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   Vol. 70/No. 34           11 de septiembre de 2006  
 
 
‘Estamos a favor de lo que fortalezca la
confianza y capacidad de la clase trabajadora’
Carta de dirigente socialista sobre ataque israelí contra Líbano
(Articulo especial)
 
(Segunda parte)

A continuación publicamos la segunda parte de una carta de Jack Barnes, secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores, a Ma’mud Shirvani. La carta se escribió en respuesta a un informe de Shirvani sobre su presentación y la discusión que se dio el 12 de agosto en un mitin del Militant Labor Forum en Washington titulado “ˇManos de EE.UU. fuera de Líbano y Gaza!” La primera parte de la carta apareció en la edición de la semana pasada.

Reproducido con autorización. Copyright © 2006 por New International. Las notas aparecen al final del artículo.
 

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POR JACK BARNES  
2) La indecisión del gobierno de coalición Kadima-Laborista, la falta de disposición de combate de las fuerzas armadas de Tel Aviv y la conducta de su cuerpo de oficiales desde que Israel lanzó la guerra el mes pasado, han precipitado una crisis política en ese país. (No es completamente distinto de lo que está pasando ahora en Washington.)

Likud, su actual dirigente Benjamín Netanyahu y otros están esforzándose para aprovechar la situación en beneficio propio, probablemente acortando la vida del actual régimen de coalición.

Entre otras cosas, los partidarios de Netanyahu resaltan, en muchos casos de una forma no muy sutil, un hecho subrayado en el informe político debatido y adoptado por nuestro congreso a principios del verano: que Ehud Olmert es “el primero de los primer ministros israelíes que no es ni una figura militar que se remonta a una o más de las guerras israelíes desde 1948 hasta el presente, ni es un dirigente veterano de las organizaciones sionistas que establecieron el estado israelí”.7 Lo mismo sucede con Amir Peretz, el ministro de defensa israelí y dirigente del Partido Laborista. Ehud Olmert acaso será el más reciente de los sucesores de Golda Meir pero no es un presunto heredero, ni en términos políticos ni militares. Ni tampoco Amir Peretz es una copia de Moshe Dayan.8

Sin embargo, nada podría ser más lejano de la verdad que las afirmaciones de ciertos sectores de la prensa burguesa —de las cuales hacen eco, con esperanzas, muchos liberales y radicales pequeñoburgueses, y la propia dirección de Hezbolá— de que a Israel se le propinó una derrota sin precedentes en la guerra, y que Hezbolá logró una victoria gloriosa. O que la creencia —un mito— supuestamente universal de todos los regímenes y corrientes políticas árabes o musulmanes en la invencibilidad militar de Israel ha sido destrozada, abriendo paso a crecientes reveses más y más devastadores para Israel en los años que vienen. En la medida que esa idea se haya arraigado entre algunas fuerzas árabes burguesas tras las guerras de 1967 y 1973, ya había quedado muy debilitada por la sobreextensión de Israel en la ocupación del sur de Líbano entre 1982 y 2000.

Tel Aviv y las Fuerzas de Defensa Israelíes (IDF) sí están pagando un precio político y militar por el hecho que no han librado una guerra desde 1982. Las operaciones de las IDF contra la resistencia palestina, que son fundamentalmente operaciones policiacas militarizadas, aunque sean de mayor escala, no son la misma cosa que combates contra fuerzas militares entrenadas, regulares o irregulares, en una guerra.

Los judíos en Israel siguen siendo sujetos al servicio militar obligatorio: los hombres por tres años y las mujeres por dos. Pero se han mermado los números y la disposición de combate de las reservas, que fueron un factor decisivo en la guerra de 1973 contra Siria y Egipto. Si bien por muchos años, todos los reclutas israelíes varones se mantenían en las reservas hasta los 51 años, y eran movilizados para entrenamientos un mes al año, ya se ha reducido a 40 años la edad para el servicio reservista, y las movilizaciones se han vuelto más infrecuentes. Ahora se va a revertir este debilitamiento de las IDF, aun frente a las quejas entre algunas capas de clase media y profesionales que se habían acomodado con esa situación. (Los que se deslizan suficientemente por la curva de campana9, en cualquier parte del mundo, siempre quieren que los hijos de otra gente muera protegiendo sus privilegios. Israel no es una excepción.)

