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Vol. 78/No. 2      20 de enero de 2014

 
Sigue crisis de empleo, juegan
con política monetaria
(artículo principal)
 
POR BRIAN WILLIAMS  
El 13 de diciembre, el presidente de la reserva federal Ben Bernanke, al prepararse a entregar su cargo a Janet Yellen, la elegida por la administración Obama, anunció planes para enlentecer la “flexibilización cuantitativa”, el esquema monetario de la reserva, cuyo motivo declarado era “estimular” la actividad económica tras la crisis financiera mundial de 2008-2009. Entretanto, el pueblo trabajador sigue cargando con lo peor de la crisis capitalista, para la cual los acaudalados gobernantes no tienen solución.

El anuncio ofreció un nuevo punto de discusión en los ásperos debates entre los economistas capitalistas sobre las políticas de la llamada Fed, muchos de los cuales reflejan su dificultad en aceptar que la crisis económica mundial no es resultado de una política gubernamental particular, y que no es posible resolverla con una política diferente. La crisis, es el resultado de una tendencia que ya lleva varias décadas y está arraigada en el debilitamiento del crecimiento de la producción y el comercio capitalistas a escala mundial.

Sin embargo, los medios de difusión en Estados Unidos presentaron el plan como algo enlazado al un auge de la economía del país. “La economía en Estados Unidos empiema a aumentar su ritmo de crecimiento”, fue el titular de un artículo del Wall Street Journal el 20 de diciembre, que decía que la recuperación “ha estado marcada por altibajos mientras que acumulaba ímpetu para su entrada en el año nuevo”.

En respuesta a estas expectativas, los precios de los activos subieron. El índice promedio industrial Dow Jones ganó 157 puntos el día del anuncio de la Fed.

Pero más de cinco años después de que se iniciara la llamada recuperación de la recesión de 2008-2009, no ha habido recuperación para el pueblo trabajador. La proporción de la población con empleo permanece a un nivel bajo récord. Solo recientemente la producción alcanzó los niveles que tenía antes de la recesión, y el estándar de vida del pueblo trabajador sigue en descenso. En la medida en la que los patrones han podido aumentar sus ganancias, se ha producido a precio de nuestro sudor.

Bajo la flexibilización cuantitativa, la reserva federal ha comprado de los bancos valores garantizados por hipotecas y 85 mil millones de dólares en bonos del gobierno mensuales. El anuncio de Bernanke indicó que iba a empezar la reducción a razón de 10 mil millones de dólares mensuales en enero.

Este modesto paso hacia la reducción de la flexibilización cuantitativa —la que a menudo se caracteriza como una gigantesca operación de impresión de dinero— viene acompañado de las crecientes preocupaciones dentro de la clase dominante sobre sus efectos a largo plazo.

A la vez, este tipo de preocupaciones se ven templadas por su ansiedad de que los capitalistas retiren inversiones en respuesta al fin de las ayudas monetarias —inversiones que sobre todo se han usado en la especulación financiera.

Patrones no expanden la producción

La flexibilización cuantitativa se estableció después de que la reserva federal bajara los tipos de interés casi hasta cero en diciembre de 2008. El objetivo combinado de estas dos medidas era reducir el costo de préstamos a la empresa privada, lo cual asumieron animaría a los propietarios a aumentar la producción y contratar trabajadores. Pero dadas las condiciones de deceleración económica, esto no ha resultado ser rentable para la gran mayoría de los patrones. Lo que los patrones han hecho es acumular montones de reservas en efectivo, o han buscado rendimientos más altos invirtiendo en acciones en la bolsa de valores o en otras formas de apuestas especulativas, tales como en las alzas y bajas de varias categorías de papel comercial.

Estas ganancias se han basado no en el crecimiento económico, sino en especulaciones de que habrá crecimiento en el futuro, junto con la expectativa de que continuarán los estímulo monetarios y el temor de que pueden perder el momento propicio.

Como resultado, las burbujas especulativas se están inflando de nuevo. Por ejemplo, los 3.8 billones de dólares en las arcas de la Reserva Federal en octubre — de la cual la inmensa mayoría son valores garantizados por hipotecas y bonos del tesoro— tienen un valor 70 veces mayor que el valor real de los depósitos y efectivo que poseen. Los precios de las acciones han subido un 40 por ciento en 18 meses.

Dentro de la amplia gama del debate burgués sobre los esquemas monetarios de la reserva federal, se encuentran algunos analistas que aseveran que sus efectos en el comportamiento de los capitalistas han sido más sicológicos que cualquier otra cosa.

“Confrontamos un avance especulativo que parece imparable, a pesar de la ausencia de cualquier vínculo creíble entre la flexibilización cuantitativa y los precios de las acciones —solo tenemos una combinación de superstición y búsqueda de lucro que repetidamente ha terminado mal”, escribió el analista financiero John Hussman a principios de diciembre.

‘Estancamiento secular’

Al comentar sobre las diferencias entre el período previo y el posterior a la reciente recesión de 2008-2009, comparado con lo que se vio en recesiones previas, el ex secretario del tesoro Lawrence Summers se refirió a la crisis actual en Estados Unidos no simplemente como una baja del ciclo económico, sino como “estancamiento secular”, tomando prestada una frase que muchos usaron para describir el descenso de la economía japonesa durante las últimas dos décadas.

Al tomar la palabra el 8 de noviembre en un foro del Fondo Monetario Internacional en Washington, titulado “Respuestas de políticas a las crisis”, Summers se dirigió principalmente a los acaudalados miembros de la clase dominante en Estados Unidos. Su mensaje clave fue la necesidad de planear para un período prolongado del estancamiento de la producción, el comercio y el empleo. Entre otras cosas, aseveró que los jugueteos monetarios de la reserva federal eran un remedio necesario, pero sin precedente para evitar un colapso financiero mundial frente a una crisis que no tiene comparación en cuanto a su alcance y carácter global.

El tamaño de la fuerza laboral en Estados Unidos se ha ido encogiendo, comentó. “La proporción de hombres o mujeres adultos en Estados Unidos que están trabajando es esencialmente la misma hoy que hace cuatro años”, dijo Summers. Uno “más o menos esperaría que una vez que las cosas se normalizaran habría más producto interno bruto, pero no que cuatro años más tarde habría mucho menos de lo que había antes”.
 
 
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