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Vol. 77/No. 11      25 de marzo de 2011

 
No a las sanciones imperialistas contra Irán
(editorial, especial)

Los trabajadores alrededor del mundo deben oponerse a las nuevas sanciones que Washington quiere imponer contra Irán y deben exigir el cese inmediato e incondicional de todas las medidas existentes que tienen el fin de imponer privaciones al pueblo iraní y forzar a Teherán a abandonar su programa de investigación nuclear.

La expansión de la electrificación, incluso si se hace usando la energía nuclear, es un paso necesario para que un país subdesarrollado y semicolonial como Irán, pueda avanzar su industria, agricultura, medicina y cultura.

¡La hipocresía del imperialismo estadounidense no tiene límites! Mientras que dicta selectivamente a otras naciones que ha oprimido y amenazado por décadas —desde Irán hasta Corea del Norte— que tipo de armas pueden o no poseer, Washington sigue siendo la única potencia que ha desatado un holocausto nuclear, la incineración de cientos de miles de trabajadores en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial.

Las armas nucleares tienen un solo propósito: matar a masas de personas inocentes. Con respecto a esto, ningún gobierno ha tomado una posición moralmente más alta que el gobierno cubano. El rechazo de tácticas militares que conducen a la masacre de gente inocente es una cuestión de moral proletaria, la cual ha distinguido a la Revolución Cubana desde sus inicios.

“Nosotros nunca nos hemos planteado la fabricación de armas nucleares, porque no las necesitamos”, dijo Fidel Castro en 2005. Por más de cinco décadas, Cuba revolucionaria se ha defendido de la hostilidad incesante de Washington con la movilización, la consciencia política y la preparación militar de millones de trabajadores y agricultores.

“Nosotros poseemos otro tipo de armas nucleares”, agregó Castro. “Son nuestras ideas. Nosotros poseemos armas del poder de las nucleares, es la magnitud de la justicia por la cual luchamos. Poseemos armas nucleares en virtud del poder invencible de las armas morales. Por eso nunca se nos ha ocurrido fabricarlas, ni se nos ha ocurrido buscar armas biológicas, ¿para qué? Armas para combatir la muerte, para combatir el SIDA, para combatir las enfermedades, para combatir el cáncer, a eso dedicamos nuestros recursos”.
 
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