Los gobernantes capitalistas de Israel se están aprestando para nuevas guerras que serán más extensas. Soportarán las muertes y bajas necesarias para defender al estado de Israel. Cualquier otra cosa sería como suicidio para ellos, y el pueblo trabajador no puede basar nuestra línea de acción en la ilusión de que el enemigo se va a autodestruir. Para impulsar estos preparativos de guerra, según señalaste en tu presentación para el foro, los gobernantes israelíes ahora reconocen que deben emprender su propia transformación militar, de una forma comparable a como lo ha estado haciendo la clase dominante de Estados Unidos durante un lustro10 (así como los gobernantes —a ritmos y en formas diferentes— del Reino Unido, Canadá, Australia y partes de Europa continental). Con todas las divisiones faccionales entre Likud, el Partido Laborista y Kadima, todos van a llevar a cabo este curso político. No les queda alternativa.

Ni tampoco debemos sacar la conclusión inmediata de que la guerra en Líbano o la crisis del gobierno dirigido por Kadima significa que los gobernantes israelíes van a hacer marcha atrás permanentemente en Gaza y la Margen Occidental.

Aún antes del conflicto de Líbano, el secuestro de un soldado israelí por fuerzas palestinas basadas en Gaza había retardado el proceso, y la guerra en Líbano traerá más secuelas en cuanto a lo que va a pasar y cuándo. Pero las tendencias objetivas que impulsan la trayectoria de los gobernantes israelíes, planteadas en nuestro documento para el congreso de 2006, no han cambiado.  
 
Fin de perspectiva del ‘Gran Israel’
“La perspectiva de un ‘Gran Israel’, que se extendiera del Mediterráneo hasta el río Jordán, se acabó desde la óptica de una mayoría decisiva de la clase dominante en ese país”, dijimos. Sharon, Olmert y otros dirigentes del estado y de las fuerzas armadas israelíes estaban empeñadas en “que el objetivo de Tel Aviv, ante todo, debe ser el de ‘asegurar una mayoría judía en el país’ ”. Como habíamos señalado, “Lo que los gobernantes israelíes buscan imponer para consolidar a Israel dentro de fronteras escogidas por ellos no es un ‘proceso de paz’, según lo denominan [los liberales] en los medios de difusión capitalistas…Las nuevas fronteras que impondrán van a corresponder aproximadamente al muro de 400 millas que los gobernantes israelíes están construyendo dentro de la Margen Occidental ocupada, que le recorta hasta un 10 por ciento de ese territorio ocupado para integrarlo a Israel. Es más, Tel Aviv pretende mantener a Jerusalén del Este, ciertos grandes asentamientos judíos en los suburbios de la Margen Occidental, así como sitios militares estratégicos a lo largo de la frontera con Jordania”.

La ilusión de Kadima de la “doctrina de desenganche” como algún tipo de curalotodo ha sufrido una ruda sacudida. Sin embargo, las condiciones para que Tel Aviv mantenga un “Gran Israel” por tiempo indefinido no son más favorables hoy que la situación que ha evolucionado a lo largo de la última década. El muro seguirá erigiéndose, y los gobernantes israelíes aún se verán obligados a responder a estas contradicciones inalterables.  
 
Trampa mortal para los judíos
3) Como dije durante nuestra conversación telefónica, la frase que frecuentemente usamos, que “Israel es una trampa mortal para los judíos”, se vuelve políticamente falaz cuando se abstrae del tiempo y del espacio. Se ha convertido gradualmente en un sustituto para el proceso de pensar en términos concretos: una frase, que no será acertada en ningún sentido literal y militar por un tiempo indefinido.

Al parafrasear esa idea perspicaz tomada del artículo inconcluso de Trotsky de 1940, tenemos la tendencia de truncar lo que dijo y no entender el planteamiento fundamental: un planteamiento que hoy es más cierto que nunca. Sí, Trotsky señaló que los sionistas, al establecer un estado colono-colonial en Palestina, transformarían esa región en “una trampa sangrienta” para los judíos allí. Pero después pasó inmediatamente a su conclusión política: “Nunca fue tan claro como lo es hoy”, escribió Trotsky, “que la salvación del pueblo judío está ligada inseparablemente al derrocamiento del sistema capitalista”. (León Trotsky, On the Jewish Question [Sobre la cuestión judía], pág. 16). Además, es inequívoco que Trotsky se refería al pueblo judío a nivel mundial, y no al minúsculo porcentaje que en esa época vivía en Palestina.

La dominación mundial del capital financiero en crisis: ésa es la verdadera trampa mortal para los judíos en la actualidad, como lo ha sido desde un principio. La trampa mortal significa echar tu suerte con los sectores políticamente dominantes y “culturalmente avanzados” del orden mundial imperialista, a medida que la composición social de la población judía en Estados Unidos y —posiblemente a un menor grado, no estoy seguro— en Europa se aleja en su gran mayoría de una composición obrera. También abordamos ese aspecto en el documento para el congreso de este año. Solo con observar los hechos demográficos sobre la población judía, señalamos, resultó que Estados Unidos, y no Israel, era la “tierra prometida”. Casi la mitad de los judíos en el mundo viven en Estados Unidos, considerablemente más que en Israel. Y aunque la gran mayoría de los judíos que emigraron a Estados Unidos a fines del siglo 19 o comienzos del siglo 20 eran trabajadores —muchos de ellos socialistas o comunistas— “la composición de clase de la población judía ha cambiado notablemente en el último medio siglo, con la mayoría de los hijos, nietos y bisnietos de estos inmigrantes integrándose a los sectores más acomodados de recaudadores de ‘rentas’ entre las clases medias y profesionales”.

