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Vol. 77/33      23 de septiembre de 2013

 
Panel debate lucha contra racismo
anti-chino en EUA vs. Cuba

POR PATRICK BROWN  
KUALA LUMPUR, Malasia — El origen de la discriminación, la violencia y la política del gobierno en contra de los chinos en Estados Unidos, así como el lugar de los chino-americanos en la lucha de clases en Estados Unidos, fueron el enfoque de una discusión y debate durante un panel sobre “Los chinos en las Américas” en la conferencia de la Sociedad Internacional para el Estudio de los Chinos de Ultramar (ISSCO) celebrada aquí del 17 al 18 de agosto.

Gran parte de la discusión se centró en las tres décadas turbulentas y cruciales en la historia de Estados Unidos que incluyeron la fiebre del oro en California de 1848 a 1858, la Guerra Civil de 1861 a 1865, los gobiernos de la Reconstrucción Radical formados después de la guerra en los estados en los que la esclavitud había sido derrotada y, para 1877, el aplastamiento sangriento de esos regímenes democráticos populares.

Esta historia fue contrastada con la lucha revolucionaria por la independencia España y para abolir la esclavitud y todas las formas de servidumbre. Se destacó el papel de los trabajadores inmigrantes chinos en la lucha de clases en ambos países.

El evento fue presidido por Khun Eng Kuah-Pearce, miembro del consejo de ISSCO. El primero de los cinco panelistas fue Setsuko Sonoda de la Universidad de Mujeres de Kobe en Japón. Sonoda habló sobre las Asociaciones Benévolas Consolidadas Chinas organizadas en San Francisco y otras ciudades para defender a los chinos que fueron atacados bajo la Ley de Exclusión China promulgada en 1882, que inicialmente detuvo toda la inmigración de China por 10 años y terminó siendo extendida hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial. Se organizaron asociaciones similares en Canadá, Perú y Cuba, dijo Sonoda.

Chuimei Ho y Bennet Bronson, ambos del Comité de Investigación de los Chinos del Noroeste de América, presentaron información sobre la historia de las mujeres chinas en Estados Unidos y Canadá entre 1860 y 1920. Destacaron la resistencia de las mujeres a su opresión como sexo y al racismo anti-chino.

Los otros dos panelistas presentaron perspectivas muy diferentes sobre las fuerzas de clase que impulsaron la campaña para usar a los chinos como chivos expiatorios y excluir a los inmigrantes de China en California durante el siglo 19.

Agitación anti-china en California

Cao Yu, de la Universidad Jinan en la provincia de Shandong en China, presentó la ponencia “Compromiso y conflicto: Un estudio comparativo sobre los inmigrantes chinos y los irlandeses en California de 1848 a 1882”. Enfrentando una intensa discriminación en base a la raza o religión, dijo Yu, en Estados Unidos los trabajadores que habían emigrado de Irlanda y de China acabaron en competencia y conflicto.

Yu se enfocó en el papel del Partido de los Trabajadores de California bajo la dirección de Denis Kearney. Durante la crisis económica posterior a la Guerra Civil, el partido utilizó como chivos expiatorios a los chinos, que competían por trabajos en California y en particular, enfrentando a los inmigrantes chinos contra los trabajadores de origen irlandés.

Yu dijo que el Partido de los Trabajadores y los obreros irlandeses que lo apoyaron eran la fuente principal del racismo violento que enfrentaron los chinos. El “movimiento obrero”, dijo, “puso en peligro la inmigración china”, y a menudo “el impacto más severo provenía de los estratos más marginados de la sociedad y del movimiento de izquierda”.

En su ponencia, que fue distribuida por escrito a los participantes de la conferencia, Yu aconsejó a los chinos a “que traten de prevenir que la fuerza obrera y los partidos de izquierda tomen el poder”. Instó a formar una “alianza con otros partidos y con los capitalistas”, para evitar que “los partidos de izquierda se conviertan en la mayoría del parlamento”.

Cuba y Estados Unidos

En su presentación sobre “La lucha contra el racismo anti-chino en Cuba y en Estados Unidos, de 1865 al presente”, Mary-Alice Waters, presidenta de la editorial Pathfinder, presentó perspectivas completamente diferentes —en términos de clase— a las de Cao Yu. Waters es la editora de Nuestra historia aún se está escribiendo: La historia de tres generales cubano-chinos en la Revolución Cubana, publicado por Pathfinder en 2005.

Entre 1846 y 1875 llegaron a Estados Unidos y a Cuba, casi la misma cantidad de chinos, señaló Waters. Vinieron a California para buscar oro, y luego como trabajadores de contrata para construir el ferrocarril transcontinental. Mientras tanto, chinos fueron traídos a Cuba como trabajadores en servidumbre a las plantaciones azucareras.

Durante ese cuarto de siglo, dijo Waters, “Cuba y Estados Unidos fueron estremecidos por profundas luchas revolucionarias—en las que se derramó sangre para lograr la abolición de la esclavitud y la servidumbre involuntaria. En Cuba, miles de trabajadores de contrata chinos se unieron a los ejércitos que luchaban para la independencia de España y para poner fin a todo el trabajo de servidumbre. En cambio, en Estados Unidos los trabajadores que habían emigrado de China estaban distanciados de los campos de batalla políticos y militares de la Guerra Civil de 1861 a 1865.

