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Vol. 81/No. 40      30 de octubre de 2017

 
(portada)

Crisis capitalista, ataques contra la autonomía tras voto en Cataluña

 
POR EMMA JOHNSON
La represión violenta del gobierno español redujo la participación en el referéndum sobre la independencia en Cataluña el 1 de octubre, pero no logró interrumpirlo. Madrid desplegó 10 mil efectivos de la Guardia Civil y Policía Nacional, respaldados por cientos de soldados.

La brutalidad fracasó cuando se difundieron imágenes de policías en pleno equipo antidisturbios azotando con porras, disparando balas de goma y arrastrando a la gente por el pelo de las estaciones de votación. La brutalidad de Madrid hizo que el derecho al debate y al voto, los cuales cuentan con un respaldo más amplio que la propia independencia, se volviera el asunto principal.

La contienda es resultado de dos sucesos. El primero es la crisis capitalista global de la producción, el comercio y empleo. El abrupto descenso económico en 2007 y 2008 aumentó las divisiones de clase en todo el mundo imperialista, incluyendo a España. El desempleo es oficialmente del 17 por ciento y para los jóvenes más del doble.

Interrelacionado a la crisis está la decisión del Tribunal Constitucional de España de invalidar en 2010 aspectos claves de la autonomía catalana que se incluyeron en la constitución española de 1978 tras la caída de la dictadura de Francisco Franco y que fueron expandidos en 2006. La corte rescindió el reconocimiento de “Cataluña como nación” y bloqueó los poderes del gobierno catalán sobre los tribunales y los jueces. Declaró inconstitucional el uso preferente de la lengua catalana sobre el español.

España también es parte importante de la crisis de la Unión Europea. Las clases dominantes económicamente más poderosas, especialmente en Alemania y Francia, han exprimido cada vez más plusvalía de los trabajadores y agricultores de los países menos desarrollados, como España, Portugal, Irlanda, Italia y Grecia, imponiendo severas condiciones económicas y sociales, y una creciente deuda. Los gobernantes capitalistas por toda Europa han respaldado la dura oposición de Madrid a la separación de Cataluña.

Lucha por la autonomía catalana

El uso y enseñanza de la lengua catalana fueron prohibidos durante las cuatro décadas de la brutal dictadura de Franco. La cultura catalana fue reprimida. Junto con el País Vasco, Cataluña fue centro de la resistencia contra la dictadura, y las movilizaciones allí desempeñaron un papel vital en su caída tras la muerte de Franco. En 1978, tres años después de su muerte, una nueva constitución reconoció los derechos nacionales de Cataluña.

Cataluña, el País Vasco y la zona de Madrid son los tres centros más desarrollados e industriales de España, con un nivel de vida más alto. El producto interno bruto per cápita de Cataluña es un 15 por ciento más alto que el de España en general, mientras que en Andalucía en el sur está más del 15 por ciento por debajo. La tasa oficial de desempleo en Cataluña de aproximadamente un 15 por ciento es alta, pero mucho menos en comparación con casi el 30 por ciento en Andalucía.

Sectores importantes de la clase media y profesional, junto con los propietarios de pequeñas y medianas empresas, han estado presionando por la independencia, argumentando que Cataluña está “subvencionando” el presupuesto del gobierno central y las regiones más pobres de España y que les iría mejor si fueran independientes. Esta posición antiobrera no es sostenida por todas las fuerzas independentistas, pero es uno de los factores que alimenta el aumento del apoyo a la separación.

El movimiento comunista mundial apoya incondicionalmente el derecho a la autodeterminación de Cataluña —y de todas las demás naciones oprimidas— pero no toma posición alguna sobre la independencia.

Los referendos y los sondeos realizados durante el período reciente ponen el apoyo a la independencia entre el 40 y el 50 por ciento de la población. Esto se vio reflejado en la votación del 1 de octubre, y en las manifestaciones tanto a favor de la independencia como a favor de mantener la unión con España que tuvieron lugar en Barcelona.

Las clases profesionales urbanas y medias, los maestros y otros trabajadores del gobierno, los estudiantes universitarios y capas de agricultores forman la base social de las organizaciones independentistas. Los trabajadores industriales en las fábricas de automóviles, las fábricas de productos químicos y los muelles no han sido parte central de las movilizaciones, y el apoyo a la independencia en las zonas obreras es menor.

Con su alta industrialización y sus oportunidades de empleo, muchos trabajadores se trasladaron a Cataluña a partir de los años sesenta, tanto del resto de España como de otros países. Constituyen un porcentaje significativo de los trabajadores que viven en los barrios industriales en las afueras de Barcelona.

Trabajadores portuarios, bomberos y otros sindicalistas se encontraron en las primeras filas de la lucha contra los ataques de la policía de Madrid. Una encuesta realizada por el gobierno catalán en junio demostró que el 62 por ciento cree que Cataluña tiene un “nivel insuficiente de autonomía”. Aunque la mayoría de las federaciones sindicales españolas se opusieron al referéndum, sus filiales en Cataluña se unieron a las grandes movilizaciones y huelga general del 3 de octubre contra los intentos de Madrid de detener la votación. En muchos casos, dejaron claro que no estaban presionando para una ruptura con España.

Los grandes capitalistas de Cataluña rechazan la independencia. Después del referéndum, los propietarios de los dos bancos más grandes, Caixa Bank y Banco de Sabadell, así como la aseguradora Catalana Occidente, Gas Natural Fenosa y otras industrias registraron sus sedes en otras partes de España. No quieren poner en peligro su acceso a los mercados en España y en la Unión Europea.

Fuera de Cataluña se destaca la conducta traicionera de los partidos que reclaman hablar por los trabajadores y la de los dirigentes sindicales. El Partido Socialista apoya la posición del gobierno de que el referéndum es inconstitucional. Izquierda Unida, antiguamente el Partido Comunista, y la nueva formación de izquierda Podemos, a pesar de que dijeron estar a favor del derecho de Cataluña a la autodeterminación, no respaldaron el derecho a celebrar el referéndum. Ninguno ha organizado protestas contra la brutal represión del estado español en Cataluña.

 
 
 
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