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Vol. 78/No. 17      5 de mayo de 2014

 
Trabajadores venezolanos desconfían
de la oposición pro imperialista
(portada)
 
POR SETH GALINSKY  
Un año después de la muerte del presidente venezolano Hugo Chávez, fuerzas opositoras pro-imperialistas están aprovechando las crecientes crisis sociales y el descontento con el partido gobernante, el Partido Socialista Unido de Venezuela, para incrementar sus esfuerzos para apoderarse de las riendas del gobierno.

Por más de una década y media Washington ha respaldado intentos para derrocar al gobierno venezolano y poner fin a sus íntimos lazos comerciales y diplomáticos con Cuba revolucionaria.

Desde mediados de febrero la oposición ha organizado muchas manifestaciones —sobre todo entre estudiantes universitarios, profesionales de clase media, y comerciantes—, ha bloqueado avenidas importantes con barricadas y atacado oficinas gubernamentales y de la policía con piedras y cocteles molotov. Sin embargo, como lo explicó un artículo del New York Times del 28 de febrero, las protestas han sido “dominadas por residentes de clase media y alta” y aun los que se oponen al gobierno “no tienen confianza en la oposición”.

La respuesta del gobierno del presidente Nicolás Maduro —ordenar ataques de la policía con gases lacrimógenos y balas de goma, detener a algunos de los dirigentes de las protestas y expulsar a periodistas extranjeros— ha estimulado el aumento de las protestas. Algunas de las organizaciones de barrio pro-gubernamentales, conocidas como colectivos, han atacado las manifestaciones de la oposición. Al menos 25 personas murieron en choques entre opositores y fuerzas gubernamentales durante el mes pasado.

La crisis mundial del capitalismo ha golpeado duramente a Venezuela. Las políticas del gobierno, supuestamente diseñadas para suavizar los efectos de la crisis por medio de la reglamentación estatal, controles de la moneda y los precios, proyectos de construcción, y otras medidas, por lo general han fracasado. En ciertos casos, estas políticas mismas han creado problemas adicionales, o han provocado actos de sabotaje de los capitalistas.

La inflación alcanzó más del 56 por ciento en 2013. Escaseces de productos básicos, desde el papel higiénico hasta el pollo y el aceite para cocinar son endémicos. La tasa de delincuencia violenta, que incluye a 16 mil muertos en 2012, es una de las más altas del mundo. Solo en Caracas hay decenas de miles de personas que viven en edificios que no se terminaron de construir, en centros comerciales y en albergues para desahuciados. Se estima que hay una carencia de 400 mil viviendas en esta ciudad.

Cuba: Blanco de la oposición

Los partidos de la oposición culpan a las políticas del gobierno por las condiciones económicas, y especialmente a la cooperación y los pactos comerciales con Cuba revolucionaria. Su “solución” se centra en terminar los lazos con Cuba y poner fin a todas las trabas que impiden maximizar las ganancias de los propietarios privados a expensas del pueblo trabajador. La dirigente de oposición María Corina Machado, diputada de la Asamblea Nacional, ha dicho que ella favorece el “capitalismo popular” y la privatización de las fábricas que son propiedad del estado.

Machado, y el otro dirigente de la oposición, Leopoldo López, ambos de familias capitalistas, dicen ser defensores de los derechos democráticos. Ambos apoyaron el golpe militar contra Chávez en 2002, el cual contaba con el apoyo de Washington y fue derrotado dos días después por las movilizaciones espontáneas del pueblo trabajador.

Chávez fue elegido inicialmente en 1998 con un apoyo amplio, seis años después de que había dirigido un fallido golpe de estado contra el poco popular gobierno de Carlos Andrés Pérez.

El gobierno de Chávez utilizó las ganancias de la industria petrolera estatal, buena parte de la cual fue nacionalizada bajo Pérez, para subsidiar vivienda, productos alimenticios, programas gubernamentales, y para financiar la extensión del cuidado médico. Contrató a empresas de la construcción para que construyeran viviendas y expandieran el transporte público para los barrios más pobres. Alrededor de 160 mil campesinos recibieron títulos de terrenos baldíos, a la vez que más del 80 por ciento de la tierra agrícola quedaba en manos de los capitalistas.

Chávez crítico abiertamente la política del imperialismo estadounidense en América Latina y el mundo entero, a la vez que rechazó la necesidad de una revolución socialista. En su lugar, avanzó la perspectiva de un “tercer camino” entre el capitalismo y el socialismo para mejorar las vidas de los trabajadores y campesinos, sin dejar de defender a la nación venezolana —tanto a los capitalistas patrióticos como a los trabajadores.

Por ejemplo, en una entrevista en 2008, Christopher Hitchens le preguntó a Chávez cuál era la diferencia entre él y el dirigente cubano revolucionario Fidel Castro. “Fidel es comunista, yo no. Yo soy socialdemócrata”, dijo Chávez. Fidel es marxista-leninista. Yo no. Fidel es ateo. Yo no”.

A través de acuerdos cooperativos entre los gobiernos de Venezuela y Cuba, La Habana ayudó a establecer programas sociales conocidos como “misiones”, que contaban con decenas de miles de voluntarios cubanos, desde maestros y entrenadores deportivos a agrónomos. Una de las misiones. conocida como Barrio Adentro, con un personal de 20 mil médicos cubanos provee hoy en día cuidado médico a trabajadores por todo el país.

Políticas anti-imperialistas

Venezuela provee a Cuba con 100 mil barriles de petróleo diarios a precios preferenciales, lo que ha resultado en un salvavidas para Cuba, reemplazando el petróleo que recibía de la Unión Soviética antes de que ésta colapsara.

Los lazos entre Caracas y La Habana y el establecimiento por parte de lo s dos gobiernos de nuevas alianzas comerciales y diplomáticas en América Latina y el Caribe para contrarrestar la dominación imperialista norteamericano de la región, han provocado la ira de Washington.

Entre estas alianzas se encuentran la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), un bloque comercial de nueve países latinoamericanos formado en 2004, y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), una alternativa a la Organización de Estados Americanos, dominada por Estados Unidos. En 2005 el gobierno venezolano lanzó PetroCaribe, la cual suministra a Cuba y otros 13 países caribeños con petróleo a precios preferenciales, aflojando así el sofocante yugo de los monopolios petroleros dominados por el imperialismo.

Los subsidios gubernamentales y los programas sociales establecidos desde 1998 han ayudado a mejorar las condiciones de vida del pueblo trabajador. A la vez, han buscado fortalecer la dependencia de los trabajadores en el estado capitalista. Hoy día, muchos de los programas del gobierno están en decadencia, a la vez que el gobierno se ha debilitado al perder la fuerza bonapartista que tenía con Chávez.  
 
 
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