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Vol. 81/No. 46      11 de diciembre de 2017

 
(artículo principal)

Zimbabue: Golpe ocurre en medio de pugna
China-EEUU

 
POR TERRY EVANS
La fuerzas armadas de Zimbabue forzaron la dimisión del veterano presidente Robert Mugabe. Emmerson Mnangagwa, el líder del partido gobernante Zanu-PF, asumió la presidencia el 24 de noviembre. El gobierno chino, el cual ha respaldado al gobierno de Mugabe por mucho tiempo, no se pronunció en contra de su destitución.

Mnangagwa instó a Washington y a otras potencias imperialistas a levantar las sanciones impuestas a Zimbabue después que el gobierno distribuyó las tierras de muchas granjas capitalistas grandes a los partidarios de Zanu-PF a comienzos del 2000. Mnangagwa dijo que su gobierno compensaría a los antiguos propietarios por las tierras confiscadas pero que no las devolverán. Le aseguró a los capitalistas extranjeros que sus inversiones en Zimbabue permanecerán intactas.

Cuando el pueblo de Zimbabue puso fin al régimen de minoría blanca y ganó su independencia en 1980 heredaron una economía deforme que acomodaba la extracción de materias primas por parte de Gran Bretaña y el dumping de productos baratos.

Además, el pueblo trabajador enfrenta las consecuencias de décadas de crisis capitalista, producto tanto de la contracción capitalista mundial y de la política del gobierno de Mugabe designada a enriquecer a su familia y a sus aliados. En medio de la inflación incontrolable en 2009 el gobierno abandonó la moneda, el dólar de Zimbabue. Mientras que el dólar estadounidense lo sustituyó en el comercio en gran escala, para la gran mayoría del pueblo el trueque pasó a ser la norma. Más del 90 por ciento de los trabajadores viven fuera de lo que el gobierno llama su “economía formal”.

El día anterior a la inauguración de Mnangagwa, el Fondo Monetario Internacional le dijo al nuevo gobierno que tendrá que pagar sus deudas atrasadas a las instituciones imperialistas antes de que se les extiendan otros créditos.

El FMI —cuya función es hacer cumplir los dictados de Washington y otras potencias imperialistas— se especializa en imponer “el amor severo” a los gobiernos que se retrasan en sus pagos a los obligacionistas, exigiéndoles que saquen los fondos del sudor del pueblo trabajador. El gobierno de Zimbabue debe 550 millones de dólares al FMI, 1.126 mil millones al Banco Mundial, 529 millones al Banco de Desarrollo Africano y 221 millones al Banco de Inversiones Europeas.

Beijing ha apuntalado al gobierno de Mugabe extendiéndole más de mil millones de dólares en préstamos con intereses bajos entre 2010 y 2015, cuando Washington, Londres y otras potencias imperialistas trataban de aislar al país. El Wall Street Journal informó que Beijing rehusó dar más ayuda a fines de 2015 e instó a Mugabe a recurrir al FMI.

Los vínculos del gobierno chino con el Zanu-PF se remontan a la lucha de liberación que derrocó al gobierno de minoría blanca respaldado por Gran Bretaña en la antigua Rodesia. El partido, un ala del movimiento anticolonial que logró la independencia del país en 1980, recibió armas y entrenamiento de Beijing y fue influenciado políticamente por la dirección estalinista del Partido Comunista de China.

Bajo la dirección de Mugabe, el nuevo gobierno emprendió un curso antiobrero, desatando el terror contra sus oponentes y contra los pueblos Ndebele al oeste del país, matando a decenas de miles de personas. La base de Zanu-PF estaba principalmente entre los shona, a los que pertenece Mugabe, y son la mayoría de la población.

Beijing y Zimbabue
Beijing rápidamente felicitó a Mnangagwa por su nombramiento. Los gobernantes en China están preocupados principalmente por defender su posición en África. “Las inversiones chinas en Zimbabue han sido también victimas de la política de Mugabe y algunos proyectos han sido cancelados o transferidos a otros países en los últimos años, causando enormes pérdidas”, dijo el periódico estatal chino Global Times del 17 de noviembre.

El desarrollo masivo de la industria china en tres décadas ha obligado a los capitalistas allí a expandir sus intereses mundialmente.

El comercio chino con las naciones africanas aumentó 20 veces entre 2000 y 2014. Empresas chinas están involucradas en la extracción de cobalto, petróleo, cobre, mineral de hierro y uranio por todo el continente. También están construyendo carreteras y otra infraestructura y estableciendo fábricas, aumentando el número de trabajadores africanos que están dejando sus tierras. La consiguiente expansión de la clase trabajadora en África marca un avance social importante y una muestra del futuro.

La inversión de China en Zimbabue sobrepasó los 450 millones de dólares en 2015, más de la mitad de todas las inversiones extranjeras en el país. Beijing también compró el 28 por ciento de todas las exportaciones del país ese año, que incluye el 54 por ciento de su producción de tabaco.

A medida que está siendo involucrada en los conflictos económicos y sociales del continente, Beijing está expandiendo su presencia militar para proteger sus intereses. Este verano Beijing inauguró su primera base militar en el extranjero en Djibouti. Aunque Washington sigue siendo la potencia económica y militar imperialista dominante en el planeta, Beijing está expandiendo su alcance en África y Asia.  
 
 
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