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Vol. 79/No. 8      9 de marzo de 2015

 
Malcolm X se convirtió en voz de
futura revolución en EUA

 
Como parte de la celebración del 50 aniversario del asesinato de Malcolm X, presentamos a continuación extractos de la introducción a Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero por Jack Barnes, secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores. Malcolm X fue uno de los dirigentes revolucionarios destacados del siglo 20. Su legado y su ejemplo político, especialmente en el último año de su vida, ha sido falsificado, señala Barnes. Las convicciones revolucionarias emergentes de Malcolm X están disponibles para todos los que estén interesados en ocho libros y folletos publicados por la editorial Pathfinder, que contienen alrededor de 60 charlas, entrevistas y cartas de sus últimos meses. Copyright © 2009 por Pathfinder Press. Reproducido con permiso.

POR JACK BARNES
Este libro trata de la dictadura del capital y del camino a la dictadura del proletariado.

Trata del último siglo y medio de la lucha de clases en Estados Unidos —desde la Guerra Civil y la Reconstrucción Radical hasta el día de hoy— y las pruebas irrebatibles que ofrece de que los trabajadores que son negros integrarán una parte desproporcionadamente importante de las filas y de la dirección del movimiento social de masas que harán una revolución proletaria.

Este libro trata de por qué es necesaria esta conquista revolucionaria del poder estatal por una vanguardia de la clase trabajadora dotada de conciencia de clase y organización política, una fuerza de millones de personas. De por qué ese nuevo poder estatal proporciona al pueblo trabajador el arma más poderosa posible para librar la batalla en curso para acabar con la opresión de los negros y todas las formas de explotación y degradación humana heredadas a través de milenios de una sociedad dividida en clases. Y de cómo la participación en esa misma lucha los cambia a tal punto de ser capaces políticamente de llevar esa batalla hasta el final.

Este libro trata del último año en la vida de Malcolm X. De cómo llegó a ser el rostro y la voz auténtica de las fuerzas de la revolución norteamericana venidera. …



Durante el último medio siglo, dos acontecimientos ante todo han transformado las perspectivas revolucionarias para el pueblo trabajador en Estados Unidos. Han tenido un impacto profundo en la capacidad y efectividad, en el carácter proletario, del Partido Socialista de los Trabajadores y la Alianza de la Juventud Socialista.

Uno es la conquista del poder en 1959 por los trabajadores y agricultores de Cuba. Ese triunfo no solo abrió el camino a la revolución socialista en las Américas. Significó una renovación en acción de la trayectoria proletaria internacionalista que Carlos Marx y Federico Engels señalaron por primera vez más de un siglo antes, y que más tarde los trabajadores y campesinos en Rusia llevaron a cabo en la práctica en 1917 bajo la dirección de V.I. Lenin y del Partido Bolchevique.

El otro es el ascenso después de la Segunda Guerra Mundial de la lucha popular por la liberación de los negros en Estados Unidos, de la cual surgió Malcolm X, su dirigente más destacado. Incluso a principios de los años 60, mientras Malcolm aún era el portavoz más conocido de la Nación del Islam, los dirigentes del Partido Socialista de los Trabajadores reconocimos en sus palabras y sus hechos a un dirigente intransigente de calibre extraordinario. La Nación del Islam en sí era una organización nacionalista burguesa y religiosa, como lo sigue siendo hoy día. Como señaló Malcolm después de su ruptura con la Nación en marzo de 1964, la organización no “participaba en la política” y su jerarquía, dirigida por Elijah Muhammad, “lo que la motivaba principalmente era proteger sus propios intereses”.

Pero la voz de Malcolm era más y más la de un dirigente revolucionario de la clase trabajadora. Y durante el último año de su vida, la claridad política de sus palabras avanzó a una velocidad deslumbrante.

En enero de 1965, poco menos de un año después de su escisión de la Nación, Malcolm dijo a un entrevistador de la televisión, “Creo que al final habrá un choque entre los oprimidos y los que oprimen. Creo que habrá un choque entre los que quieren libertad, justicia e igualdad para todos y los que quieren continuar los sistemas de explotación.

“Creo que se dará ese tipo de choque”, dijo Malcolm, “pero no creo que se basará en el color de la piel, según había enseñado Elijah Muhammad”.

Hablando a nombre de la Alianza de la Juventud Socialista en un mitin conmemorativo en marzo de 1965 en Nueva York, unas pocas semanas después del asesinato de Malcolm, señalé que Malcolm se había empeñado incansablemente en ir más allá de sus orígenes en la Nación del Islam, surgiendo en la política mundial como el más destacado “dirigente de la lucha por la liberación de los negros” en Estados Unidos. “Él pertenece, ante todo, a su pueblo”. Al mismo tiempo, para los jóvenes de todos los orígenes que se veían atraídos a la clase trabajadora y a la política proletaria, en este país y a nivel mundial, Malcolm X se había convertido en “el rostro y la voz auténtica de las fuerzas de la revolución socialista norteamericana que viene. Dijo la verdad a nuestra generación de revolucionarios… Malcolm desafió al capitalismo norteamericano desde el interior. Para nuestra generación de revolucionarios fue la prueba viviente de que también aquí puede suceder y va a suceder”.

Casi medio siglo después, no tengo nada que cambiar en esa valoración, y todavía puedo reconocer al joven socialista que la hizo. Pero sé que nadie reconocería a este Malcolm X, al Malcolm viviente que conocimos —al Malcolm que continuó luchando y creciendo hasta el último día de su vida— si lo que saben de su trayectoria política proviniera solo de La autobiografía de Malcolm X preparada por el periodista Alex Haley, o de la película Malcolm X de 1992, dirigida por Spike Lee. Estas son las principales fuentes actuales de “información” sobre Malcolm X, que decenas de millones de personas en el mundo, literalmente, han leído o visto en múltiples idiomas. Sin embargo, ambas obras congelan la trayectoria política de Malcolm en abril de 1964, cuando él hizo su peregrinación a la Meca, apenas un mes después de su ruptura pública con la Nación del Islam. Todo lo sucedido después de ese peregrinaje recibe poca atención tanto en la autobiografía como en la película. Pero las experiencias de Malcolm y las conclusiones políticas que extrajo no se terminaron ahí. En realidad, apenas comenzaban.  
 
 
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