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Un semanario socialista publicado en defensa de los intereses del pueblo trabajador
Vol. 78/No. 26      21 de julio de 2014

 

(artículo principal)
‘Sólo Cuba actuó con
esa solidaridad humana’
 

Militante/Yulia Panasiuk
Desde la izquierda, reportero del Militante John Studer, traductora Oksana Demyanovych, ex “liquidadora” en Chernóbil Tatiana Burka, Liliya Piltyay, directora del programa para enviar jóvenes a Cuba a recibir tratamiento, Tatiana Molodchenko y su hija, Inna, quienes fueron a Tarará. Derecha, Yulia Panasiuk, una de las jóvenes entrevistadas, con Julio Medina, derecha, director del hospital pediátrico, en Tarará. La foto fue publicada en Segunda Patria, un libro en ruso sobre el programa.
POR JOHN STUDER  
KIEV, Ucrania — “Cuba jugó un papel muy importante al ayudar a los damnificados por el desastre nuclear en Chernóbil, especialmente por ser un país tan pequeño”, dijo Liliya Piltyay, quien ayudó a organizar la iniciativa de enviar a niños y otras personas que necesitaban atención médica a la isla, donde recibieron tratamiento gratuito y de alta calidad. A través de un programa médico especial, Cuba ha atendido hasta la fecha a más de 25 mil víctimas del accidente nuclear de Chernóbil de Ucrania, Belarús y Rusia.

“Es la primera vez que nos hemos reunido con una delegación de Estados Unidos que se interesa en lo que hicimos”, dijo Piltyay a los corresponsales del Militante con la ayuda de la intérprete Oksana Demyanovych.

En el encuentro con Piltyay también participaron ocho mujeres jóvenes que habían recibido tratamiento médico en Cuba, dos de sus madres y Tatiana Burka, quien está asociada con el programa y trabajó ocho años como “liquidadora”, ayudando con la evacuación de la población de la zona de Chernóbil.

Piltyay fue designada por la Komsomol, la organización juvenil del Partido Comunista, para que organizara la participación en el programa cubano cuando comenzó en 1990. Ella trabaja para un programa cardíaco del Ministerio de Salud ucraniano.

“Cuando se produjo la explosión de Chernóbil el 26 de abril de 1986, fue una tragedia social”, dijo. “Las autoridades no alertaron a nadie sobre la envergadura de lo que estaba ocurriendo. Hasta el día de hoy, no sé por qué no cancelaron los grandes desfiles del Primero de Mayo en Kiev y otras ciudades de las zonas de alta radiación”.

“Hasta comienzos de los años 90, prohibieron la difusión de información sobre la verdadera magnitud de la radiación y del número de damnificados”, dijo Piltyay. “Pero algunos de nuestros científicos jóvenes recopilaron los datos y a fines de 1989 estos materiales se publicaron, sacando a luz la gravedad del peligro de la radiación para la población”.

Muchos de estos materiales se publicaron en artículos y más tarde en un librito de Alla Yaroshinskaya titulado Chernóbil: La verdad proscrita, el cual expuso el encubrimiento por parte de las autoridades soviéticas, quienes hasta recortaron la ayuda a los damnificados para restarle importancia al desastre.

Al divulgarse los hechos, el gobierno se vio obligado a ampliar la zona de exclusión y a aumentar el número de personas con derecho a ser indemnizadas”, dijo Piltyay. “Fue la primera vez que fueron incluidos los residentes de Kiev, la ciudad más grande del país. El gobierno estaba preocupado por la cantidad que tendría que pagar”. Kiev está a unas 80 millas de Chernóbil.

Cuba ofrece ayuda médica gratuita

“Los dirigentes jóvenes del Partido Comunista respondimos con un llamamiento a la ayuda internacional”, dijo. “En el consulado cubano leyeron materiales sobre el verdadero alcance del desastre y oyeron nuestra convocatoria. Sergio López, el embajador cubano en ese entonces, fue a ver a los jóvenes miembros del PC y ofreció su ayuda. Dijo que para Cuba sería un placer ofrecer tratamiento médico gratuito a los que lo necesitaban”.

“Dos semanas más tarde, tres de los más destacados médicos llegaron a Ucrania. Visitaron hospitales y ciudades, escogiendo a los niños más afectados para ir a Cuba”, dijo.

“Una vez que fue escogido el primer grupo —139 niños y algunos de sus padres— le pedimos los boletos de avión al gobierno ucraniano”, dijo Piltyay. “Pero dijeron que no había presupuesto. La autoridades médicas nos criticaban, acusándonos de dudar del sistema soviético de salud”.

