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Vol. 80/No. 42      7 de noviembre de 2016

 
(portada)

Los trabajadores en Puerto Rico y EEUU tienen un enemigo común

Candidata presidencial del PST realiza gira de solidaridad en colonia estadounidense

 
POR CYNTHIA JAQUITH
Y MARTÍN KOPPEL
SAN JUAN, Puerto Rico—En una visita solidaria de nueve días a esta nación a finales de septiembre, Alyson Kennedy, candidata del Partido Socialista de los Trabajadores para presidente de Estados Unidos, se sumó a protestas contra los ataques del gobierno al nivel de vida y a los derechos del pueblo trabajador. Intercambió experiencias con luchadores contra el dominio colonial norteamericano, sindicalistas y otros trabajadores.

Kennedy habló en la celebración del Grito de Lares y en una manifestación para exigir que Washington libere al luchador independentista preso Oscar López. También habló en eventos patrocinados por estudiantes universitarios en San Juan y en un foro público en la ciudad de Ponce.

En la delegación del PST también participaron Jacob Perasso y Cynthia Jaquith, candidatos del partido para el senado por Nueva York y Florida, respectivamente, y Martín Koppel. Nos reunimos con dirigentes de los sindicatos de trabajadores de la electricidad y del agua, y fuimos de puerta en puerta en barrios obreros para hablar con los residentes.

En todas partes constatamos mucho interés en discutir sobre la crisis económica y social del capitalismo que está golpeando al pueblo trabajador en esta colonia de Washington. También encontramos interés en conocer a miembros de un partido obrero revolucionario en Estados Unidos. Ese interés se reflejó en los reportajes sobre la visita de Kennedy en los tres diarios principales y en estaciones de televisión.

Entrevistada en un programa radial en vivo auspiciado por el sindicato de trabajadores de acueductos y alcantarillados, Kennedy dijo que a su regreso a Estados Unidos iba a “transmitir a los trabajadores y agricultores lo que hemos aprendido aquí de sus experiencias y luchas. Vamos a explicar que una lucha exitosa contra dominio colonial de Washington y por la independencia de Puerto Rico beneficia los intereses del pueblo trabajador en Estados Unidos, porque enfrentamos un enemigo común: el gobierno norteamericano y la clase capitalista que este representa”.

Estudiantes en la Universidad de Puerto Rico invitaron a Kennedy a hablar en un “Foro contra la Junta” el 21 de septiembre. El tema era cómo el gobierno estadounidense ha impuesto una junta de “control fiscal”, escogida a dedo, con la facultad de pagar la deuda de 70 mil millones de dólares, contraída por el gobierno colonial, a los bonistas norteamericanos con medidas como vender bienes estatales, despedir a empleados públicos y prohibir sus huelgas, y reducir el salario mínimo a 4.25 dólares la hora para los trabajadores menores de 25 años de edad. El Congreso estadounidense creó la junta a través de una ley conocida d las cínicas siglas de PROMESA.

Protestas y debates sobre la deuda

Los estudiantes aplaudieron cuando Kennedy dijo que el Partido Socialista de los Trabajadores apoya a los que protestan contra PROMESA y la junta fiscal. Más tarde habló en un encuentro universitario organizado por los grupos juveniles del Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH) y del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP).

También visitó un campamento permanente de jóvenes frente a la corte federal norteamericana que se ha mantenido desde junio. Una de las pancartas en el campamento afirma: “¡El problema no es la junta, es la colonia!”

A lo largo de nuestra visita, decenas de personas nos recordaron las realidades de vivir bajo la bota colonial de Washington. El desempleo es muy elevado, según lo indica una tasa de “participación laboral” del 44 por ciento de la población adulta. El ingreso per cápita es la mitad de lo que es en Mississippi, el estado más pobre de Estados Unidos.

Pero el costo de todo tipo de artículos y servicios, desde alimentos básicos hasta la gasolina y la electricidad, es más alto que en Estados Unidos. El 40 por ciento de la población tiene que recurrir a cupones de alimentos, Medicaid u otras formas de asistencia pública.

Para pagar la creciente deuda, sucesivas administraciones coloniales han despedido a 30 mil empleados públicos, recortado las pensiones, cerrado escuelas, aumentado el impuesto sobre ventas al 11.5 por ciento y reducido servicios médicos vitales. Se calcula que unas 1 200 personas emigran a Estados Unidos cada semana.

Una tarde fuimos de casa en casa en Villa Palmeras, un barrio obrero en San Juan. Kennedy conversó con Gladys López, una trabajadora jubilada de limpieza de calles, y su esposo Nelson, quien trabaja en la construcción y “cualquier trabajo que llegue”. Gladys López dijo que su alquiler mensual es de 300 dólares y su cheque del Seguro Social es apenas de 409 dólares. Ella piensa ir a vivir con sus familiares en Pennsylvania.

