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Vol. 78/No. 33      22 de septiembre de 2014

 
Kurdos enfrentan Estado Islámico,
EEUU lanza más ataques en Iraq
(artículo principal)  

POR BRIAN WILLIAMS
Durante varias semanas, las fuerzas kurdas han estado asestando golpes a las fuerzas del Estado Islámico en el norte de Iraq y en el proceso, han estado fortaleciendo la lucha por una patria kurda. Al mismo tiempo el gobierno de Barack Obama está expandiendo sus operaciones militares en una guerra que ha llevado a Washington a una causa común con Bagdad, las milicias chiítas sectarias y el gobierno de Irán.

El Peshmerga, el ejército del Gobierno Regional Kurdo de Iraq, recapturó el Monte Zartak, de importancia estratégica, el 6 de septiembre. La montaña domina una llanura que se extiende hasta la ciudad iraquí de Mosul, la cual las fuerzas reaccionarias del Estado Islámico capturaron en junio. El éxito del Peshmerga no sólo es importante para la defensa de Kurdistán que es cada vez más autónomo, dijo a la BBC el comandante elite kurdo Gene Aziz Oweisi, pero “también es importante para los iraquíes porque es un paso hacia la toma de Mosul”. La operación terrestre fue asistida por los ataques aéreos de Estados Unidos.

Al día siguiente, los militares de Estados Unidos ampliaron sus ataques aéreos en la provincia de Anbar, cerca de la Presa de Haditha, a unas 150 millas al noroeste de Bagdad, y detuvieron los avances de las fuerzas del Estado Islámico.

El Pentágono planea ampliar los ataques aéreos en el norte y oeste de Iraq y redoblar sus esfuerzos para capacitar, asesorar y equipar a las fuerzas armadas iraquíes, así como proporcionar ayuda limitada a los combatientes kurdos.

Mientras tanto, los trabajadores en Siria siguen soportando la peor parte de una guerra civil que ya lleva tres años y medio de duración con una brutalidad asesina infligida a la población civil por las fuerzas leales al presidente Bashar al-Assad, el Estado Islámico, que controla un tercio del territorio del país, y otras formaciones.

En la reunión de la OTAN, el secretario de estado John Kerry y el secretario de defensa Charles Hagel se reunieron con funcionarios de los gobiernos de Gran Bretaña, Francia, Alemania, Canadá, Australia, Turquía, Italia, Polonia y Dinamarca, todos los cuales estuvieron de acuerdo en apoyar la lucha contra el Estado Islámico. El 8 de septiembre, la Liga Arabe de 22 miembros votó a favor de combatir las fuerzas del Estado Islámico, aunque no apoyó de forma explícita las acciones militares estadounidenses.

El gobierno de Canadá a principios de septiembre envió varias decenas de asesores militares a Iraq a trabajar con los casi 1 200 militares norteamericanos en el país, que incluyen las fuerzas de operaciones especiales con sede en la ciudad kurda de Erbil.

Londres, París y Berlín anunciaron que estaban enviando equipos militares a las fuerzas de Peshmerga, pero poco ha llegado aún, informó la agencia de noticias kurda Rudaw. Aviones con ayuda militar están obligados a aterrizar primero en Bagdad para ser inspeccionados antes de ser enviados a Erbil.

Aunque Teherán no está incluido oficialmente en la lista de la “coalición” de Washington, ambos gobiernos están apoyando al gobierno dominado por los chiítas en Bagdad. Y aunque que ni Washington ni los gobernantes iraníes quieren ver la creación de un Kurdistán independiente, ambos están proporcionando alguna ayuda a las fuerzas kurdas.

Kurdos de Irán también se unieron a las batallas junto a las fuerzas kurdas iraquíes. Miembros del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) de Turquía continúan luchando bajo el mando de Peshmerga. Los combatientes del Estado Islámico “tienen mucho miedo a la muerte, ya que están aquí sólo para matar a la gente”, dijo a Stars and Stripes Felice Budak, de 24 años, una de las mujeres combatientes del PKK, que representan un número considerable. “No me importa hacerlo una y otra vez. Ya he luchado en Turquía, Irán y Siria”.

Los esfuerzos del nuevo primer ministro de Iraq Haider al-Abadi para formar un gobierno han estado plagados de conflictos sobre los derechos de los kurdos en la región autónoma del Kurdistán en el norte de Iraq. A principios de este año Bagdad dejó de pagar los salarios a los empleados del KRG en represalia por la exportación independiente de petróleo por los kurdos a través de puertos turcos.

El surgimiento del Estado Islámico se aprovechó de resentimientos entre los sunitas por la discriminación y la marginación bajo el gobierno iraquí dominado por los chiítas del ex primer ministro Nouri al-Maliki, después de que la invasión liderada por Washington derrocó a Saddam Hussein en 2003.

El liderazgo militar central del Estado Islámico proviene de oficiales del ejército del Partido Baazista que sirvieron bajo Hussein. Otros componentes incluyen islamistas fanáticos extranjeros y combatientes de las tribus sunitas árabes de Siria e Iraq. En Iraq, por ejemplo, miembros de la tribu Dulaim, con 3 millones de personas, se manifestaron contra el gobierno en 2012. Maliki los reprimió, lo que produjo una rebelión. Con el tiempo muchos llegaron a respaldar la ofensiva emprendida por el Estado Islámico.  
 
 
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