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Vol. 80/No. 31      22 de agosto de 2016

 
(portada)

Quién debe gobernar: la clase capitalista o la clase obrera

 
POR MAGGIE TROWE
Los dos partidos del capitalismo y la guerra —los demócratas y republicanos— ambos en crisis, y sus candidatos Hillary Clinton y Donald Trump se están atacando el uno al otro sobre si “Estados Unidos es grande” o si es necesario hacerlo “grande de nuevo”, al mismo tiempo que no presentan ninguna propuesta para crear empleos o satisfacer otras apremiantes necesidades de los trabajadores.

Al mismo tiempo, los miembros y partidarios del Partido Socialista de los Trabajadores están haciendo campaña en los portales y salas de hogares de trabajadores, para discutir cómo la profundización de la depresión capitalista representa una catástrofe para los trabajadores y los agricultores y cómo podemos unirnos para defender nuestros intereses de clase. Los miembros de las Ligas Comunistas en Australia, Canadá, Nueva Zelanda y el Reino Unido están haciendo lo mismo.

Refiriéndose a la economía vacilante de Estados Unidos, Trump dijo el 8 de agosto que el número de trabajadores incluidos por el gobierno en la fuerza laboral está en el punto más bajo en cuatro décadas y propuso un paquete de recortes a los impuestos de negocios para aumentar sus ganancias, alegando que estas medidas aumentarían la producción y los empleos. La semana anterior Clinton prometió “millones de empleos con mayores ingresos”.

Sin embargo, muchos expertos capitalistas —en artículos como el de Robert Gordon en el New York Times el 8 de agosto titulado “¿Puede Clinton o Trump reconquistar el crecimiento robusto de Estados Unidos?” y el de Neil Irwin el 6 de agosto en el Times, “Estamos en un mundo de bajo crecimiento. ¿Cómo llegamos hasta aquí?” — reconocen que ninguna política puede resolver la contracción mundial del capitalismo. “Cada vez más parece como si algo fundamental está roto en la máquina de crecimiento global”, escribe Irwin.

Ambos candidatos capitalistas dicen que están comprometidos a asegurar la supremacía militar y política del imperialismo estadounidense. Mientras el presidente Barack Obama y Clinton sostienen que no se puede confiar que Trump dirija la política exterior de Washington porque es demasiado inestable, Trump sigue atacando el legado de los ocho años de Obama, durante los cuales el gobierno norteamericano ha estado en guerra en algún lugar del mundo todos los días de su presidencia. Muchos trabajadores dicen que están consternados por los candidatos capitalistas.

David Rosenfeld, candidato del PST para el congreso en Minnesota, y Rose Engstrom conocieron a José Rosas, un trabajador en un centro de llamadas, en su casa móvil en Owatonna, Minnesota, el 24 de julio. A Rosas le gustó lo que dijeron. Dos semanas después asistió a un evento para escuchar a Osborne Hart, el candidato del partido para vicepresidente de Estados Unidos, el 6 agosto en Minneapolis.

Rosas, de 24 años, dijo que le preocupaban los valores individualistas del capitalismo. “Tiene que haber una mejor manera de vivir”, dijo. “Hablan como si todos estuviéramos en una cubeta y que tienes que pisar a los otros para salir de ella, para sacar ventaja”.

Durante la gira en Minnesota, Hart fue entrevistado el 7 de agosto por Jeremy Jones, un reportero del Hutchinson Leader.

Hart le explicó que el Partido Socialista de los Trabajadores hace campaña de puerta en puerta en los barrios obreros, en ciudades grandes y pequeñas, en la ciudad y el campo, y obtiene una buena respuesta en todos ellos. Cuando Jones expresó sus dudas sobre el tipo de respuesta que el PST está recibiendo, Hart y partidarios empezaron a hablar con June y Marlen Wichelman, quienes estaban tomando café en una mesa cercana.

“¿El socialismo? No había pensado en eso”, dijo Marlen Wichelman. “Bueno, ¡tiene que haber algo mejor que esos dos postulados para presidente!”, respondió June Wichelman. Le desearon suerte a Hart en la campaña.

Más tarde Hart habló con el granjero John Worm, que vendía maíz en un puesto en Glencoe.

“Soy un partidario de Trump”, dijo Worm a Hart, añadiendo que no le gustaba la palabra “socialismo”.

Cuando Hart dijo que el Partido Socialista de los Trabajadores es un partido de la clase trabajadora, Worm señaló que los eventos de Trump son grandes porque los trabajadores participan en ellos.

“Sí”, respondió Hart, “porque él habla del desempleo y de algunos de los problemas que enfrentan los trabajadores y agricultores. Pero no plantea respuestas a esos problemas”.

“Tienes razón”, dijo Worm, y escuchó cuando Hart describió sus conversaciones sobre la crisis capitalista y el ejemplo de la Revolución Cubana con los pequeños agricultores en el sur de Georgia. Worm tomó un volante de la campaña y adquirió un ejemplar del Militante, diciendo, “Ahora tengo algo para leer y pensar”.

Antes de viajar a Minnesota, Hart visitó Nebraska donde habló en actividades de la campaña en el Meadowlark Cafe and Espresso en Lincoln y en la Fundación Memorial de Malcolm X en Omaha. Once personas que no conocían del Partido Socialista de los Trabajadores asistieron, y hablaron de la necesidad de forjar un partido que ayude a dirigir a los trabajadores y pequeños agricultores hacia la toma del poder político.

Jacquie Henderson en Minnesota y Joe Swanson en Nebraska contribuyeron a este artículo.
 
 
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