“En ambos países, la clase capitalista en ascenso, junto con fuerzas plebeyas y de clase media, eventualmente salieron victoriosos”, dijo Waters. “Pero las diferencias en el peso social y político de los trabajadores chinos en los dos países marcaron profundamente sus futuras historias”.

En contraste con sus homólogos en Cuba, para entonces el mayor productor de azúcar en el mundo, los inmigrantes chinos en Estados Unidos no estaban concentrados en el centro de producción para el mercado mundial, y no tuvieron la oportunidad de estar al centro de las luchas revolucionarias.

Waters señaló una excepción. En Luisiana y Mississippi durante los años inmediatamente después de la Guerra Civil, los propietarios de esclavos derrotados importaron varios miles de trabajadores chinos de Cuba, con la esperanza de que serían un remplazo “dócil” de sus ex esclavos.

Pero no sucedió así, dijo Waters. Estos trabajadores no sólo ya habían “experimentado el odiado sistema del trabajo bajo contrato en Cuba, sino que también habían sido infectados por las luchas revolucionarias allá”, dijo. “Muchos se unieron a los esclavos liberados, los agricultores pobres, y otros trabajadores del delta del Mississippi”, participando en las milicias armadas que lucharon contra el terror contrarrevolucionario de los Caballeros Blancos y otros escuadrones armados de los dueños de plantaciones.

Fue precisamente este tipo de unidad “lo que temían los capitalistas industriales del norte que habían salido victoriosos en la Guerra Civil”, dijo Waters. “Este es el contexto histórico político y económico en el cual tenemos que entender el auge de los prejuicios y la violencia anti-china en California y la adopción de la ley federal de exclusión china en 1882”.

Aunque muchos trabajadores fueron empujados hacia los prejuicios anti-chinos, señaló Waters, “el Partido de los Trabajadores de California no era una organización obrera. Estaba atado al Partido Demócrata que encabezó la oposición burguesa a la guerra revolucionaria que abolió la esclavitud. Su líder central era un pequeño comerciante”.

“El racismo anti-chino sirvió los intereses de la naciente clase capitalista financiera. No favorecía los intereses de la clase obrera; era un golpe a la solidaridad obrera; debilitó y dividió el movimiento obrero, y retrasó la acción y la organización política independiente de la clase obrera”, enfatizó.

El ejemplo de la Revolución Cubana

Waters inició y concluyo sus palabras contrastando la ausencia de la discriminación y los prejuicios contra los cubanos de ascendencia china hoy en día, con el racismo que los chinos y sus descendientes enfrentan en Estados Unidos y en otros países en donde se han asentado. Explicó las razones por lo que esto ha llegado a ser posible durante el más de medio siglo desde el triunfo de la revolución de 1959 en ese país.

“No hay ‘techo de cristal’ en Cuba, ni hay empleos especiales para chinos allí”, subrayó. “Los barrios chinos han desaparecido en La Habana y en otras ciudades, porque ya no hay necesidad de que las personas de ascendencia china se concentren para protegerse o para ganarse la vida”.

En el período de discusión, el organizador de la conferencia Ho Khai Leong —profesor de la Universidad Tunku Abdul Rahman de Kuala Lumpur, cuya facultad y alumnado colaboraron con la ISSCO para organizar la conferencia— le hizo una pregunta a Waters. ¿Qué es lo que ella considera es “el elemento especial de la ideología política de Cuba que hace que la discriminación contra los chinos este totalmente ausente de su política?” dijo Leong. “¿Estamos hablando[también] de la ausencia completa de la discriminación contra otros grupos étnicos en Cuba?”

Waters recordó que en 1999, en una conferencia regional de la asociación de los chinos de ultramar en La Habana, Wang Gungwu, presidente fundador de la ISSCO, había hecho una pregunta similar a Moisés Sío Wong. Sío Wong, Waters explicó, fue “un general de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, hijo de padres chinos”. Es uno de los autores de Nuestra historia aún se está escribiendo.

Sío Wong respondió a la pregunta de Wang Gungwu señalando primero el lugar importante de los chinos en las luchas revolucionarias de Cuba desde el comienzo de las guerras de independencia de España a finales del siglo 19. Pero ésa no era “la respuesta más fundamental”, dijo él. “Porque antes de la revolución de 1959, también se discriminaba a los chinos en Cuba”.

La diferencia en Cuba, señaló Sío Wong, es lo qué ha pasado desde la revolución. “Aquí se realizó una revolución socialista”.

“Cuba ha eliminado el capitalismo, los fundamentos económicos en los cuales se basa la sobre-explotación de los chinos”, dijo Waters. “Y eso ha permitido emprender el tipo de lucha que se ha librado allí para eliminar la discriminación y el prejuicio basados en el color de la piel de una persona”.

“Se han tomado pasos enormes en Cuba”, dijo Waters, “pero la historia ha mostrado que fue más fácil eliminar los prejuicios contra los cubanos de ascendencia china que contra los cubanos que son negros. Eso sigue siendo una batalla”.

El embajador de Cuba en Malasia, Rubén Pérez, que estaba en el público con otros dos miembros de la embajada de Cuba, se unieron al debate al final de la sesión. “En mi país,” observó, “no hay personas de solo una raza”.

“Es muy importante tomar en cuenta esto”, enfatizó Pérez. En Cuba, “tus antepasados pueden venir de África, del Medio Oriente, de Europa, o de China. ¡Defender la discriminación en Cuba implica justificar la discriminación contra uno mismo!”  

 
 
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