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Vol. 81/No. 38      16 de octubre de 2017

 
(portada)

Catástrofe capitalista provoca ira, creando aperturas políticas para PST

 
POR TERRY EVANS
NUEVA YORK—Cuando el presidente Donald Trump dijo en su discurso de toma de posesión que “la carnicería estadounidense termina aquí y ahora”, sus palabras tuvieron resonancia en millones de trabajadores, dijo Steve Clark, miembro del Comité Nacional del Partido Socialista de los Trabajadores, a los participantes del Militant Labor Forum del 22 de septiembre en esta ciudad. Era la demagogia de “un político burgués, pero uno que —mucho más que la mayoría de su clase— vio la realidad de la creciente crisis del Partido Republicano y del Partido Demócrata y la utilizó para aplastar a sus oponentes en las elecciones”, dijo Clark.

Esa “carnicería” es producto de la contracción global de la producción, el comercio y el empleo capitalistas. El porcentaje de la clase trabajadora con empleo, así como los salarios e ingresos familiares, se están estancando o empeorando, dijo Clark. La esperanza de vida está disminuyendo, la atención médica y las pensiones han sido devastadas y la adicción a los opiáceos se propaga entre los trabajadores urbanos y rurales.

Las repercusiones políticas acumulativas de esta crisis social —tanto en las perspectivas de los trabajadores como en los partidos burgueses— se hicieron claros para el Partido Socialista de los Trabajadores en 2011, cuando miembros del partido se unieron a las protestas de varias semanas en Madison, Wisconsin, contra los ataques a los sindicatos de los trabajadores públicos en ese estado. El PST pronto llegó a la conclusión de que las marchas semanales no iban a ningún lado, ya que el objetivo de los dirigentes sindicales, los activistas liberales y radicales de clase media que las organizaban era expulsar al gobernador republicano Scott Walker y remplazarlo con un demócrata.

El PST, dijo Clark, sabía que este objetivo no solo era ilusorio (el segundo término de Walker termina en noviembre de 2018), pero aún más importante fomentaba la contraproducente ilusión de que los trabajadores y nuestros sindicatos tienen un interés en apoyar a los candidatos de uno u otro de los partidos de los patrones.

La dirección del PST decidió que los miembros del partido deberían salir de Madison, y en vez de participar en eso ir de puerta en puerta en los barrios obreros de las ciudades y pueblos por todo el estado de Wisconsin. “Al hacerlo, descubrimos cambios profundos en el pensamiento de los trabajadores que presentaban nuevas aperturas políticas para el partido”, dijo Clark.

Wisconsin fue uno de los cuatro estados en los que muchos trabajadores que habían votado por Barack Obama en 2008 y 2012 votaron por Donald Trump en 2016, dijo Clark. Estos trabajadores no estaban motivados por el “racismo blanco”, como afirman muchos en la izquierda liberal o radical, ni “votaron por el Partido Republicano”. Simplemente estaban cansados de la catástrofe del capitalismo y querían un cambio.

De hecho, como resultado de los avances del movimiento por los derechos de los negros en Estados Unidos, hoy en día más trabajadores que nunca se oponen a la intolerancia, discriminación y ataques racistas y anti-inmigrantes. Esto quedó demostrado, entre otras cosas, por la amplia respuesta contra el asesinato de nueve personas negras en Charleston, Carolina del Sur, por el ultraderechista Dylann “Storm” Roof en 2015, así como por la manifestación de 40 mil personas en Boston este agosto en contra de la marcha racista y antisemita de las “antorchas tiki” de unas 250 personas en Charlottesville, Virginia.

Campaña en puertas de trabajadores
“Basándose en la experiencia de Wisconsin”, dijo Clark, “el PST concluyó que todas las ramas del partido deberían priorizar hacer campaña yendo de puerta en puerta en barrios obreros. Encontramos que hay muchos trabajadores interesados en hablar con nosotros sobre nuestro programa obrero y hacerse lectores del Militante y de los libros de dirigentes del partido. Algunos nos presentan a familiares, amigos y compañeros de trabajo, nos acompañan a protestas sociales, se interesan en las actividades para defender la Revolución Cubana o quieren que nos sumemos a las luchas y actividades en las que ellos están involucrados”.

