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Vol. 80/No. 37      3 de octubre de 2016

 
(portada)

‘Deplorable’ es la crisis capitalista, no los trabajadores

 
POR MAGGIE TROWE
La mitad de los simpatizantes del candidato republicano Donald Trump son “una canasta de deplorables. … racistas, sexistas, homofóbicos, xenofóbicos, islamofóbicos, ustedes digan”, dijo la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton el 9 de septiembre. “Son irremediables, pero afortunadamente no son los Estados Unidos”.

La opinión de que los trabajadores caucásicos son intolerantes y retrógrados es ampliamente compartida por liberales y en la izquierda. Miran a los que van a los actos de Trump y ven una amenaza.

Trump se aprovecha de que los trabajadores están buscando una alternativa a la política capitalista de siempre y la falta de credibilidad de Clinton. Pero mucho de lo que él ofrece es demagogia derechista, destinada a dividir a la clase trabajadora.

Trató de aprovecharse de la ira de muchos trabajadores hacia el comentario despectivo de Clinton, declarándose el representante de los “deplorables”.

“Lo deplorable es lo que le está pasando al pueblo trabajador alrededor del mundo”, dijo al Militante la candidata presidencial del Partido Socialista de los Trabajadores Alyson Kennedy el 19 de septiembre, el único candidato que representa los intereses de la clase trabajadora en los comicios. “Cuando hacemos campaña, los trabajadores nos hablan sobre la realidad que están enfrentando: desempleo, salarios bajos, intensificación del ritmo de trabajo y condiciones más peligrosas. Nos hablan de los problemas sociales como la adicción a los opiáceos y la heroína que asolan sus comunidades”.

Kennedy dijo que en su experiencia —y la de centenares de partidarios de la campaña al hablar con trabajadores sobre el PST y su programa en las entradas de sus casas— lo que encuentra es oposición a los ataques racistas y el deseo de forjar unidad entre los trabajadores de todas las nacionalidades en contra de los ataques de los patrones y el gobierno.

“Los gobernantes capitalistas le temen a la clase trabajadora. Ellos presentan a la mayoría, los trabajadores que son caucásicos, como reaccionarios para dividirnos y desalentarnos”, dijo Kennedy. “Pero eso no está funcionando. El movimiento de masas que derrocó la segregación racista del Jim Crow, y las recientes protestas a raíz de las muertes a manos de la policía, han inspirado a millones de trabajadores de todas las razas y han fortalecido a la clase trabajadora.

“Si esto no fuera cierto, ¿Cómo se puede explicar la amplitud de las manifestaciones para exigir que se removiera la bandera de la confederación de los capitolios de los estados del sur el año pasado y la rapidez con la que se hizo?” dijo Kennedy.

“El pueblo trabajador es capaz de luchar por la unidad, de sindicalizar a los no sindicalizados y de oponerse a las guerras de los patrones y su gobierno”, dijo Kennedy. “Al hacerlo llegaremos a ser lo suficientemente fuertes como para desplazar la dictadura capitalista y construir una nueva sociedad organizada por los trabajadores y agricultores basada en los valores de la solidaridad y la dignidad”.

En un artículo del 15 de septiembre del Financial Times, Edward Luce entrevistó a residentes de Hazleton, Pennsylvania, especialmente a trabajadores caucásicos que expresaron su inclinación a votar por Trump. Hazleton fue construido por trabajadores inmigrantes provenientes de Europa que trabajaron en las minas de carbón de antracita y en otras fábricas que han sido cerradas. La población de la ciudad empezó a disminuir.

Pero empezó a crecer de nuevo, cuando la población latina, principalmente dominicanos, creció del 4 por ciento en 2000 a casi el 50 por ciento en la actualidad. En 2006 el alcalde Louis Barletta ganó notoriedad en todo el país cuando trató de demonizar a los recién llegados.

Mucho ha cambiado en 10 años. “Algo notable de los partidarios de Trump en Hazleton es su reticencia a copiar el lenguaje despectivo de su candidato hacia los hispanos”, escribió Luce.

“Cada vez que veo a un dominicano me saludan y sonríen”, dijo a Luce Karen Ezak, de 73 años de edad. Ella está a favor de Trump. “Yo nunca he tenido problemas con ellos. Ellos han reavivado las escuelas y las iglesias”.

Miembros del Partido Socialista de los Trabajadores fueron de puerta en puerta en Hazleton el 18 de septiembre.

“Soy oficinista a tiempo completo, pero necesito un segundo empleo”, dijo Dottie Pisano, de 52 años, a los socialistas. “No vivo una vida ostentosa. Pero no me puedo sostener con un solo empleo. Y si te enfermas, olvídalo, tienes que mudarte a la casa de tus padres”. A ella no le gusta Trump pero se inclina a votar por él. “Me niego a votar por esa mujer”, dijo ella, refiriéndose a Clinton.

La vecina de Pisano, Angela Carrasco, de unos 20 años de edad, actualmente con licencia de maternidad para cuidar a su hijo Johnny de un mes de edad, nació en la República Dominicana pero fue criada en Hazleton. Trabaja para el gran centro de distribución de Amazon aquí.

“Antes había mucha discriminación contra los inmigrantes dominicanos”, dijo Carrasco, “pero ahora hay mucho menos”.

La campaña de Clinton descarta a un gran número de trabajadores caucásicos porque creen contar con el voto de los africano americanos, los latinos y las mujeres. Pero los dirigentes de la campaña de Clinton están preocupados por la falta de entusiasmo entre los africano americanos.

“La campaña de Clinton ha cambiado su enfoque para dirigirse a los votantes negros y jóvenes”, dijo el New York Times el 18 de septiembre. “Los votantes negros más jóvenes, en particular, han expresado dudas acerca de la señora Clinton debido a algunas de las políticas de la administración de su marido”, incluyendo la ley anticrimen de 1994, que impuso sentencias más severas para delitos de drogas no violentos y las medidas de Clinton para “eliminar la asistencia social según la conocemos”, las cuales resultaron en mayor pobreza, inseguridad y crisis social para millones de mujeres y niños de la clase trabajadora.
 
 
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