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Vol. 74/No. 8      1 de marzo de 2010

 
Divergentes enfoques de
clase en lucha de negros
(especial)
 
A continuación publicamos la sexta parte de una serie que el Militante está publicando con extractos del último libro de la editorial Pathfinder, Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero, por Jack Barnes. Barnes es el secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores. Instamos a nuestros lectores a que estudien y discutan este libro. El extracto es del capítulo titulado “Malcolm X: dirigente revolucionario de la clase obrera”.

Como observé al comienzo de esta charla, es sencillamente falso hablar de una convergencia política entre Malcolm X y Martin Luther King. King fue un individuo valiente que ayudó a dirigir poderosas movilizaciones por los derechos de los negros, desde la época del boicot de autobuses de Montgomery en 1955 hasta su asesinato en 1968…

No se trata de la valentía de Martin Luther King como individuo. Estamos hablando de dos perspectivas de clase opuestas, dos trayectorias políticas irreconciliables.

Una de las “pruebas” que se muestran una y otra vez para respaldar el mito “Malcolm-Martin” es una foto donde están juntos, sonriendo, después de toparse por casualidad en el Capitolio norteamericano en Washington en marzo de 1964: apenas dos semanas después de que Malcolm anunciara su ruptura con la Nación del Islam. Pero ese encuentro casual no tuvo contenido político en absoluto…

Las verdaderas relaciones políticas entre Malcolm X y Martín Luther King quedaron demostradas unos meses después de su encuentro casual, cuando King viajó a St. Augustine, Florida, en junio de 1964. King fue a apoyar a activistas que habían sido agredidos repetidamente por el Ku Klux Klan y arrestados por la policía por organizar sentadas en comedores y otras protestas pro derechos civiles. La administración demócrata de Lyndon Johnson había rechazado desdeñosamente el llamado de King a que se enviaran tropas federales para proteger a los manifestantes y hacer valer sus derechos.

En nombre de la recién formada Organización de la Unidad Afro-Americana, Malcolm le mandó un telegrama a King en esa ocasión que decía: “Si el gobierno federal no enviará soldados para ayudarles, dígannos nomás y de inmediato despachamos para allá algunos de nuestros hermanos para que organicen unidades de autodefensa entre nuestra gente y entonces el Ku Klux Klan recibirá una dosis de su propia medicina. Se acabaron los días de darles la otra mejilla a esas bestias salvajes”.

King rechazó tajantemente la oferta de Malcolm, calificándola como un “grave error” y “un enfoque inmoral”…

Cuando habló a los jóvenes en Selma, Malcolm nuevamente condenó a la administración Johnson por negarse a movilizar tropas federales para proteger a los negros que luchaban por sus derechos. Malcolm dijo que apoyaba en un “100 por ciento el esfuerzo que están haciendo los negros aquí” y que creía que “tienen el derecho absoluto de utilizar los medios que sean necesarios para lograr el voto”. Pero añadió que no creía en practicar la no violencia frente a la violencia de las fuerzas racistas organizadas. Concluyó: “Espero que ustedes crezcan en lo intelectual, para que puedan entender los problemas del mundo y dónde encajan ustedes en ese cuadro mundial”—una vez más el punto de partida internacionalista—“ampliando su visión”, la cual Malcolm siempre se dedicaba a fomentar. Y luego agregó:

“Y espero que todo el miedo que jamás hayan abrigado en sus corazones desaparezca, y cuando miren a ese hombre, si saben que no es más que un cobarde, ya no le teman. Si no fuera cobarde, no los atacaría en grupo… Se cubren con una sábana para que ustedes no sepan quiénes son: eso es ser cobarde. ¡No! Llegará la hora cuando se les arrancará esa sábana. Si el gobierno federal no se las arranca, se las arrancaremos nosotros”…

Los jóvenes en Selma respondieron a la charla de Malcolm con aplausos clamorosos. Pero esa no fue la respuesta de los dirigentes de la SCLC. Malcolm describió la reacción de estos en un discurso a la reunión de la OAAU en el Salón Audubon en Harlem el 15 de febrero, menos de una semana antes de ser abatido a tiros en esa misma sala.

“El hombre de King no quería que yo les hablara [a los jóvenes]”, dijo Malcolm. Malcolm se refería en particular al actual alcalde demócrata de esta misma ciudad, Andrew Young, ex congresista de aquí y embajador de Estados Unidos ante la ONU durante la administración Carter. En Selma ese día, Young había tramado en vano con Coretta Scott King para impedir que le cedieran el micrófono a Malcolm…

Así que no, no hubo ninguna convergencia “Malcolm-Martin” durante ese último año. Al contrario, la divergencia se ensanchó, puesto que hubo una aclaración de la convicción de Martin Luther King de que se podía reformar el capitalismo y sus injusticias. Entretanto, Malcolm nunca dejó de avanzar en su compromiso con la necesidad de que los oprimidos y el pueblo trabajador de todos los colores de piel, de todos los continentes y países, se unieran en una lucha revolucionaria contra el orden mundial capitalista que es responsable del racismo, la violencia derechista, la opresión de la mujer, la explotación económica y la guerra.
 
 
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