El Militante (logo)  

Vol. 81/No. 7      20 de febrero de 2017

 
(portada)

Washington busca detener caída de poder en Asia, Pacífico frente a China

 
POR MIKE TUCKER
Al asumir la presidencia, la administración del presidente Donald Trump ame-nazó con imponer sanciones comerciales contra China, además de acciones para frenar la expansión de las fuerzas militares de Beijing en el Mar de China Meridional.

Estas medidas reflejan la preocupación de Washington ante el creciente peso económico y militar de los gobernantes capitalistas de China en Asia y el Pacífico. El ascenso de China se produce a expensas de Washington, que había visto la dominación de la región y sus lucrativas rutas comerciales como los legítimos frutos de su sangrienta victoria en la segunda guerra mundial imperialista.

Al mismo tiempo, el curso de “Estados Unidos primero” de Trump y su decisión de que Washington se retire del acuerdo comercial de la Asociación Transpacífica (TPP), ha alimentado una creciente incertidumbre entre los aliados de Washington en la región.

El crecimiento masivo de la industria capitalista, la inversión y el comercio capitalistas de Beijing en los últimos 30 años ha representado una creciente competencia para el imperialismo estadounidense. Los capitalistas por toda Asia y el Pacífico se han vuelto cada vez más dependientes de las relaciones económicas con China.

El nuevo peso de Beijing se reflejó en el papel prominente que se le dio al presidente chino Xi Jinping en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, del 17 al 20 de enero. El foro es una reunión anual dedicada al capitalismo de “libre mercado” y la liberalización del comercio.

Xi, quien también es secretario general del Partido Comunista de China, presentó el discurso de apertura, posando como el principal defensor del capitalismo sin restricciones y la “globalización”.

“Debemos seguir comprometidos con el libre comercio e inversión. Debemos promover la liberalización del comercio y las inversiones”, dijo Xi a los jefes de estado, a los multimillonarios administradores de fondos de alto riesgo, personalidades de Hollywood y otros invitados privilegiados. “Nadie saldrá ganador de una guerra comercial”.

Estos acontecimientos reflejan la creciente competencia entre los amos de la primera y segunda economías capitalistas más grandes del mundo.

En años recientes, el gobierno chino ha llevado a cabo importantes operaciones de dragado en el Mar de China Meridional, convirtiendo arrecifes e islotes en islas, y construyendo puertos y pistas que pueden albergar buques y aeronaves. En respuesta, el entonces presidente Barack Obama dijo que Washington realizaría un “giro” para proyectar más poder en Asia, y la marina estadounidense ha llevado a cabo patrullas militares de “libertad de navegación” que aun continúan.

Miles de billones de dólares en comercio pasan a través de estas aguas cada año.

“Vamos a tener que enviarle a China una señal clara de que, primero, la construcción de islas va a parar y, segundo, su acceso a esas islas tampoco será permitido”, dijo Rex Tillerson, el nominado para secretario de estado de Trump, en la audiencia de confirmación del senado el 11 de enero.

El gobierno filipino obtuvo una victoria en julio del año pasado en una corte internacional que decidió a favor de sus reclamaciones sobre el territorio ocupado por China frente a sus costas. Pero el presidente filipino, Rodrigo Duterte, no ha presionado más allá, intentando, en cambio, buscar lazos más estrechos tanto con Beijing como con Tokio. Y ha ordenado poner fin a la participación de las Filipinas en las patrullas navales de Washington.

En una conferencia de prensa el 29 de enero, Duterte amenazó con derogar un tratado de seguridad con Washington del 2014 que permite que tropas, buques de guerra y aeronaves estadounidenses hagan despliegues desde bases filipinas. La postura de Washington contra China estaba poniendo a las Filipinas en riesgo, dijo.

Los planes de Trump para la región se centran en buscar detener el declive de la ventaja competitiva de Washington. Las cifras de la administración sugieren que se acerca una importante acumulación naval en Asia Oriental para contrarrestar a China. Funcionarios de comercio estadounidenses también han amenazado con imponer fuertes aranceles a los productos chinos.

Trump anuló el pacto de la Asociación Transpacífica, diciendo que era desventajoso para los patrones estadounidenses que buscan comercio e inversiones, y que no hacía lo suficientemente para contrarrestar la expansión económica asistida por el gobierno de Beijing.

El TPP era un acuerdo de 5 500 páginas negociado el año pasado por los gobiernos de Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Vietnam y Estados Unidos. Sus numerosos reglamentos tenían por objeto establecer una red de conexiones económicas y políticas que permitirían que Washington “tomara las decisiones” en Asia, según dijo Obama.

Al mismo tiempo, Trump nombró a Terry Branstad, gobernador republicano de Iowa y amigo desde hace tiempo del presidente chino Xi, como su elección para embajador en Beijing. Branstad dice que quiere expandir el comercio de Estados Unidos con China.

Las medidas de Trump han llevado a una nueva ronda de maniobras de los gobernantes capitalistas que persiguen avanzar en sus posiciones competitivas en la región.

El primer ministro australiano, Malcolm Turnbull, instó a los otros 11 signatarios del TPP a impulsar la Asociación Transpacífica sin Washington, e incluso sugirió que Beijing podría ser invitada a dirigirla. Esto fue rechazado inmediatamente por Tokio, con el primer ministro japonés Shinzo Abe declarando que el acuerdo no tenía sentido sin Washington. Los gobernantes capitalistas de Japón controlan la segunda economía más grande de Asia.

Mientras tanto, Beijing ha dicho que ahora va a proceder con su propia alternativa a la TPP, la Asociación Económica Integral Regional, que incluye los 10 miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático junto con Australia, India, Japón, Nueva Zelanda, Corea del Sur y China. Las negociaciones sobre el acuerdo se han planeado para febrero en Japón. Varios países de América Latina han expresado su deseo de unirse.

Una cosa es segura, la intensificación de la competencia significa un aumento de los ataques contra los salarios y a las condiciones de trabajo del pueblo trabajador.  
 
 
Portada (este número) | Página inicial | Página inicial en versión de texto