Y concluimos, “Mientras rija el sistema imperialista…ni Estados Unidos ni otro país será la ‘tierra prometida’ para los judíos. Para los judíos en este país, las consecuencias del invierno largo y caliente en el cual se ha sumido el capitalismo mundial conllevarán más -y algo mucho peor— que la creciente inestabilidad e inseguridad económica que afectará a capas más y más grandes de las clases medias. Conllevarán un nuevo ascenso de organizaciones fascistas que dirigirán sus ataques no solo contra el movimiento obrero, los negros, las mujeres y otros oprimidos y explotados, sino que teñirán su demagogia radical anticapitalista y manía de conspiraciones con un mugriento odio antijudío y lanzarán ataques físicos contra judíos.

“La burguesía y sus voceros pequeñoburgueses —incluidos muchos que son judíos— promueven garantías cómodas de que ‘aquí no puede pasar’. Pero dichas ilusiones no les ofrecen más protección a los judíos en Estados Unidos (o Europa) imperialista que a los que estaban convencidos en los años 20 y 30 que se habían ‘asimilado’ plenamente a la sociedad capitalista en Alemania”.

Eso, ante todo, es la trampa mortal para los judíos que el movimiento comunista no solo debe explicar en términos de clase claros e intransigentes, sino que debe unirse con otros trabajadores de vanguardia para impedir que suceda por todos los medios necesarios.  
 
Métodos burgueses o revolucionarios
4) Vi a partir de tus apuntes sobre el periodo de discusión en Washington que dijiste algo así como que “también debemos recordar que los regímenes árabes en el periodo reciente han llevado a cabo masacres masivas de trabajadores y campesinos árabes que hacen parecer pequeñas las atrocidades israelíes”.

Ten cuidado. No hay duda que los regímenes burgueses árabes “han llevado a cabo masacres masivas de trabajadores y campesinos árabes”, y también curdos, turcos y otros trabajadores. Pero los comunistas no se dedican a sopesar los grados relativos de atrocidades por parte de regímenes de nuestros enemigos de clase que están en conflicto entre sí. Eso nunca es una guía política confiable para el movimiento proletario, incluida la cuestión de qué lado apoyar, si acaso alguno, en una guerra.

Lo que traté de plantear durante nuestra conversación por teléfono del sábado por la tarde era algo diferente, que tiene que ver específicamente con la guerra Irán-Iraq de los años 1980-88. Cientos de miles de soldados y civiles de ambos lados fueron muertos y mutilados durante esa guerra. ˇCientos de miles! Dentro y fuera de Irán, los comunistas llamaron a la derrota del régimen iraquí. Si bien Washington y otras potencias imperialistas declararon oficialmente su “neutralidad”, en realidad apoyaron a Bagdad, tanto política como materialmente.

Los gobernantes norteamericanos esperaban que una victoria iraquí liquidaría todos los vestigios de la revolución en Irán y permitiría la reimposición de un régimen en ese país que estuviera directamente sometido a los intereses imperialistas.

Lo que planteaba era un argumento doble: (1) que los trabajadores comunistas en Irán, y nuestro movimiento mundial, no daban apoyo político alguno al gobierno capitalista en Teherán; y (2) que la trayectoria política y militar del régimen reaccionario de Irán causó un sinnúmero de muertes innecesarias de soldados y civiles, tanto iraníes como iraquíes. Esos métodos no eran ni necesarios ni defendibles al perseguir ese objetivo —un objetivo que apoyamos— de derrotar al ejército invasor de Bagdad. Como sabemos —en el caso más reciente— por el historial del Ejército Rebelde y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, la estrategia y táctica militares de un liderazgo obrero revolucionario son consecuentes con nuestros hábitos y programa político proletarios, y no antagónicos a ellos.

Como sabes por tu propia experiencia política directa en Irán, ésa fue la línea y la trayectoria de nuestra organización en ese país durante la guerra Irán-Iraq.

Por eso, cuando publicamos “Los cañonazos iniciales de la tercera guerra mundial” en Nueva Internacional no. 1, también incluimos los documentos de 1980 y 1982 de nuestra organización en Irán (ver “El comunismo, la clase obrera y la lucha antiimperialista: lecciones de la guerra Irán-Iraq”, págs. 377-410).  
 
