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Vol. 76/No. 45      10 de diciembre de 2012

 
FBI y el ‘escándalo Petraeus’: Derecho
a privacidad es clave para clase obrera
(especial, comentario)
 
POR LOUIS MARTIN
El derecho a la privacidad contra el espionaje policial es uno de los temas centrales planteados para el pueblo trabajador en el actual escándalo que rodea la reciente renuncia del ex general David Petraeus como director de la CIA, y en la investigación por el Pentágono de “correos electrónicos inapropiados” por parte del general John Allen, jefe de las fuerzas estadounidenses y de la OTAN en Afganistán.

El 9 de noviembre el director de la CIA Petraeus anunció repentinamente su dimisión después de que el FBI descubrió que tenía una relación extra-martrimonial con Paula Broadwell, su biógrafa.

Los medios de comunicación se lanzaron tras el escándalo como pirañas a un pedazo de carne, participando en la fiebre por desenterrar detalles sobre las vidas privadas de los generales. Esta tontería inútil, de ningún interés directo para la clase obrera, es de una pieza con la profundización del faccionalismo, la demagogia y degradación del discurso político que caracteriza a la política burguesa en Estados Unidos hoy en día —entre y dentro de sus dos partidos, en sus fuerzas armadas y entre su “comunidad de inteligencia”.

Si el FBI no tiene ningún problema espiando contra los funcionarios de las fuerzas armadas y de los servicios de inteligencia de más alto rango, entonces mucho menos les molesta espiar, hacer casos amañados y victimizar a militantes obreros y otros que ellos consideran una amenaza a los intereses de los gobernantes capitalistas.

Según informes de prensa, el FBI inició la investigación después de que Jill Kelley, una conocida de Petraeus tanto como Allen, se quejó en junio de haber recibido correos electrónicos amenazantes, que en última instancia fueron rastreadas a Broadwell. Mientras que husmeaban en las comunicaciones de Broadwell, los policías federales descubrieron su romance con Petraeus.

Pero a medida que los fisgones se estaban metiendo en los correos electrónicos de Kelley, encontraron que había recibido miles de mensajes de Allen. El Pentágono anunció el 13 de noviembre que Allen estaba bajo investigación y que su candidatura para ser el próximo jefe del Comando Europeo de Estados Unidos y el comandante de las fuerzas de la OTAN en Europa se había puesto en espera.

Estos acontecimientos han provocado un borbotón de atención de los medios sobre la expansión acelerada del espionaje por el gobierno sobre las comunicaciones electrónicas. Y esto sí es de interés directo para la clase obrera.

“El espionaje autorizado ha silenciosa pero rápidamente llegado a un nivel sin precedentes en Estados Unidos”, escribió Joseph Menn el 17 de noviembre en un informe de Reuters. El FBI “puede obtener información técnica sobre las cuentas de correo electrónico de los ciudadanos privados con solo una citación”, la cual “no requiere la aprobación de un juez”.

Bajo la Ley de Privacidad de Comunicaciones Electrónicas de 1986, ni siquiera se requiere una orden judicial de “sello de goma” para correos electrónicos de seis meses o más de antigüedad. “Incluso si los correos electrónicos son más recientes, el gobierno federal necesita una orden de registro solo para un correo electrónico ‘no abierto’”, informó Nicole Perlroth el 16 de noviembre en el New York Times. “Los demás requieren solo una citación”.

El proveedor de Internet Google informó el 13 de noviembre que recibió peticiones de agencias gubernamentales estadounidenses para datos de más de 16 mil cuentas durante en el primer semestre del año, frente a 12 mil en el semestre anterior. Se cumplió con el 90 por ciento de ellos.  
 
 
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