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Vol. 80/No. 21      30 de Mayo de 2016

 
(artículo principal)

Estabilidad, fin imperialista de EEUU en Medio Oriente

Intenta pacto con Moscú, envía más tropas

Departamento de Defensa/Dominique A. Pineiro

Jefe de estado mayor conjunto, Gral. Joe Dunford (centro, izq.) habla con Tte. Gral. Sean MacFarland el 21 de abril durante visita a Iraq para discutir campaña contra Estado Islámico.

 
POR MAGGIE TROWE
Al acercarse el final de su segundo mandato, Barack Obama — quien se postuló en 2008 comprometiéndose a eliminar gradualmente la participación militar estadounidense en el Medio Oriente — ha estado realizando continuamente intervenciones militares en el extranjero, y actualmente está aumentando la participación de Washington en operaciones de combate.

Cuando Obama tomó posesión después de George W. Bush, las tropas estadounidenses en Iraq y Afganistán fueron reducidas de 200 mil a cerca de 5 mil en Iraq y 9 800 en Afganistán en la actualidad. Pero su administración está incrementando la presencia de tropas de combate en estos países, y en Siria, y ha autorizado bombardeos y operaciones clandestinas en Libia, Pakistán, Somalia y Yemen.

Washington acaba de inaugurar su primer sistema terrestre antibalístico europeo en Rumania. Y la administración de Obama ha aumentado sus operaciones navales en el Mar del Sur de China para defender sus intereses contra los de Beijing, incluyendo estacionar aviones de combate en las Filipinas bajo un nuevo acuerdo con Manila.

En un anuncio sobre su creciente presencia en Libia, donde fuerzas del Estado Islámico han sido blancos de bombardeos estadounidenses, funcionarios del Pentágono reconocieron que tropas de operaciones especiales han sido estacionadas en dos puestos de avanzada ahí desde el año pasado.

Aunque Obama dice favorecer los bombardeos con “drones” y el uso de “operativos especiales” en vez de tropas en el terreno, la creciente presencia de Washington en Iraq y Siria ha producido muertos y heridos en combate, que la administración trata de encubrir o minimizar.

El soldado de operaciones especiales Charles Keating IV fue abatido por las fuerzas del Estado Islámico cerca de Mosul, Iraq, el 3 de mayo. Es por lo menos el tercer soldado estadounidense muerto en Iraq desde octubre.

El secretario de prensa de la Casa Blanca Josh Earnest, en un clásico ejemplo de doble discurso, dijo que Keating “no estaba en una misión de combate” sino que “estaba en una situación de combate”.

“Es una misión de combate, Sr. Presidente”, fue el titular de un editorial en el Army Times el 16 de mayo, que denuncia “el tipo de semántica condescendiente que usa Washington para negar lo obvio”.

El imperialismo norteamericano está aumentando su presencia militar en Libia donde el Estado Islámico, el cual está perdiendo terreno en Siria e Iraq, ha desplegado tropas y capturado territorio. Los avances del grupo reaccionario han sido posibles debido a la ausencia de un gobierno central y la fracturación del país entre facciones beligerantes después que Washington y sus aliados desataran los masivos bombardeos que ayudaron a derrocar el régimen de Muamar Gadafi en 2011.

Al mismo tiempo que Washington aumenta la presencia de sus tropas en Siria, está colaborando con Moscú con el fin de lograr una tregua y proteger sus intereses económicos y políticos en la región.

El dictador Bashar al-Assad, que dio inicio hace cinco años a una guerra brutal con el fin de aplastar las masivas manifestaciones populares en contra de su gobierno, está perdiendo apoyo entre sus partidarios en la parte occidental del país a medida que los efectos acumulativos de esa guerra paralizan la economía.

Una inflación galopante está azotando al pueblo trabajador. La tasa de cambio por la libra siria ha aumentado de 47 por un dólar en 2011 a 620 el 10 de mayo. Assad ha dependido del apoyo de los 2.7 millones de trabajadores en el sector estatal, más del 10 por ciento de la población antes de la guerra. Los salarios han bajado a 20-30 dólares por mes y más del 80 por ciento de sirios viven debajo del nivel de pobreza.

Un artículo del Financial Times el 11 de mayo ilustró como una maestra de Damasco gasta su salario mensual inmediatamente después de recibirlo porque “los precios cambian cada hora, no cada día o mes”, dijo ella.

Las reservas de divisas de Siria han caído de 20 mil millones de dólares antes de la guerra a 700 millones, según el Banco Mundial, y su producto interno bruto ha caído por más del 15 por ciento por año. La toma de control por el Estado Islámico de los campos petrolíferos en el este de Siria en 2014 disminuyó los ingresos de las exportaciones de 4.7 mil millones de dólares a menos de 200 millones.  
 
 
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