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Vol. 81/No. 20      22 de mayo de 2017

 
(portada)

Lucha de los kurdos agita guerras en el Medio Oriente

 
POR JIM BRADLEY
A solo semanas de la reunión programada para el 16 y 17 de mayo entre el presidente Donald Trump y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, Ankara atacó a combatientes kurdos en el norte de Siria, el norte de Iraq y el sureste de Turquía. Los ataques aéreos y de artillería del 25 de abril mataron a más de 100 personas.

Los ataques de Ankara reflejan el creciente peso de la lucha nacional kurda. Unos 30 millones de kurdos están repartidos entre Turquía, Iraq, Siria e Irán, la nacionalidad más grande del mundo sin su propio país.

El blanco de Ankara en Siria fueron las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG), las cuales con el respaldo de Washington, están al frente del esfuerzo de las Fuerzas Democráticas Sirias para expulsar al Estado Islámico de su capital en Raqqa. Washington, Bagdad y Damasco condenaron los ataques. Para disgusto de Ankara, fuerzas estadounidenses iniciaron patrullas conjuntas con el YPG cerca de la frontera sirio-turca.

El objetivo final de Washington es defender sus intereses imperialistas en el Medio Oriente mientras las guerras y conflictos alteran el orden en la región.

Los ataques de Erdogan contra los kurdos reflejan su incapacidad de persuadir a Washington de que abandone su alianza con el YPG y en su lugar colabore con Ankara en la toma de Raqqa. El YPG ha demostrado su capacidad combativa al expulsar al Estado Islámico de regiones kurdas en Siria.

El YPG controla 20 mil millas cuadradas en Siria a lo largo de la frontera con Turquía donde residen aproximadamente 2 millones de kurdos. Han expulsado al Estado Islámico de ciudades como Kobani y Manbij. El YPG busca fusionar los territorios bajo su control en el noreste y noroeste de Siria con el fin de establecer una región autónoma kurda contigua.

En febrero Ankara, junto con el Ejército Sirio Libre —una fuerza que el gobierno turco reclutó y entrenó entre los refugiados sirios en Turquía— invadió Siria para evitar que esto sucediera. Erdogan teme que la formación de una región autónoma kurda en Siria pudiera fomentar la lucha por los derechos nacionales y la autonomía de los 15 millones de kurdos en Turquía.

Washington y todos los gobiernos del Medio Oriente, excepto Israel, se oponen a la lucha de los kurdos por un territorio propio. Temen que un Kurdistán independiente sea el preludio a la completa disolución de Iraq.

Erdogan dijo el 28 de abril que no puede aceptar la “cooperación estadounidense con una organización terrorista”. Acusó al YPG de ser el brazo sirio del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), un partido en Turquía con raíces estalinistas que ha librado una guerra de guerrillas contra Ankara durante la mayor parte de las últimas tres décadas.

Erdogan ganó un referéndum el 16 de abril con una pequeña mayoría de votos que permite mayor centralización del gobierno en el ejecutivo.

En la última semana, el gobierno ha despedido a otras casi 4 mil personas del ejército, universidades, medios de comunicación y puestos públicos; ha clausurado 45 grupos políticos y fundaciones; encarcelado a otras 2 mil 600 personas; y dicen haber llevado a cabo 579 ataques contra el PKK.

Por muchos años el PKK se ha refugiado en bases establecidas en la región montañosa de Sinjar en Iraq, cerca de la frontera con Turquía. Es parte de la región kurda de Iraq, una zona semiautónoma de 8 millones de kurdos administrada por el Gobierno Regional Kurdo (KRG). Durante los ataques aéreos en Sinjar, aviones de guerra turcos mataron a seis soldados del peshmerga del KRG. Erdogan se disculpó ante el gobierno del KRG en Erbil, con el que ha intentado mantener relaciones de colaboración.

El KRG se formó como una de las consecuencias imprevistas de las guerras de Washington contra Iraq en 1991 y 2003, para reemplazar al régimen de Saddam Hussein con uno que fuera más flexible a los intereses del imperialismo estadounidense. Los pershmega del KRG están jugando un papel importante, junto con el ejército iraquí y la fuerza aérea estadounidense, en la batalla de varios meses para expulsar al Estado Islámico de Mosul, el último gran centro urbano bajo el control del grupo islamista en Iraq.  
 
 
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