Profundizar el trabajo de propaganda semanal del partido entre la clase trabajadora está al centro de la campaña para ampliar la circulación del periódico y los libros del partido este otoño.

La negativa de la burocracia sindical colaboracionista de clase de organizar y movilizar a la clase obrera para responder a los ataques de los patrones — y su servil orientación hacia los partidos políticos de los gobernantes, usualmente hacia los demócratas— ha producido el desplome de la afiliación sindical, explicó Clark. En 1973, alrededor del 39 por ciento de los trabajadores manufactureros eran miembros de sindicatos; la cifra es del 8.8 por ciento hoy. En general, para los trabajadores empleados por empresas privadas, el porcentaje se ha reducido al 6.4 por ciento.

“La cúpula sindical, y la mayoría de la izquierda en Estados Unidos —digan lo que digan o como lo digan— están convencidos de que no es posible organizar sindicatos hoy”, dijo Clark. “Y así es como los burócratas sindicales y los radicales de clase media actúan. Ninguno ve a los trabajadores y a nuestras familias como agentes de cambio social, y mucho menos como agentes de una lucha por un partido político obrero independiente y una lucha revolucionaria por el poder obrero”.

Pero el Partido Socialista de los Trabajadores, y sus miembros y partidarios empleados por los gigantescos minoristas como Walmart, o en las industrias manufactureras, de transporte u otros empleos saben que no es así. “Encontramos el mismo tipo de respuesta política al programa y actividad del partido entre nuestros compañeros de trabajo que en las puertas de los hogares de los trabajadores”, dijo Clark.

Nadie puede predecir cuándo la oposición de la clase obrera a los ataques a su nivel de vida y condiciones de trabajo, y contra los sindicatos, o los ataques racistas, contra los derechos de la mujer, y las catástrofes sociales y las guerras perpetuadas por los capitalistas, su gobierno y sus partidos políticos producirán un movimiento social sostenido para reconstruir nuestros sindicatos y luchar por amplias demandas sociales y políticas.

Pero una cosa es segura, dijo Clark. “Las discusiones políticas que los miembros del partido y los partidarios tienen con sus compañeros de trabajo hoy —dentro y fuera del trabajo— y los libros, subscripciones al Militante, y el material de la campaña electoral del partido que ponemos en manos de trabajadores son una preparación necesaria para esas batallas de clase.

“La campaña del partido de este otoño para vender suscripciones al Militante y libros revolucionarios es trabajo sindical”, dijo Clark, “como lo son participar en acciones en solidaridad con trabajadores en huelga o protestas contra asesinatos policiacos racistas, ataques contra el derecho de la mujer a elegir un aborto, o a las guerras imperialistas.

“Son parte del fortalecimiento del núcleo de cuadros obreros en las minas, acerías, fábricas, grandes tiendas minoristas y otros centros laborales que pueden y podrán dirigir exitosas campañas de sindicalización”.

Es por eso que miembros del PST que están liderando el esfuerzo para expandir la circulación del periódico y libros del partido en sus centros de trabajo juegan un papel decisivo en dirigir la campaña de las ramas del partido para llegar a barrios obreros y establecer contactos políticos por todo el país.

Washington perdió la Guerra Fría
“Está cada vez más claro que Washington no puede ganar las guerras que está librando en Afganistán, Iraq, Siria y otros lugares”, dijo Clark. “Estas guerras brutales han resultado en cientos de miles de muertes, mutilaciones y el despojo de millones. La guerra de Afganistán comenzó hace 17 años, y Washington está enviando ahora varios miles de tropas adicionales”.

Sin la conscripción, los gobernantes dependen de “voluntarios” para el ejército además de la Guardia Nacional, forzando a una pequeña parte de la población proveniente de familias obreras o agrícolas de Estados Unidos a luchar y morir, en múltiples despliegues, hasta cuatro o cinco veces. Solo restableciendo el alistamiento obligatorio, los gobernantes tendrían la oportunidad de comenzar a ganar guerras de nuevo, pero enfrentan grandes obstáculos políticos, inclusive para explorar una medida de este tipo en este momento.