‘Islamofascismo’
A propósito, nuestro movimiento en Irán sentó otro buen ejemplo que recordé esta misma mañana. La columna de un conocido conservador burgués en el Wall Street Journal de hoy señala (no tengo manera de saber si tiene razón o no) que fue un “marxista” francés el primero en referirse a la República Islámica en Irán como “islamofascista”, remontándose a fines de los años 70. Además hubo “marxistas” dentro de Irán que, al consolidarse la contrarrevolución, usaron lenguaje parecido para describir al régimen en ese país. Y ese también es el término que, de una forma u otra, está usando ahora el presidente Bush —en sus comentarios recientes sobre una supuesta conjura contra aviones basada en Londres, así como en su discurso de enero sobre el estado de la unión— para describir a aquellos contra los cuales “esta nación está en guerra”, es decir, en la “guerra larga”.

Los camaradas en Irán no cayeron en esa trampa política hace un cuarto de siglo, como tampoco lo hacen los comunistas hoy en día. Analizamos al régimen capitalista bonapartista en Irán concreta y precisamente cuando iba surgiendo y cristalizándose. Y somos capaces de responder a las trayectorias antiobreras de los regímenes y las corrientes burgueses tanto en naciones opresoras como oprimidas —desde la administración Bush hasta la República Islámica en Teherán y otras demasiado numerosas para mencionar— sin confundir a los trabajadores y agricultores sobre lo que es realmente el fascismo. [Ver recuadro para leer una breve explicación del fascismo.—Dir.]

De hecho, son las fuerzas políticas que lanzan retórica tal como “islamofascismo” —tanto entre la derecha como entre la izquierda burguesa— cuya política está sembrando el terreno sobre el cual van a germinar verdaderos movimientos fascistas a medida que se ahonde la crisis del orden mundial imperialista y que los trabajadores y agricultores se organicen para poner en jaque el dominio capitalista.  
 
Construcción de partidos proletarios
5) Por último, el punto más importante es que, al explicar todo esto a trabajadores, agricultores y jóvenes, siempre hallamos formas de ligarlo concretamente a lo que los comunistas en este país —o donde sea que estemos trabajando— estamos haciendo al participar en la lucha de clases y al construir el movimiento proletario aquí. De otra manera, por más correcto que sea, no son más que comentarios. No es comunismo. No forma parte de la línea de marcha de la clase trabajadora hacia la dictadura del proletariado.
 

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Espero que estas observaciones te resulten útiles cuando hables en la conferencia educativa regional en las Ciudades Gemelas este fin de semana, y en la sesión final de la escuela de verano en Nueva York el siguiente fin de semana. Y de ahí en adelante.

Fraternalmente,
f/Jack
Jack Barnes


NOTAS
7. La resolución “La crisis mundial del imperialismo y la dinámica contradictoria de la vanguardia obrera” se adoptó en el congreso nacional del Partido Socialista de los Trabajadores en junio de 2006.

8. Golda Meir (1898-1978) fue primer ministro de Israel de 1969 a 1974. Moshe Dayan fue comandante de las fuerzas de Haganah en la guerra de 1948 que ocupó un papel central en el despojo del pueblo palestino y la creación del estado de Israel. Fue comandante en jefe del ejército israelí (1953-58) y ministro de defensa (1967-73).

9. Se refiere al libro The Bell Curve: Intelligence and Class Structrue in American Life (La curva de campana: inteligencia y estructura de clase en la vida americana) por Richard J. Herrnstein y Charles Murray, publicado en 1994. El libro pretende ofrecer una justificación “estadística” y “científica” para la riqueza y los altos ingresos de capas de clase media y profesionales argumentando que estos y otros privilegios son una recompensa por ser más inteligentes. Según los autores, cuando uno pasa desde los resultados de pruebas más bajos hasta los más altos, siguiendo una distribución estadística de los cocientes intelectuales (la curva de campana), los que pertenecen a las clases medias altas (“la élite cognitiva”, por su inteligencia “innata”, se concentrarán del lado derecho, del lado “más inteligente”. Los autores sostienen que los judíos, “específicamente los judíos askenazis de origen europeo”, son más inteligentes como promedio que otras personas, y que eso explica su “desproporcionado nivel de éxitos”.

10. Para leer una explicación del cambio actual en el despliegue global y en la estructura de las fuerzas armadas del imperialismo norteamericano y su estrategia militar, ver “Su transformación y la nuestra”, una resolución adoptada por el Partido Socialista de los Trabajadores en su congreso de 2005. Aparece en Nueva Internacional no. 6.
 
 
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