Ruth Brito, una trabajadora doméstica, invitó a Kennedy a su sala para charlar. Brito, quien llegó aquí de la República Dominicana hace dos décadas, dijo que le disgustaba cómo el gobierno ha manejado la crisis de la deuda y pensaba que la nueva junta fiscal podría poner la economía sobre una base más estable que los “políticos corruptos”, una opinión compartida por muchos trabajadores.

Brito se interesó cuando Kennedy describió cómo la misma crisis económica capitalista golpea a los trabajadores en Estados Unidos. Se suscribió al Militante y compró el libro ¿Son ricos porque son inteligentes? Clase, privilegio y aprendizaje en el capitalismo, de Jack Barnes, secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores. “Gracias por su trabajo en defensa de la clase trabajadora”, le dijo a la candidata socialista.

Debaten contaminación, apagón

También visitamos el Caño Martín Peña, un extenso barrio obrero grande en San Juan. Nos acompañaron Joel Vázquez y José Caraballo, activistas en una lucha de más de 15 años para forzar al gobierno a completar el dragado y la limpieza de un canal contaminado que atraviesa esta zona densamente poblada.

Gladys Tirado, cuya casa está a la orilla del caño, dijo que su hogar y las calles aledañas se inundaron con aguas contaminadas durante las lluvias torrenciales en abril pasado. Gracias a la lucha en Caño Martín Peña, su familia y otras serán reubicadas dentro del mismo barrio.

En medio de nuestra visita a Puerto Rico, creció aún más la ira contra el gobierno a raíz de un apagón que dejó gran parte de la población de la isla sin electricidad, servicio telefónico o agua, en muchos casos por tres días o más.

En la sede de la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego (UTIER), Ricardo Santos, su secretario de salud y seguridad, nos explicó que el apagón fue consecuencia de la negativa de la Autoridad de Energía Eléctrica, administrada por el gobierno, de dedicar recursos para el mantenimiento del sistema.

Cuando se produjo un incendio en una subestación, dijo Santos, no había un sistema de respaldo porque las turbinas de reserva habían sido apagadas para ahorrar fondos, una de las medidas propuestas por la detestada “consultora” estadounidense Lisa Donahue La compañía eléctrica le paga más de 20 millones de dólares al año para ayudarle a “reducir gastos” y pagar la deuda.

El dirigente de la UTIER dijo que el gobierno está dejando que la empresa eléctrica se hunda gradualmente para justificar venderla a dueños privados. También busca debilitar al sindicato, que ha participado en la resistencia a la ofensiva antiobrera.

También fuimos invitados por Pedro Irene Maymí, presidente de la Unión Independiente Auténtica (UIA), de los trabajadores de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA), para una discusión en su sede con funcionarios y otros miembros del sindicato. Ellos describieron cómo la UIA, al igual que la UTIER, está en la mira de los gobernantes capitalistas, quienes pretenden privatizar la AAA y socavar el sindicato, que se ha sumado a las protestas contra PROMESA y la junta fiscal.

Ante la catástrofe económica, los dos partidos coloniales que dominan el gobierno —el Partido Popular Democrático (PPD), que apoya el actual Estado Libre Asociado, y el Partido Nuevo Progresista (PNP), que aboga por la estadidad— están sumamente desprestigiados. “Mucha gente no ve una gran diferencia entre los dos”, dijo el secretario de la UIA, Héctor Motta. Es un cambio muy grande en una nación que durante décadas ha estado polarizada entre los partidarios de uno u otro partido.

Debates sobre el dominio colonial

Los partidarios de la independencia dicen que, a raíz de esta creciente efervescencia política, hoy hay una mejor recepción a sus ideas. Rafael Cancel Miranda, uno de los cinco nacionalistas que pasaron más de 25 años en prisiones norteamericanas por sus acciones a favor de la independencia, nos relató que cuando él va al supermercado, personas que por mucho tiempo habían apoyado a uno u otro partido gobernante ahora se le acercan le dicen: “Don Rafael, usted tenía razón” acerca de las consecuencias desastrosas del dominio colonial.

Adrián González, candidato del Partido Independentista Puertorriqueño para alcalde de San Juan, nos explicó que “cuando caminamos por los vecindarios, nos abre la puerta mucha gente que antes nunca lo hubiera hecho”. El cambio no es que haya mucha más gente ahora a favor de la independencia, sino la receptividad a discutir y considerar nuevas perspectivas, dijo González.

El interés en lo que los trabajadores socialistas en Estados Unidos están diciendo y haciendo fue parte de la receptividad que pudimos constatar. Ejemplo de esto fue nuestra visita a Ponce, donde Kennedy habló en un foro público en El Candil, una librería popular que auspicia presentaciones de libros todos los sábados.