Las familias propietarias de Estados Unidos perdieron la Guerra Fría, a pesar de lo que dicen, dijo Clark. El imperialismo estadounidense continúa debilitándose, aunque continúa siendo la única potencia capaz de proyectar un poder militar masivo en todo el mundo, y así lo hace. Su posición industrial, comercial y bancaria predominante está siendo sacudida por la crisis capitalista mundial y la aceleración de la competencia capitalista —no solo frente a sus principales rivales imperialistas, sino también otras clases dominantes capitalistas. En lugar de convertirse en nuevos campos de inversión y crecimiento para el capital norteamericano, Rusia y China se han convertido en competidores mundiales.

Esta aguda competencia imperialista está desgarrando a la Unión Europea. Esto es lo que está detrás de Brexit, un paso tomado por un ala de los gobernantes del Reino Unido para defender el lugar decreciente de Londres en la jerarquía imperialista, y de los esfuerzos de los gobernantes españoles para impedir que el pueblo de Cataluña en España vote por la independencia nacional el 1 de octubre.

Y abre la puerta a los avances de la lucha de los kurdos por su propio país. Clark instó a los participantes del foro a unirse a acciones en defensa de la lucha del pueblo kurdo por la independencia.

Crisis política de Estados Unidos
Los gobernantes capitalistas enfrentan una profunda crisis política en su propio país también, dijo Clark. Sus partidos —los demócratas y los republicanos— se están desmoronando y nunca serán lo mismo.

Los liberales y la izquierda no han renunciado a su campaña de “Resistencia” para destituir o enjuiciar al presidente Trump.

“El allanamiento sin previo aviso de la casa del ex presidente de la campaña de Trump, Paul Manafort, destaca los peligros que representan para la clase trabajadora la cacería de brujas contra la presidencia de Trump”, dijo Clark. El allanamiento del FBI en julio y la incautación de los documentos de Manafort son parte de los esfuerzos del fiscal especial y ex director del FBI, Robert Mueller, para encontrar algo en contra de Trump.

Para obtener una orden de allanamiento, Mueller acudió a un tribunal secreto de la corte FISA, y dijo que era probable que Manafort destruyera la “evidencia” que buscaba, algo que los medios de comunicación liberales usaron para insinuar “que donde hay humo hay fuego”. Incursiones como esta —y las cortes FISA en general— son métodos policiales para presentar cargos falsos con los cuales la vanguardia obrera tiene una larga y amarga experiencia.

Clark explicó que algunos en el Partido Demócrata y secciones del Partido Republicano que están tratando de expulsar a Trump de la presidencia tienen crecientes dudas de su capacidad para hacerlo, y de que si esto realmente resolvería el problema que perciben. “Lo que estas capas privilegiadas y meritocráticas temen en Estados Unidos hoy en día no es a Trump, sino a los miles de trabajadores que votaron por él, buscando la manera de ‘drenar el pantano’ y encontrar la forma de terminar con la carnicería”, dijo Clark.

Creen que deben encontrar la manera de privar a los trabajadores del derecho al voto. Consideran que los trabajadores no son lo suficientemente inteligentes como para votar “apropiadamente”. O tienen ilusiones de que pueden deshacerse de nosotros con robots, para reemplazar a los “perdedores” cada vez menos “calificados” e inútiles, que no se están muriendo lo suficientemente rápido de las sobredosis de opiáceos o que están disminuyendo las riquezas de los capitalistas con sus beneficios por incapacidad o desempleo. “Esa es su perspectiva antiobrera hacia la cada vez más pequeña fuerza laboral”, dijo Clark.

A medida que los trabajadores comunistas van de puerta en puerta entre sus compañeros de trabajo, Clark dijo, podemos ayudar a explicar y responder a estas justificaciones para la explotación y la opresión presentándole a trabajadores libros como ¿Son ricos porque son inteligentes? Clase, privilegio y aprendizaje bajo el capitalismo por Jack Barnes, secretario nacional del PST, y ¿Es posible una revolución socialista en Estados Unidos? por la dirigente del partido Mary-Alice Waters.

Clark llamó la atención a la introducción de Barnes de uno de los libros con los que el partido está haciendo campaña: Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero. El camino necesario para avanzar, dice Barnes, es construir un partido proletario capaz de dirigir “la conquista revolucionaria del poder estatal por una vanguardia de la clase trabajadora dotada de conciencia de clase y organización política, una fuerza de millones de personas”.  
 
 
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