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Vol. 77/No. 20      27 de mayo de 2013

 
Comunistas, uniones blanco del gobierno
tras Revolución Bolchevique
El FBI ha mantenido lustros de espionaje, desorganización
contra el Partido Socialista de los Trabajadores por su
actividad revolucionaria consistente
(especial)
 
POR JOHN STUDER  
La semana pasada el Militante reportó que el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y sus campañas electorales ganaron una victoria en su reñida lucha por permanecer exentos del requisito de tener que entregar a la Comisión de Elecciones Federales (FEC) los nombres de sus contribuyentes. La exención, ganada por primera vez en 1974, se ha extendido hasta finales de 2016. Esta exención fortalece la habilidad de los trabajadores y nuestras organizaciones para llevar a cabo actividad política obrera independiente, libre de la interferencia del gobierno, los patrones o la derecha.

Por décadas el FBI, otras agencias policiacas y sus escuadrones de “inteligencia”, los patrones y derechistas han espiado al PST y organizado despidos y hostigamiento de sus partidarios. Pruebas de esto fueron reveladas a través de una demanda judicial contra el FBI entablada por el partido en 1973. La demanda se ganó finalmente en 1986. Las pruebas que se obtuvieron a través de la demanda fueron centrales para ganar la extensión de la exención. Además se presentaron unas 70 declaraciones de partidarios de las campañas del PST, lectores del Militante y otros que detallaron nuevos ataques desde 2009.

Aunque hoy los patrones y su gobierno racionalizan sus ataques contra los derechos políticos bajo la excusa de tener que combatir el “terrorismo”, su verdadero blanco sigue siendo la clase trabajadora y sus organizaciones de vanguardia. Eso es evidente en los documentos obtenidos del FBI en años recientes, los cuales fueron citados en cartas a la FEC presentadas en nombre del PST en 2012-13 por los abogados Michael Krinsky and Lindsey Frank.

Por ejemplo, una demanda entablada a través de la Ley de Libertad de Información en 2012, reveló que se había conducido espionaje, por órdenes de una agencia federal, de actividades obreras en solidaridad con los estibadores de Longview, en el estado de Washington, que estaban luchando contra un cierre patronal cuyo propósito era destruir el sindicato. El PST estuvo activamente involucrado en dichas actividades.

Un informe del Inspector General del Departamento de Justicia, presentado en 2010 en respuesta a las revelaciones de espionaje en contra de grupos antiguerra y por la protección del medio ambiente, citó las supuestas perspectivas “comunistas” del Catholic Worker, como una de las razones por las cuales el FBI espió contra dicha publicación.

El Partido Socialista de los Trabajadores y sus antecesores han sido blanco de espionaje desde sus orígenes porque los gobernantes capitalistas odian el ejemplo que representa el partido por su participación en batallas de los trabajadores, agricultores y oprimidos. Utilizando el Militante y libros y folletos los trabajadores socialistas presentan las lecciones de batallas obreras por todo el mundo. Mediante sus campañas electorales, el PST defiende las luchas de los trabajadores y señala el camino hacia la lucha revolucionaria por el poder político de la clase obrera.

Los orígenes del PST se remontan a los militantes obreros que fundaron el Partido Comunista en Estados Unidos. Se organizaron para seguir el ejemplo de los trabajadores y campesinos en Rusia que arrebataron el poder a los capitalistas y terratenientes en octubre de 1917, bajo la dirección del Partido Bolchevique encabezado por V.I. Lenin.

En 1918-19 se intensificaron las batallas obreras en Estados Unidos, a medida que los patrones engordaron sus ganancias durante la matanza interimperialista de la Primera Guerra Mundial. No solo el país se estremeció con una oleada de huelgas en las industrias de la carne, del acero, textiles, y de la minería del cobre, sino que además la Revolución Bolchevique inspiró a muchos trabajadores por todo Estados Unidos.

En febrero de 1919 tuvo lugar en Seattle la primera huelga general del país. Posteriormente, ese mismo año, estibadores allí rehusaron cargar 50 vagones de rifles en barcos contratados por el gobierno, que se dirigían a ejércitos contrarrevolucionarios que luchaban para derrocar al gobierno de trabajadores y campesinos en Rusia.

Militantes del joven movimiento comunista se involucraron en batallas obreras, se acercaron a la masa de trabajadores industriales no sindicalizados y se involucraron en esfuerzos para combatir el racismo y la violencia contra los afroamericanos y la deportación de trabajadores inmigrantes.

Los patrones utilizaron tanto matones privados como el gobierno para suprimir el incremento en las luchas. Una parte crucial de esta represión fue dirigía contra los comunistas. La recién creada agencia del Departamento de Justicia que precedió al FBI lanzó las llamadas Redadas Palmer, en nombre del procurador general A. Mitchell Palmer.

Mediante la utilización de nuevas leyes contra la “sedición” y el “sindicalismo criminal”, agentes del Departamento de Justicia y policías locales desataron espías y agentes provocadores, destruyeron oficinas de sindicatos y organizaciones comunistas, y trabajaron con grupos antisindicales para dispersar reuniones de partidos obreros. Un blanco especial fueron los obreros inmigrantes de disposición revolucionaria, quienes contaban con menos protecciones legales. Más de 3 mil de estos militantes fueron arrestados y 750 de ellos fueron deportados en 1919 y 1920.

Washington persiguió publicaciones que hablaban a favor de los derechos de los negros, especialmente el Messenger, la cual se solidarizó con la Revolución Rusa e instó a los afroamericanos a unirse a sindicatos, y la publicación Crisis del NAACP.

A la vez que grupos revolucionarios que estaban inspirados por el ejemplo bolchevique se organizaban para formar un Partido Comunista único, y encontrar maneras de llevar a cabo propaganda pública y trabajo de masas a pesar de esos ataques, lanzaron una campaña en 1921 en las elecciones para alcalde de Nueva York como parte de la lista electoral de la Liga Obrera. El candidato, Benjamin Gitlow, se encontraba entonces encarcelado bajo cargos falsos de “subversivo”.

En 1922 agentes federales y policías locales, con la ayuda de informes de un soplón del gobierno, realizaron redadas contra el congreso del Partido Comunista en Bridgman, Michigan. Diecisiete delegados fueron arrestados bajo la ley estatal de sindicalismo criminal. El dirigente del Partido Comunista Charles Ruthenberg fue condenado y sentenciado a 3-10 años de prisión. El partido ayudó a formar el Consejo de Defensa Obrera para ayudar a los arrestados, ganando apoyo de funcionarios sindicales; Eugene V. Debs, dirigente en el Partido Socialista, figuras religiosas y Roger Baldwin, director de la Unión de Libertades Civiles Americana (ACLU).

La ferocidad de los ataques gubernamentales disminuyó a finales de los años 20, a medida que militantes del Partido Comunista extendieron sus actividades públicas en los sindicatos, en la calle y mediante campañas electorales. Pero el FBI y los “Escuadrones Rojos” locales habían empezado lo que sería la norma en Estados Unidos, la persecución de trabajadores de disposición revolucionaria. En los años 30 lanzaron nuevos ataques contra el movimiento obrero y el Partido Socialista de los Trabajadores, como relataremos en un próximo número.  
 
 
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