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Vol. 78/No. 8      3 de marzo de 2014

 
Los Cinco Cubanos: Quiénes son
(especial)
 
POR MARY-ALICE WATERS  
Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González son conocidos mundialmente por millones de personas como los Cinco Cubanos. En 1998, cuando vivían y trabajaban en el sur de Florida, fueron arrestados por la policía federal norteamericana en redadas coordinadas en horas de la madrugada.

¿Cuáles eran sus supuestas actividades criminales?

Estaban recogiendo información sobre los planes y las acciones de organizaciones contrarrevolucionarias cubanoamericanas, incluidos grupos paramilitares asesinos que actúan impunemente en territorio de Estados Unidos. Estos grupos y los individuos que pertenecen a ellos tienen un historial de más de medio siglo de atentados dinamiteros, asesinatos y otros ataques contra cubanos y otros partidarios de la Revolución Cubana: en Estados Unidos, Puerto Rico, Venezuela, Panamá y otros países, así como en Cuba.

Desde 1959, casi 3 500 hombres, mujeres y niños en Cuba han muerto en estos ataques, la mayoría de los cuales se originaron en Estados Unidos. La tarea de los Cinco era de mantener informado al gobierno cubano sobre las mortíferas operaciones que se fraguaban a fin de impedir que se materializara el mayor número posible de ellas.

Los Cinco fueron llevados a juicio y declarados culpables en un tribunal federal en Miami bajo cargos amañados, entre estos: conspiración para cometer espionaje y, en el caso de Gerardo Hernández, conspiración para cometer asesinato. Esta última acusación, agregada meses después de su arresto, se basaba en el alegato de que Hernández había tenido conocimiento previo de que el gobierno cubano, en febrero de 1996, iba a derribar sobre aguas cubanas dos avionetas cuyos patrocinadores basados en Miami habían desoído las repetidas advertencias de La Habana de cesar sus repetidas provocaciones dentro del espacio aéreo cubano.

Cada uno de los Cinco reconoció orgullosamente ante la corte y ante el mundo que estaban trabajando para el gobierno cubano a fin de prevenir futuras acciones asesinas, y que gustosamente lo harían de nuevo si se lo pidieran. Sobre sus cabezas erguidas, la jueza impuso sentencias máximas, que oscilaban entre 15 años de prisión para René González y cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional para Guerrero y Labañino, así como una doble cadena perpetua para Hernández, quien dirigió el esfuerzo.

En 2005 un panel de tres jueces de una corte federal de apelaciones, al reconocer el ambiente burdamente prejuicioso en torno al juicio, unánimemente anuló las condenas. Después de que el gobierno apelara la decisión, el pleno del tribunal restituyó las condenas un año más tarde.

En 2008 una corte federal dictaminó que las sentencias contra tres de los cinco —Guerrero, Labañino y Fernando González— excedían las pautas federales. La sentencia contra Labañino fue reducida de cadena perpetua sin libertad condicional, a 30 años. La de Guerrero fue rebajada de cadena perpetua sin libertad condicional, a 21 años y 10 meses. La sentencia contra Fernando González fue acortada solo un poco: de 19 años, a 17 años y nueve meses. La corte hasta se negó a contemplar una reducción de la sentencia contra Hernández, argumentando que él no está cumpliendo una sola cadena perpetua sino dos, ¡y que por consiguiente una reducción no afectaría nada!

En mayo de 2013 René González, tras cumplir hasta el último día de su sentencia —más de 14 años y medio bajo la custodia de las autoridades norteamericanas— fue el primero de los Cinco en regresar a Cuba. Fernando González, habiendo cumplido también su sentencia completa, tiene una fecha de excarcelación del 27 de febrero de 2014. Si cumplieran las sentencias en su totalidad, Guerrero no sería excarcelado sino hasta septiembre de 2017 y Labañino hasta octubre de 2024.

Para Hernández no hay fecha de excarcelación. Encima de eso, como castigo adicional e intensamente cruel, Washington le ha denegado la visa a su esposa, Adriana Pérez, para entrar a Estados Unidos y visitarlo.

Sin embargo, la reducción de las sentencias en 2009 mostró las presiones que el gobierno estadounidense está sintiendo a raíz de las crecientes denuncias internacionales del juicio y de las sentencias bochornosas impuestas a los Cinco Cubanos. En la audiencia judicial en la que se cambio la sentencia de Guerrero, los fiscales federales reconocieron que buscaban “calmar las aguas de conflictividad” y el “ruido” que se arremolinaba en torno al caso a nivel mundial.

No obstante, desde entonces ha salido a relucir evidencia de que varios periodistas, mientras escribían sobre el juicio en la prensa de Miami, simultáneamente estaban recibiendo pagos de la Oficina de Transmisiones a Cuba (Office of Cuban Broadcasting), una agencia del gobierno norteamericano. Esta prueba adicional de la corrupción del proceso judicial forma parte de la apelación de habeas corpus que se ha entablado a nombre de Hernández, Labañino y Guerrero.

¿Por qué los Cinco han pasado siquiera un solo día en la cárcel?

Porque son hijos ejemplares de la Revolución Cubana, de los hombres y las mujeres que crearon y siguen defendiendo “el primer territorio libre de América”. Los tienen de rehenes, no solo como castigo por la audacia del pueblo trabajador cubano que osó defender la soberanía de Angola, ayudar a liberar a Namibia y luchar y morir para liberar a África del azote del apartheid. Los están castigando por la voluntad de los trabajadores y agricultores de Cuba de hacer y defender una revolución socialista en lo que antes había sido prácticamente un protectorado colonial de Estados Unidos. Están presos porque representan a los hombres y mujeres de Cuba que hasta el día de hoy se niegan a someterse a los dictados de Washington.

Fue por estos hechos que los Cinco fueron arrestados, sometidos a un caso fabricado y encarcelados a lo largo de tres administraciones estadounidenses, las de William Clinton, George W. Bush y Barack Obama.

La indoblegable entereza, dignidad, valentía y veracidad —y el sentido de humor— de cada uno de los Cinco, y el creciente conocimiento sobre el carácter consecuente de su conducta revolucionaria, desde Cuba hasta Angola y en las prisiones de Estados Unidos, están ganándoles cada vez más apoyo.

No obstante, mientras uno solo de ellos siga entre rejas, ninguno de nosotros estará “libre”.
 
 
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