Vol. 73/No. 11      23 de marzo de 2009

Washington está escalando su guerra en Afganistán —y en Pakistán— y ha anunciado que mantendrá lo que será efectivamente una fuerza acuartelada en Iraq.

El ejército estadounidense comenzó ejercicios conjuntos en Corea del Sur el 9 de marzo. Estos ejercicios, cuyo blanco es Corea del Norte, involucran a más de 26 mil tropas estadounidenses y 30 mil surcoreanas. Además, Washington ha amenazado con derribar un satélite de telecomunicaciones que Pyongyang planea lanzar.

Con la excusa de “preocupaciones humanitarias”, el gobierno estadounidense y otras potencias imperialistas están preparándose para utilizar los masivos asesinatos sectarios en Darfur como pretexto para fortalecer su dominación de esa región.

Washington continúa amenazando al mundo con su masivo arsenal nuclear a la vez que desarrolla un sistema de misiles antibalísticos para reestableer su capacidad de asestar el “primer golpe”. Para mantener su ventaja estratégica, Washington se empeña en prevenir el desarrollo y la extensión de la tecnología nuclear. Le niega a naciones semicoloniales como Irán el derecho de desarrollar los recursos energéticos que ellos eligen para ampliar la electrificación, una precondición para el desarrollo económico y social.

La campaña bélica de Washington y sus actuales aliados es producto inevitable de la crisis económica mundial que está engendrando una competencia cada vez más intensa entre las potencias imperialistas. Y la crisis apenas ha comenzado.

Los gobernantes estadounidenses buscarán fortalecer su maquinaria de guerra en los meses y años que vienen. No solo para defender mejor sus intereses en el mundo, sino como una esfera en la que pueden impulsar la producción industrial decaída sin competir con el capital privado.

Esta trayectoria no es nueva. Por ejemplo, el llamado Nuevo Trato de la administración de Franklin Roosevelt, fue en realidad un Trato Bélico. Su consecuencia inevitable fue arrastrar a los trabajadores en Estados Unidos a la matanza interimperialista que se conoce como la Segunda Guerra Mundial.

Los imperialistas están preparándose para un período de guerras incesantes en el exterior que surgen de sus ataques contra el nivel de vida y los derechos de los trabajadores en Estados Unidos. El capitalismo continuará sembrando muerte y miseria entre los trabajadores y agricultores del mundo, hasta que se reemplace su sistema de salarios con el dominio del pueblo trabajador, como se ha hecho en Cuba.

Protestas contra la campaña guerrerista del imperialismo —así como las manifestaciones del Primero de Mayo por la legalización de los inmigrantes— se enmarcan en la defensa de los intereses de la clase trabajadora internacional.

¡Todos a la marcha del 21 de marzo! ¡Ni un centavo, ni un soldado para las guerras de Washington!
 
 
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