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Vol. 80/No. 34      12 de septiembre de 2016

 
(portada)

Lucha obrera por el derecho al voto marca la historia de Estados Unidos

 
POR BRIAN WILLIAMS
La lucha para ganar y extender el derecho al voto ha marcado la lucha de clases en Estados Unidos desde la primera revolución norteamericana y la Guerra Civil para derrocar la esclavitud hasta la lucha por el sufragio para las mujeres y los jóvenes de 18 años. Esta batalla clave para la clase trabajadora continúa hoy en día enfrentando nuevas restricciones y esfuerzos agresivos para eliminar a trabajadores de los registros de votantes.

Para poder votar, los residentes masculinos de las 13 colonias norteamericanas de la monarquía británica era necesario que fueran propietarios de cierta cantidad de tierra o propiedad personal o pagar un impuesto. Los católicos tenían prohibido votar en cinco de las colonias y los judíos en cuatro.

Después del triunfo de la revolución norteamericana, los nuevos gobernantes redactaron una constitución que carecía de protecciones políticas claras contra los ataques a los derechos básicos por parte del estado. Unos agricultores rurales lanzaron la Rebelión de Shay en Massachusetts en 1786, armas en mano, para protestar contra los altos impuestos y las crecientes deudas, ayudando a forzar la adición de la Carta de Derechos a la constitución de los Estados Unidos en 1791.

La constitución concedió a los estados el derecho de regular quién podría votar, lo que garantizó que los esclavistas del sur mantuvieran control del poder. La mayoría de los estados limitaron el sufragio a los hombres caucásicos que tuvieran propiedad. Cuando George Washington fue elegido presidente en 1789, solo el 6 por ciento de la población podría votar. La restricciones con respecto a tener propiedad siguieron en rigor por décadas.

En los años 1850 los primeros exámenes de alfabetización fueron adoptados en Connecticut y Massachusetts, con el objetivo de negar el voto a los inmigrantes irlandeses-católicos.

La oposición a la esclavitud se extendió entre los industrialistas del norte, la creciente clase trabajadora, los agricultores del medio oeste y otros. El movimiento abolicionista también dio ímpetu a la lucha para extender el voto a las mujeres.

La victoria de la segunda revolución norteamericana —el triunfo de la Unión sobre los esclavistas, seguido por más de una década de gobiernos de Reconstrucción Radical respaldados por tropas del norte— abrió oportunidades para que votaran los negros, que ocuparan cargos públicos y avanzaran luchas políticas y sociales.

Los regímenes de Reconstrucción Radical promulgaron leyes que avanzaron derechos que beneficiaban a todo el pueblo trabajador —a los trabajadores y agricultores caucásicos y a los esclavos liberados. Esto incluyó el establecimiento de las primeras tres escuelas públicas en el sur, de hospitales públicos y de atención médica para los pobres.

La decimoquinta enmienda a la constitución, adoptada en febrero de 1870, formalizó el derecho al voto de los africano-americanos, cinco años después de que se rindiera la Confederación. La enmienda declara: “El derecho a votar de los ciudadanos de Estados Unidos no será negado ni restringido por los Estados Unidos o por ningún estado en base a raza, color, o anterior condición de servidumbre”.

Pero entre 1863 y 1870 las propuestas para conceder el sufragio a los negros fueron derrotadas en más de 15 estados y territorios del norte. Aparte de los estados del sur, solo Iowa y Minnesota adoptaron el sufragio universal para hombres.

El surgimiento de la resistencia racista a los logros de los negros y la expansión de los grupos de matones reaccionarios como el Ku Klux Klan asestó golpes a los esfuerzos para forjar luchas conjuntas de los trabajadores negros y caucásicos en el sur. Los gobiernos de Reconstrucción Radical fueron derrocados cuando los capitalistas del norte, temerosos de las crecientes luchas obreras, retiraron las tropas federales en 1877. Esta fue la peor derrota de la clase trabajadora de Estados Unidos en su historia.

Los victoriosos gobernantes del sur, utilizando al Klan y otros grupos racistas, impusieron la segregación de Jim Crow y suprimieron los derechos de votar de los africano-americanos. La resistencia de los negros, a menudo respaldada por agricultores caucásicos, fue ahogada en sangre.

En Mississippi en 1890 se impusieron requisitos de residencia larga, impuestos para votar, exámenes de alfabetización y requisitos de propiedad, y estas prácticas se extendieron por todo el sur. Para 1940, solo quedaban registrados un 3 por ciento de los africano-americanos en el sur.

Pero con el surgimiento de las batallas de masas para deshacerse del dominio colonial después de la segunda guerra mundial imperialista, las luchas por los derechos de los negros, incluyendo el derecho al voto, cobró fuerza en el sur. En los años 1950 y 60 un masivo movimiento proletario por los derechos civiles, dirigido por negros, destruyó la segregación Jim Crow, lo cual sentó las bases para la promulgación de la Ley de Derecho al Voto en 1965.

Estos acontecimientos revolucionarios, que suscitaron amplia simpatía entre los trabajadores del país, tuvieron un profundo efecto en las relaciones sociales y políticas.

Lucha por sufragio de la mujer

A principios de los años 1900, cada vez más mujeres de la clase trabajadora, sindicalistas y socialistas dedicaron sus esfuerzos a la lucha por el sufragio para la mujer. Con la aprobación de la decimonovena enmienda en 1920, las mujeres ganaron el derecho al voto.

En 1971, cuando centenares de miles de jóvenes eran reclutados para el ejército norteamericano, para combatir y morir en Vietnam para defender los intereses imperialistas de Washington, y las protestas de masas crecieron tanto en las calles del país como en las bases militares por todo el mundo, los gobernantes sintieron la presión de extender el derecho al voto a los jóvenes de 18 años.

La defensa del derecho al voto, un derecho fundamental, aun sigue vigente para la clase trabajadora hoy.  
 
 
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