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Vol. 79/No. 3      2 de febrero de 2015

 
(editorial)
Defender libre expresión,
no a odio antijudío
 

La ejecución de los caricaturistas de Charlie Hebdo y el asesinato de clientes judíos en un mercado kosher en Paris por autoproclamados islamistas son ataques contra todos los trabajadores. La clase trabajadora necesita responder a estos actos reaccionarios, luchar para defender y ampliar el espacio político y contra el odio hacia los judíos. Los asesinatos son un revés a la lucha contra los prejuicios antimusulmanes que utilizan los capitalistas para dividir a los trabajadores y asestar más golpes a los derechos políticos.

Los trabajadores deben rechazar enérgicamente el argumento hecho por algunos en la izquierda que el carácter vulgar o provocador de las caricaturas de alguna manera justifica los ataques.

El rechazo al odio contra los judíos y la violencia antisemita es una cuestión de vida o muerte para el movimiento obrero en Europa, Estados Unidos, el Medio Oriente y en todas partes. Los que guardan silencio ante los ataques antisemitas, o dicen que los “entienden” como una defensa en contra del uso de los musulmanes como chivos expiatorios o en defensa de la lucha palestina, le asestan golpes a la lucha para poner fin a la dictadura del capital. No se puede construir un movimiento proletario revolucionario si la lucha contra el antisemitismo no es parte de la médula de su programa y practica.

En la marcha por la “unidad” el 11 de enero en Paris en apoyo al imperialismo francés, el presidente de Francia Francois Hollande y otros dirigentes de las potencias imperialistas en Europa se presentaron hipócritamente como los defensores de los derechos democráticos.

Pero la clase gobernante francesa defiende el uso de las leyes de “expresión de odio” para restringir la libertad de expresión y dividir a la clase trabajadora.

Le impone multas y convierte en parias a las mujeres que visten en público el velo islámico. El permitirle a los gobernantes capitalistas y su gobierno silenciar a periodistas o artistas “ofensivos” o prohibir los velos u otra vestimenta religiosa les provee una herramienta para dividir y atacar a la clase trabajadora, especialmente cuando aumenta la resistencia a los ataques de los patrones.

La movilización de 10 mil tropas en las calles ordenada por Hollande después de los ataques tiene como fin sentar un precedente para el despliegue militar contra las luchas obreras en el futuro.

El movimiento obrero necesita el espacio político más amplio posible para protestar, salir en huelga, y debatir sobre cuál es el camino a seguir y unirse a otros en luchas comunes en el camino para acabar para siempre con la dictadura del capital.  
 
 
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