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Vol. 78/No. 6      17 de febrero de 2014

 
El empleo está estancado, los
capitalistas guardan fondos
(portada)
 
POR BRIAN WILLIAMS  
Todos los días la prensa capitalista presenta uno u otro comentario sobre alguna tendencia que demuestra que hay una recuperación económica. Sin embargo, más de cinco años después de la recesión de 2007 a 2009 todavía no hay indicios de expansión en la capacidad productiva o en el empleo, la única base para que la crisis mundial del capitalismo pueda dar marcha atrás.

A pesar de la tasa oficial de desempleo del 6.7 por ciento destacada en las noticias, el porcentaje de la población que carece de trabajo se ha mantenido al mismo bajo nivel del 58.5 por ciento en los últimos cuatro años.

La producción manufacturera solo recientemente alcanzó los niveles de 2007, mientras que la población de Estados Unidos ha aumentado en un 5 por ciento. Aún más notable es el hecho de que hoy en día la misma cantidad de trabajo es realizada por muchos menos trabajadores. Los capitalistas lo llaman “productividad” y lo consideran una tendencia buena. Los trabajadores lo conocen como aceleración del trabajo, menos cuidado a la seguridad y como un método para evitar quejas. Hoy hay 12.5 por ciento menos trabajos manufactureros que cuando la recesión empezó en diciembre de 2007, según el Buró de Estadísticas Laborales.

“El número de puestos en la manufactura creados desde enero de 2010 en Estados Unidos, 568 mil, es solo una pequeña fracción de los casi seis millones de puestos perdidos entre 2000 y 2009”, declara un artículo del 26 de enero del New York Times titulado “El mito de la recuperación industrial”.

Junto a la campaña de aceleración del trabajo, los patrones han atacado los salarios y beneficios ganados en las luchas del pasado, un ataque contra la clase trabajadora que aún no ha sido contrarrestado por el tipo de resistencia que pueda detenerlo.

Desde el fin de la recesión en junio de 2009, los salarios reales de los trabajadores automotrices han bajado en un 10 por ciento; para todos los trabajadores manufactureros en su conjunto, los salarios han bajado un 2.4 por ciento.

Un indicio aproximado del aumento de la tasa de explotación es la proporción del producto nacional bruto (PNB) que representan los salarios. Entre 1950 y 2000 los salarios eran entre el 61 y 65 por ciento del PNB en Estados Unidos, según el Financial Times. “Luego, algo pasó. En 2000 se desplomó, y hoy es del 57 por ciento, la cifra más baja en la historia”.

Los patrones no están expandiendo la capacidad productiva ni el empleo porque piensan que ésta no es la mejor manera de aumentar sus ganancias. Lo que esta sucediendo es parte de una tendencia a largo plazo, basada en el funcionamiento lógico del capitalismo y no en políticas gubernamentales o el mal comportamiento de capitalistas, que pueden ser corregidos con la regulación apropiada.

“No es que los capitalistas se abstengan de hacer grandes inversiones para expandir la capacidad productiva porque hayan decidido canalizar demasiado capital hacia el mercado de valores, la especulación de bienes raíces, la usura o la aceleración del ritmo de producción en fábricas anticuadas”, explica una resolución adoptada en 1998 por el congreso del Partido Socialista de los Trabajadores, titulada “Lo que anunció la caída de la bolsa de valores de 1987”, en Nueva Internacional número 4. “La causa y el efecto funcionan a la inversa. Los explotadores están invirtiendo su capital en mejoras de equipo para ‘economizar mano de obra’ y en especulativas obligaciones de valores, porque esto da un mejor rendimiento que las inversiones en la construcción de fábricas nuevas, la instalaciones de nuevas tecnología y la contratación de grandes cantidades de fuerza de trabajo adicional”.

Esto es más cierto hoy que hace 25 años. Los ardides monetarios y fiscales del gobierno, que han mantenido las tasas de interés a casi 0 por ciento para reducir el costo de prestamos a los capitalistas, no han hecho diferencia. Un síntoma de la crisis es la masiva acumulación de efectivo de las grandes corporaciones y el aumento de la concentración del capital en un número menor de bancos que son más poderosos.

A finales de 2012, las 975 compañías no financieras más grandes del mundo tenían 3.2 billones de dólares en efectivo, un aumento del 36 por ciento en cuatro años, según informes del Financial Times. En Estados Unidos el acaparamiento de efectivo de las empresas es 1.5 billones de dólares.

Las ganancias combinadas de los seis bancos más grandes de Estados Unidos —Bank of America, Citigroup, Goldman Sachs, JP Morgan Chase, Morgan Stanley y Wells Fargo— aumentó en un 21 por ciento en 2013 a $74.1 mil millones, el nivel más alto desde 2006.

Estos bancos también redistribuyen las ganancias obtenidas del trabajo del pueblo trabajador mediante la compra de papel comercial, incluyendo derivados, incumplimientos crediticios y otros “instrumentos” financieros. En el segundo trimestre de 2013, tales inversiones generaron más del 60 por ciento de las ganancias de Citigroup y 40 por ciento de las de JPMorgan Chase, según The New Yorker.  
 
 
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