueño de la Mina Sago, Wilbur Ross, dijo que tenía la “ferviente esperanza” de “reducir el riesgo la próxima vez que un minero esté bajo tierra”.

Pero estas son mentiras interesadas. No hay nada “inherentemente inseguro” acerca de la minería del carbón u otros empleos. Ni un solo trabajador tiene que resultar muerto o lesionado en una mina ni en ningún otro lugar de trabajo. Es posible eliminar los riesgos, no solo “reducirlos”. Ese necesita ser el objetivo del movimiento obrero.

Sin embargo, no es ese el objetivo de Wilbur Ross ni de los otros propietarios del gran capital. El objetivo de Ross, como le dijo al Journal, es hacer del International Coal Group “el productor de más bajo costo” en la industria. El plan de la compañía para la Sago, donde los mineros produjeron 350 mil toneladas de carbón el año pasado, es ¡extraer 900 mil toneladas en 2006!

Como hacen siempre los políticos demócratas y republicanos por una o dos semanas después de desastres mineros, el gobernador y el senador de Virginia del Oeste, Joseph Manchin y John Rockefeller, respectivamente, agitaron sus índices y prometieron nuevas leyes estatales y federales para la seguridad minera. Si bien ciertamente se requieren tales medidas, no fueron leyes inadecuadas lo que condujo a las 15 muertes en las tres últimas semanas. La MSHA, por ejemplo, había expedido infracciones a la Mina Sago 208 veces el año pasado por violaciones a regulaciones ya existentes. “Sí”, dijo Wilbur Ross a la revista Fortune, “detectaron violaciones, pero no eran suficientes para clausurarla”.

El pueblo trabajador no puede depender de la MSHA o de alguna otra agencia gubernamental local, estatal o federal, cada una de los cuales habla y actúa en nombre de la clase patronal. En realidad, el esfuerzo más vigoroso realizado por la agencia minera en 2005-06 ha sido echarles la culpa a los trabajadores. Según la MSHA y los patrones del carbón, ¡el principal problema que afecta la seguridad en las minas es el uso del alcohol y las drogas entre los mineros!

Decenas de millones de trabajadores sabemos que no es así. Sabemos que es el afán de ganancia de los patrones el responsable de la inseguridad y las condiciones insalubres en el trabajo. Sabemos que los inspectores gubernamentales, obligados oficialmente a proteger a los trabajadores y al público en general, en realidad están comprometidos con las ricas empresas a las que están supuestos a regular.

El progreso de los mineros del carbón en sindicalizar las minas puede servir de ejemplo y fuente de inspiración, de lecciones prácticas y solidaridad para trabajadores en otras industrias que aspiran utilizar el poder sindical para contrarrestar los ataques patronales. Esa es la vía para defender la vida y las partes del cuerpo del pueblo trabajador y de nuestros aliados, no solo en Estados Unidos, sino por todo el mundo. ¡Apoyemos todas las luchas de los mineros para sindicalizarse!
 
 
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