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Vol. 79/No. 39      2 de noviembre de 2015

 
(portada)
Washington promueve tratado
comercial para enfrentar a China

 
POR EMMA JOHNSON  
El 5 de octubre los gobiernos de Estados Unidos y de naciones capitalistas en Asia y América anunciaron la firma del Acuerdo de Transpacífico de Cooperación Económica (TPP). El acuerdo es un componente clave del “giro” hacia Asia de los gobernantes norteamericanos. Washington busca contrarrestar la creciente influencia económica de China y sus incursiones territoriales en el Mar del Sur de China. Los gobernantes capitalistas pretenden defender el dominio imperialista de Washington en el Pacífico, el botín de su victoria empapada de sangre en la Segunda Guerra Mundial.

Descrito en los medios como un “logro que potencialmente dejará un legado” y una “victoria” contra China de la administración de Barack Obama, el acuerdo tiene como objetivo unir a los firmantes en una red de intereses comunes, mientras defiende los mercados para ser explotados por el capital estadounidense.

Los 12 firmantes del TPP —Estados Unidos, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, México, Perú, Singapur y Vietnam— controlan el 40 por ciento del producto interno bruto del mundo y un tercio del comercio mundial.

El acuerdo comercial es parte de las medidas que la administración Obama está tomando, que incluyen el acuerdo nuclear con Irán y el “reajuste” con Moscú, para apuntalar el debilitado control de Washington como el poder predominante en el “orden mundial” capitalista.

“Cuando más del 95 por ciento de nuestros clientes potenciales viven fuera de nuestras fronteras, no podemos permitir que países como China escriban las reglas de la economía global. Nosotros debemos escribir esas reglas”, dijo Obama el 5 de octubre.

El congreso de Estados Unidos y las legislaturas de los demás países tienen que ratificar el TPP. Hay una oposición sustancial entre los portavoces en el congreso de los sectores que temen perder la protección respecto a la competencia extranjera. Los patrones que están a favor o en contra del pacto argumentan su caso basándose en “lo que es mejor para Estados Unidos”.

La influencia económica de Beijing ha estado creciendo, y se ha convertido en el mayor socio comercial de una serie de naciones asiáticas. El Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportación e Importación de China proporcionan más préstamos a los regímenes de la región que el Banco Mundial y el Banco de Desarrollo de Asia, controlado por Tokio, combinados.

Durante años, Washington ha limitado el papel de Beijing en el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. En junio, el gobierno chino lanzó el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. Muchos de los aliados tradicionales de Washington en Europa y Asia se inscribieron como accionistas, a pesar de la oposición de Washington.

Beijing también ha aumentado su presencia militar en la región, incluyendo la construcción de varias islas artificiales —con pistas de aterrizaje, puertos e instalaciones militares— en el Mar del Sur de China.

El TPP es “tan importante para mí como otro portaaviones”, dijo el secretario de defensa Ashton Carter en abril.

Obama y otros partidarios del TPP dicen que estimulará el crecimiento y exportaciones de tal forma que podría contrarrestar la crisis económica mundial. Pero el TPP no va a afectar las raíces de la crisis capitalista provocada por la reducción de la producción y el comercio y la disminución de los márgenes de ganancias.

Las negociaciones continuaron hasta el último momento, ya que los políticos capitalistas de cada país demandaron protecciones para las industrias claves de su país y buscaron como reducir los obstáculos a la expansión de su comercio a expensas del resto de los “socios”.

Como en todos los acuerdos capitalistas, este no es un pacto entre iguales. Los 12 países tienen muy diferentes niveles de desarrollo económico y cultural, y de productividad y fuerza militar.

La cúpula sindical en Estados Unidos se ha opuesto al TPP utilizando líneas nacionalistas y de colaboración de clases argumentando que la competencia de “libre comercio” no “protegerá los empleos estadounidenses”. El candidato presidencial republicano Donald Trump, así como los candidatos demócratas Bernie Sanders y Hillary Clinton, (quien inicialmente promovió el TPP), se han declarado en su contra.

Mientras tanto, Washington está ampliando sus lazos militares para contrarrestar a China en el Pacífico. Un ejercicio militar reciente con las fuerzas armadas de Filipinas fue el tercero de gran envergadura este año frente a las costas de ese país. Ante la oposición popular las fuerzas estadounidenses perdieron en 1992 el acceso a la base naval de Subic Bay, en Filipinas, después de casi 100 años de ocupación, pero Washington espera desplegar allí de nuevo sus buques de guerra y tropas.
 
 
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