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Vol. 79/No. 7      2 de marzo de 2015

 
(Comentario)
¿Es la política de ‘ventanas rotas’
la causa de la brutalidad policíaca?

 
POR SETH GALINSKY
NUEVA YORK—Tras las protestas contra la muerte a manos de la policía de Eric Garner después de que policías de Staten Island le hicieran una llave estranguladora, muchos trabajadores están discutiendo qué se puede hacer para poner fin a la brutalidad policíaca. Algunos de los participantes de las protestas sostienen que el problema es consecuencia de la política de vigilancia de “ventanas rotas” de la policía de Nueva York. Este es un debate necesario para los trabajadores que buscan como avanzar.

Ventanas rotas debe su nombre a los que promueven la vigilancia preventiva, el intento de prevenir un crimen en vez de esperar y reaccionar después de que ya ha ocurrido. Dicen que hay una “conexión entre una ventana rota que fue desatendida y un millar de ventanas rotas”.

El uso de patrullas a pie en las comunidades de la clase obrera para reprimir delitos menores, “tales como la embriaguez pública y el consumo de drogas, peleas” y otros delitos menores conduce a menos delitos graves y, por tanto, menos detenciones, escribió el comisario de la policía de Nueva York William Bratton, uno de los arquitectos de ventanas rotas, en la edición de invierno de 2015 de la revista City Journal.

“La política de ventanas rotas no funciona: Además puede ser que mató a Eric Garner”, proclamó un titular en el sitio web del noticiero digital Slate en diciembre, al señalar la aserción de la policía de que Garner había cometido un delito menor por vender cigarrillos sueltos.

Pero la verdad es que hay un gran número de trabajadores —especialmente en las comunidades negras y latinas— que prefieren la vigilancia policíaca preventiva, y por una buena razón.

Pocos en Nueva York quieren regresar a la época cuando los policías se la pasaban sentados en la tienda de donas, haciendo un caso omiso de la delincuencia en los barrios negros y otros barrios de la clase trabajadora. La única vez que la gente veía a policías era cuando unidades como la patrulla de la Fuerza Táctica a principios de los 1960, una banda élite sumida en la corrupción, tiraban abajo las puertas con total impunidad y trataban brutalmente a cualquier residente que se interpusiera en su camino.

No fue hasta que se dio el ascenso de las movilizaciones de masas para derrocar la segregación racial Jim Crow y las rebeliones urbanas que sacudieron el norte, que los policías se sintieron obligados a patrullar y tomar en serio los delitos cometidos contra la gente de la comunidad negra.

Los trabajadores conocen de primera mano la brutalidad policial y no les gusta. También viven con el crimen y la violencia de las pandillas.

El asesinato de Garner ayudó a alimentar algunas de las más grandes —y más multinacionales— manifestaciones contra la brutalidad policial en años, algunas con una participación sindical importante. Las protestas son un indicio de lo que se ha ganado en la lucha en Estados Unidos durante las últimas décadas. Entre el pueblo trabajador de todas las nacionalidades hay menos tolerancia a la brutalidad policial, menos tolerancia a los policías corruptos, y menos aceptación del racismo.

Pero los opositores de la brutalidad policial que exigen el fin de la política de ventanas rotas no entienden la esencia de la cuestión. La policía lleva a cabo la forma de vigilancia que se les ordene para proteger y servir los intereses de los propietarios capitalistas acaudalados y sus ganancias, y para mantener al pueblo trabajador en su lugar, tratándonos con desdén. Su deber es defender el dominio del capital, no resolver crímenes contra el pueblo trabajador. A medida que se intensifique la lucha de clases, romperán huelgas y reprimirán manifestaciones.

Baja la tasa de asesinato
La política de ventanas rotas se puso en efecto en el metro de Nueva York en 1990 y en la ciudad en general en 1994. Los asesinatos en la ciudad alcanzaron su punto máximo de 2 605 en 1990 y desde entonces han disminuido casi cada año. Y el cambio hacia las patrullas policíacas en las comunidades de los oprimidos implementando políticas preventivas es un factor.

La política de “detener y registrar” es una forma diferente de vigilancia preventiva, basada en la violación del derecho constitucional en contra de las pesquisas y detenciones injustificadas incautación. Bajo la política de detener y registrar, miles de jóvenes, en su mayoría jóvenes negros, han sido detenidos, la mayoría de las veces sin motivo legítimo, registrados y luego puestos en libertad.

Antes de que los funcionarios de la ciudad de Nueva York redujeran su política de detener y registrar, “me detenían casi a diario, y sin una buena razón”, dijo al Militante Martín Martínez, un trabajador de almacén desempleado en Brooklyn.

Después de que las protestas públicas llevaron a una reducción de esta política, dijo Martínez, ya no lo han detenido. “Es tanto positivo como negativo”, dijo. “Hoy suceden más cosas en mi barrio que no deberían pasar”.

Pero los trabajadores no pueden aceptar restricciones de sus derechos democráticos y políticos básicos, ya sean o no “eficaces” en combatir el crimen.

Los lazos de solidaridad entre los trabajadores se fortalecen en tiempos de crecientes luchas sociales. En el proceso de ser atraídos a una revolución como en Cuba en 1959, los trabajadores adquieren un sentido cualitativamente distinto de su valor propio y se transforman a si mismos, a medida que se destruye la motivación antisocial de ruda competencia del capitalismo.

Con el tiempo la necesidad de una fuerza policial desaparecerá. Hasta entonces, un gobierno proletario revolucionario tendrá que poner en marcha su propia forma de vigilancia preventiva, pero con un tipo diferente de fuerza policíaca, una que defiende los intereses del pueblo trabajador y se organiza como parte de los esfuerzos más amplios para integrar a todos en la obra de construir una nueva sociedad.
 
 
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