Esa semana el orador principal era José “Che” Paralitici, autor de varios libros sobre la historia de la represión de Washington contra el movimiento independentista y sobre la resistencia a la conscripción al ejército estadounidense en Puerto Rico. Durante su presentación Paralitici nos dio la bienvenida y dijo que el Partido Socialista de los Trabajadores tiene una larga historia de lucha contra los ataques del FBI contra el movimiento obrero, que se remonta a las batallas sindicales de los años 30.

Después de la presentación, la mayoría de las 50 personas que asistían se quedaron para escuchar a Kennedy. Carlos Reyes, uno de los dirigentes del PIP en Ponce, dio palabras de bienvenida. El programa comenzó con preguntas a la candidata socialista por el conocido locutor de radio Alfonso Giménez. Después, miembros del público hicieron preguntas, sobre temas desde la situación del movimiento sindical estadounidense hasta las campañas electorales de Bernie Sanders y Donald Trump, los derechos de los inmigrantes, la brutalidad policial y la respuesta a la campaña del Partido Socialista de los Trabajadores.

Kennedy explicó que la crisis capitalista mundial “ha afectado al pueblo trabajador en Puerto Rico antes y con más fuerza a causa de la dominación colonial. Pero nos está golpeando a nosotros también. E igual que aquí, los ataques a nuestras condiciones de vida están provocando mucha ira entre los trabajadores en Estados Unidos.

“Eso se refleja en la crisis de los dos principales partidos capitalistas, los demócratas y los republicanos”, dijo. “A la mayoría de los trabajadores no les agrada ni Hillary Clinton ni Donald Trump. Independientemente de cuál de los dos salga electo, nada va a cambiar a favor del pueblo trabajador”.

Kennedy subrayó que “es solo a través de luchas masivas que cambiaremos las cosas, que transformaremos los sindicatos en fuertes organizaciones de lucha. Miren las luchas obreras de los años 30 y las batallas de masas por los derechos de los negros en los años 50 y 60. Los trabajadores necesitamos organizar un movimiento revolucionario que pueda quitarle el poder político a la minoría capitalista y reorganizar la sociedad. Destacamos como ejemplo la revolución socialista en Cuba”. Y cuando vamos a toque de puerta por todo el país, agregó, “estamos viendo mucha disposición entre los trabajadores a considerar esta perspectiva”.

Kennedy dijo que “a medida que ustedes desarrollen su lucha contra el colonialismo, eso tendrá un gran impacto y fortalecerá también las luchas de la clase trabajadora en Estados Unidos. Y vice versa”.

Historia de resistencia anticolonial

En Ponce, la segunda ciudad de Puerto Rico, aprendimos más sobre la larga historia de resistencia contra el dominio colonial desde la invasión estadounidense en 1898 hasta la actualidad. José Escabí, candidato del PIP para alcalde, nos llevó a un parque y una estatua dedicados a Pedro Albizu Campos, en el barrio donde nació el histórico dirigente del Partido Nacionalista.

Carlos Reyes nos acompañó al Museo de la Masacre de Ponce. Ahí se documenta gráficamente los sucesos de marzo de 1937, cuando policías en Ponce, bajo órdenes del gobernador Blanton Winship, dispararon contra un desfile del Partido Nacionalista y mataron a 19 personas.

Escabí también nos llevó al puerto de Ponce, donde hay dos enormes grúas que no se han usado desde que fueron instaladas hace seis años. Fueron erigidas para cargar buques gigantes que ahora atraviesan el Canal de Panamá, pero el gobierno colonial ha suspendido el proyecto porque los inversionistas capitalistas no lo consideran suficientemente rentable. Las grúas inactivas son como un monumento a la deformada economía colonial de Puerto Rico.

En esa zona conocimos al estibador Juan Alindato, quien nos dijo que el año pasado apenas ganó 2 mil dólares trabajando en los muelles. Solo cargan tres barcos al mes y el trabajo se completa en unos tres días. Alindato suplementa sus ingresos creando pequeños “vejigantes”, máscaras tradicionales de papel maché, para venderlas a los turistas.

Alindato y su esposa, Anabel Figueroa, quien trabaja con él en el puesto de artesanías, dijeron que siempre han sido “una familia de Populares”. Pero ahora, “no estoy seguro que vayamos a votar”, dijo.

El estibador se interesó especialmente cuando supo que Kennedy era una veterana sindicalista y ex minera del carbón en Estados Unidos. Nos dio su teléfono para conversar con el presidente de su unión local y mantenerse en contacto, explorando futuras oportunidades para la solidaridad entre los trabajadores de los dos países.  
 
 
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