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Vol. 72/No. 12      24 de marzo de 2008

 
Kosova: pueblo trabajador
celebra independencia
(especial)
 
POR CINDY JAQUITH  
El pueblo trabajador de Kosova celebró la nueva independencia de su país, a la vez que enfrenta los intentos del gobierno serbio de impedir su soberanía.

“Los serbios tienen que aceptar la realidad, y la realidad ha cambiado. Ahora somos otro país”, dijo el maestro Mehmat Haxhani al Los Angeles Times. Desde el punto de vista étnico, Haxhani es albanés, como lo son el 90 por ciento de los dos millones de personas que constituyen la población de Kosova. A pesar de ser una mayoría, los albaneses de Kosova han sido históricamente dominados por el gobierno serbio y han sido objeto de superexplotación y discriminación.

Kosova y Serbia eran parte de la nación de Yugoslavia, la cual consistía de varias nacionalidades distintas. Tanto el pueblo trabajador serbio como el albanés eran partidarios entusiastas de la revolución socialista que tuvo lugar en Yugoslavia en la década de 1940. Como resultado de esa revolución, los albaneses fueron reconocidos como un grupo nacional diferente por primera vez. El albanés se convirtió en un idioma oficial y se permitió a los albaneses la educación en su propio idioma

Las relaciones entre los trabajadores de las distintas nacionalidades yugoslavas estaban marcadas por la solidaridad. Por ejemplo, debido a la discriminación, Kosova era la región más pobre de Yugoslavia. El nuevo estado obrero concedió recursos económicos adicionales para ayudar a superar esa desigualdad.

Los avances en la ampliación de los derechos de los albaneses se vieron gradualmente erosionados a medida que el gobierno yugoslavo adoptaba métodos capitalistas. El deseo de independencia en Kosova creció. En 1974, en respuesta a las demandas por una república independiente, el gobierno yugoslavo cedió la autonomía a Kosova, la cual permaneció como una provincia de Serbia.

Los estudiantes albaneses y otros continuaron presionando por la independencia a principios de los 80; el régimen respondió aumentando la represión.

A finales de la década de 1980, los regímenes estalinistas en la Unión Soviética y Europa oriental empezaron a desmoronarse, incluyendo en Yugoslavia, donde la burocracia se alineó más o menos según las provincias existentes y las nacionalidades dentro de estas provincias. A medida que los burócratas del gobierno se afanaban por controlar los recursos de Yugoslavia, utilizaron ataques nacionalistas contra sus rivales. El más agresivo fue Slobodan Milosevic, que intentó impedir que otras provincias se separaran y formaran repúblicas independientes. Al fracasar, organizó a los derechistas serbios de otras provincias para que realizaran ataques violentos cuyo propósito era mantener esas regiones como parte de una “Gran Serbia”.  
 
Ataques contra musulmanes
Uno de los elementos principales del nacionalismo reaccionario de Milosevic fueron sus ataques contra los yugoslavos que eran musulmanes, haciendo eco de los asaltos imperialistas contra el “fanatismo islámico” por todo el mundo. El Islam es la religión predominante entre los albaneses, así como entre muchos de los habitantes de Bosnia. En Serbia predomina el cristianismo.

En 1988, una manifestación en Pristina, de medio millón de personas, encabezada por mineros, exigió que cese el trato de segunda clase hacia los albaneses. Posteriormente, 1 300 mineros de zinc y plomo ocuparon sus minas.

El régimen serbio apretó su chauvinismo antialbanés, acusándoles de “sangrar demasiado” y de violar a las mujeres serbias. En 1989 Belgrado revocó la autonomía de Kosova e impuso un estado de emergencia en la provincia. Comenzó una campaña de “limpieza étnica”, durante la cual 12 mil personas fueron asesinadas, la mayoría de ellas albanesas, y un millón de personas fueron desalojadas de sus hogares.

A pesar de mucho escándalo sobre “abusos de derechos humanos,” Washington y las potencias europeas imperialistas solo intervinieron con tropas cuando quedó claro que el país se desmoronaba. Cada potencia participó de acuerdo a la parte de la riqueza de la antigua Yugoslavia que podían arrebatar.

En 1999 las tropas de la OTAN bombardearon Belgrado por 78 días consecutivos, haciendo blanco especial de los centros industriales y matando a más de dos mil civiles. Las tropas serbias fueron forzadas a salir de Kosova y las tropas de la OTAN tomaron control. Tropas de la OTAN y de Naciones Unidas continúan ocupando Kosova. Bajo la declaración de independencia, los administradores de Naciones Unidas serán reemplazados por personal de la Unión Europea (UE), y las tropas de la OTAN permanecerán “hasta el momento en que las instituciones de Kosovo sean capaces de asumir estas responsabilidades”.

El legado de la guerra de 1999 y la década de “limpieza étnica” han convertido a Kosova en una de las naciones más pobres de Europa. Según el Banco Mundial, el rendimiento económico se redujo en un 50 por ciento a principios de la década de 1990, y en otro 20 por ciento durante la guerra. En la actualidad, el desempleo se estima en un 50 por ciento, con índices mucho más altos entre los jóvenes y las mujeres. Los índices de mortalidad infantil oscilan entre el 18 y 44 por cada mil nacidos.

Está por verse hasta dónde llegarán las autoridades serbias en sus intentos de obligar a Kosova a regresar a Serbia. Cientos de oficiales policiacos serbios en Kosova se han rebelado contra sus comandantes albaneses desde que se anunció la declaración de independencia. Tanto Washington como el director de la nueva administración de la Unión Europea, Peter Feith, han rechazado cualquier división de Kosova por parte de Serbia.

Rusia ha prometido bloquear el ingreso de Kosova a Naciones Unidas. El enviado de Moscú a la UE, Vladimir Chizhov, dijo, “El reconocimiento de la independencia de Kosova en desafío a las objeciones de Serbia da un ímpetu poderoso a los movimientos separatistas por todo el mundo”. Dmitri Medvedev, recientemente elegido presidente ruso, dijo que una Kosova independiente ha “puesto en peligro la seguridad y la estabilidad de la vasta región”. Haciendo eco de otras calumnias reaccionarias contra los albaneses, dijo que una Kosova independiente aumentaría el crimen organizado y el tráfico de drogas en Europa.
 
 
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