“El 29 de marzo de 1990, dos aviones cubanos llevaron al primer grupo a la isla”, dijo Piltyay, quien viajó en el primer avión. “El presidente cubano Fidel Castro nos recibió cuando aterrizamos en La Habana. Él estaba sorprendido e impactado por la situación de los niños.

“Se consultó ahí mismo con otros representantes del gobierno y cuando el segundo avión aterrizó tres horas más tarde, anunció que Cuba iba a recibir a 10 mil niños de Ucrania, Bielorrusia y Rusia”, dijo Piltyay.

“No lo pude creer”, dijo. “Le pregunté al intérprete si era error suyo. Pero no se había equivocado. Y los cubanos cumplieron, con creces”.

Castro pronunció un discurso el 1 de julio de 1990, en la inauguración del programa médico en el antiguo centro de los Pioneros —la organización de niños— en Tarará, en las afueras de La Habana. Las labores de construcción fueron completadas en menos de tres meses por más de 7 mil trabajadores voluntarios que respondieron con un gran “espíritu de internacionalismo”, según dijo Fidel Castro.

La sede costera no se seleccionó únicamente por sus equipos médicos avanzados. “Para un niño, es deprimente estar encerrado en un hospital”, dijo el presidente cubano. “Les planificamos programas de recreo y de vacaciones, viajes al mar”

“Ya que los funcionarios ucranianos se negaron a responsabilizarse del transporte de los niños a Cuba, desde 1991 hasta 1998, nos juntamos con algunos de los padres y organizamos nuestro propio fondo”, dijo Piltyay. “Logré hacer una solicitud por televisión y así recibimos un poco de publicidad y una gran respuesta”.

“Después de eso nosotros mismos recaudamos el dinero”, dijo. “Recibimos donaciones de aquí, de Canadá, donde hay muchos ucranianos, y de otras partes. Hizo falta un inmenso esfuerzo colectivo, pero logramos organizar un vuelo chárter cada dos meses”.

“Los cubanos organizaron todo el alojamiento, el cuidado médico y otra ayuda”, dijo Piltyay. “Cuba fue el único país del mundo que organizó un programa como este. Recibimos un poco de ayuda de otros países —Alemania, Israel, Francia, hasta de Estados Unidos— pero Cuba fue el único con un programa integral y a largo plazo”.

“Y lo hicieron cuando los mismos cubanos estaban enfrentando grandes desafíos, lo que llamaban el ‘Período Especial’”, dijo.

Cuando se derrumbó la Unión Soviética en 1991, Cuba perdió el 85 por ciento de su comercio exterior, creando una aguda crisis económica y social, con desabastecimientos de alimentos y otras necesidades básicas.

“A lo largo de 24 años, Cuba ha ofrecido atención médica a más de 25 mil personas, entre ellas más de 21 mil niños”, dijo Piltyay. “El 40 por ciento estaban gravemente enfermos, con cáncer de tiroides, otros tipos de cáncer, o defectos físicos, incluyendo enfermedades de la sangre y de la piel”.

“Cuba tenía un nivel de atención médica muy elevado”, dijo. “Ucrania no podía comparar. Y el amor que brindaron el pueblo cubano, los médicos y todo el mundo, fue algo completamente distinto”.

“En 2012, los burócratas ucranianos del sistema de salud convencieron al entonces presidente Víktor Yanukóvych de que ellos debían hacerse cargo de todo el tratamiento de las víctimas de Chernóbil y el gobierno puso fin a sus relaciones con el programa”, dijo Piltyay. “Nosotros seguimos luchando y en 2013 Yanukóvych dijo que asignaría fondos en el próximo presupuesto para enviar a 100 niños más”.

Yanukóvych fue derrocado en febrero en el apogeo de las movilizaciones populares contra el gobierno. Por el momento, el futuro del programa para que los ucranianos reciban tratamiento en Cuba sigue incierto.

“Algunas personas aún reciben tratamiento en Cuba, pero tienen que recaudar los fondos para cubrir el transporte”, dijo. “Cuba está dispuesta a continuar el programa y esperamos poder encontrar una manera de conseguir el financiamiento”. Todavía hay centenares de ucranianos jóvenes que están en la lista de espera para ir a Tarará, dijo.

“Cuba dice que lo hace por ‘razones morales y éticas’, así que nunca contabilizaron los costos”, dijo Piltyay. “Pero nosotros calculamos que gastaron más de 2 mil millones de dólares. Nunca olvidaremos lo qué Cuba ha hecho”.

