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Vol. 76/No. 14      9 de abril de 2012

 
Protestan linchamiento
de Trayvon Martin
Exigen arresto de pistolero extrajudicial
(artículo principal)
 
POR TOM BAUMANN  
SANFORD, Florida, 26 de marzo—La semana pasada brotaron protestas en cientos de ciudades y pueblos por todo Estados Unidos en respuesta al linchamiento estilo moderno y el encubrimiento policial que ocurrieron en esta ciudad el 26 de febrero. Trayvon Martin, un joven negro desarmado de 17 años de edad, fue muerto de un tiro por el autoproclamado “vigilante del barrio” George Zimmerman.

Más de 2 mil personas, estudiantes y trabajadores, mayormente afroamericanos, marcharon aquí al cumplir un mes de la muerte de Martin. Coreando “¡arresten a Zimmerman ya!” y “Vergüenza, vergüenza, policía de Sanford”. En el estado vecino de Georgia unas 8 mil personas se concentraron en el capitolio del estado en Atlanta.

“El racismo aquí no es nada raro”, dijo Shatee Hall, de 39 años de edad, asistente médico y residente de Sanford que asistió a la protesta como parte de un contingente de unos sesenta miembros de su sindicato, la unión de empleados de servicio SEIU 1199 East. “Siempre ha habido problemas de racismo en el Departamento de Policía de Sanford”.

“No exigimos ojo por ojo. ¡Pedimos justicia! ¡justicia! ¡justicia!” dijo el padre de Trayvon, Tracy Martin, quien trabaja como chofer de camión.

La manifestación fue la última de una serie de protestas que se han realizado aquí. La más grande, un mitin en el que participaron unas 10 mil personas, organizado por el reverendo Al Sharpton, tuvo lugar el 22 de marzo. Ese mismo día el jefe de la policía de Sanford, Bill Lee, anunció que iba a renunciar su cargo temporalmente “con la esperanza de que se restaure un poco de calma en una ciudad que ha estado alborotada por varias semanas”.

Martin, un estudiante de secundara de Miami, que pesaba 140 libras, estaba en Sanford, a 25 millas al norte de Orlando, visitando a su padre. Caminaba con una bolsa de dulces “Skittles” y una lata de té helado que acababa de comprar en una tienda del barrio.

Zimmerman, de 250 libras y armado manejaba su patrulla de vigilante en las afueras de la comunidad cercada donde vive la prometida de Tracy Martin cuando divisó a Trayvon Martin y llamó al 911: “Hay un tipo verdaderamente sospechoso. … parece que está por hacer algo malo, o está drogado o algo. Esta lloviendo y él anda caminando”.

Zimmerman, jefe de un grupo de vigilancia de barrio que trabaja con la policía y que poseía una licencia para portar un revólver aun no ha sido arrestado ni se han levantado cargos en su contra.

Florida es uno de varios que en años recientes han promulgado leyes llamadas “mantente firme”, que son usadas para justificar la violencia de agentes extrajudiciales. La legislación hace legal el uso de la fuerza letal cuando haya amenaza de un ataque en público, incluso cuando exista una clara opción de alejarse de la situación.

Esta ciudad de 53 mil habitantes, en la que un 30 por ciento de los residentes son negros, tiene una historia de violencia extrajudicial y encubrimientos policíacos. En 2005 hubo protestas cuando la policía esperó varios meses antes de arrestar a dos guardias de seguridad que mataron a tiros a un joven de 16 años por la ventanilla de su auto, alegando defensa propia. Eventualmente fueron arrestados, pero más tarde se retiraron los cargos. Uno era un voluntario de la policía, el otro hijo de un ex policía.

El 18 de marzo la familia de Martin apeló en público al Fiscal General de Estados Unidos Eric Holder y al FBI para que intervinieran en el caso.

Al día siguiente, oficiales estatales anunciaron una audiencia de un gran jurado para el 10 de abril para decidir si van a levantar cargos contra Zimmerman, y el Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció que realizaría una investigación.

Ambos padres tomaron parte en una manifestación de unas mil personas el 21 de marzo en la plaza Union Square en la ciudad de Nueva York, titulada la “Marcha de un millón de encapuchados”. Martin llevaba puesta una sudadera negra con capucha cuando fue muerto. Ponerse sudaderas encapuchadas se ha convertido en un símbolo en las acciones de protesta, reuniones y servicios religiosos por todo el país. “Me duele el corazón, pero ver el apoyo de todos ustedes realmente hace una diferencia”, dijo la madre de Martin.  
 
 
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