‘Segunda patria’

El grupo le entregó dos regalos al Militante, un libro en ruso titulado Segunda patria, la expresión que usaron todas las jóvenes al hablar de Cuba. El libro describe el programa médico cubano en Tarará. Piltyay y otras de las mujeres aparecen en el libro.

El segundo regalo fue una pintura de Inna Molodchenko, una joven que llegó a la entrevista acompañada de su madre, Tatiana. Molodchenko es la primera en la lista de espera.

“Durante los primeros ocho años de su vida, Inna no podía masticar”, dijo Tatiana Molodchenko. “Ella se ha beneficiado de seis cirugías en Cuba durante varias visitas, que han permitido que ella pueda tragar. También tenía una enfermedad de la piel y dificultades al mover sus manos”.

“La primera vez que fui a Cuba fue en 2008 y ahora acabo de regresar después de pasar un mes allá”, dijo Tatiana Bernadska. “Realmente sentí como que era una segunda patria. Los médicos fueron muy especiales, y el pueblo cubano es un pueblo especial. Nos ayudaron como si fuéramos sus propios hijos”.

“Mi abuelo fue ingeniero en Chernóbil”, dijo Yulia Palamarchuk. “Yo no tenía confianza en mí misma cuando fui a Cuba. El pueblo cubano me ayudó con amor y comprensión, me ayudó a aprender a quererme a mí misma”.

“El programa completo —programas educativos, conciertos, bailes, intercambios culturales, una biblioteca con libros en ruso, profesores ucranianos para ayudarnos, todo pagado por los cubanos— todo el ambiente era excelente”, dijo.

“Me lastimé la cabeza en la escuela y cuando me enviaron al médico, dijo que tenía cáncer del cerebro”, dijo Yulia Panasiuk. “Me hicieron una operación en Kiev, pero cuando me desperté me dijeron que no podían hacer nada y que me quedaban seis meses de vida. Mi familia se enteró del programa cubano por casualidad”.

Las otras jóvenes tienen historias parecidas. El programa no fue ampliamente divulgado ya que el gobierno ucraniano no asumió responsabilidad formal de éste.

“Tuve una consulta con los médicos cubanos y ellos actuaron muy rápidamente. En tres días ya iba rumbo a Tarará”, dijo Panasiuk. “Pensé que estaría allí unos 45 días, pero al final me quedé con mi mamá cinco años recibiendo tratamiento”.

“Cuando regresé a Ucrania, mi salud empeoró de nuevo”, dijo. “Regresé a Cuba para más cirugía. Todavía puede ver que tengo un poco de parálisis de mi lado izquierdo. Me dieron terapia física para desarrollar mi movilidad”.

“Los médicos cubanos est aban luchando para ayudarme. Estoy muy contenta que el destino me dio la oportunidad de ir a Cuba”, dijo. “La experiencia nos enseñó a tener una actitud diferente hacia la gente”.

Muchas de las jóvenes dijeron que durante su estadía en Cuba se enteraron de la lucha para liberar a los Cinco Cubanos presos en Estados Unidos y han ayudado a divulgarla en Ucrania.

Solidaridad con Cuba es importante

“Trabajé como ‘liquidadora’, una de los que ayudaron a evacuar a la gente”, nos dijo Tatiana Burka. Cientos de miles de personas trabajaron como liquidadores. Algunos fueron como voluntarios; otros como reclutas del servicio militar obligatorio.

“La zona que me tocó estaba supuestamente evacuada, con altos niveles de radiactividad,” dijo Burka. Pero algunas personas siguieron viviendo en el pueblo hasta el 17 de mayo, más de tres semanas después de la fusión del reactor, dijo. “Al principio solo evacuaron a las personas que estaban vomitando”.

“En 1989 la zona de contaminación fue ampliada, lo que llevó a la evacuación de otras 50 mil personas”, dijo. “Fue después que comenzó el programa cubano. Estábamos muy agradecidos al pueblo cubano. Es el único país que mostró esa clase de solidaridad humana, a expensas propias”.

“El programa cubano no recibió suficiente publicidad”, añadió. “Mucha gente no tenía conocimiento de él. Ese fue el único limitante al número de personas que pudieran beneficiarse. Ahora tenemos que divulgar esta información y volver a fortalecer el programa. Nunca olvidaremos al pueblo cubano”.

“Este fue un programa irreemplazable”, dijo Piltyay. “Demostró que la Revolución Cubana está viva y que la solidaridad con Cuba es muy importante”.
 
 
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