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Vol. 76/No. 47      24 de deciembre de 2012

 
Cuba: Apoyados por su gobierno,
obreros reconstruyen tras Sandy
Poder obrero garantiza que nadie quede solo
(especial)
 
POR RÓGER CALERO
Y MARTÍN KOPPEL
 
SANTIAGO DE CUBA—Tras la destrucción causada por el huracán Sandy en esta ciudad oriental durante las horas tempranas del 25 de octubre, el pueblo trabajador se ha organizado —rápidamente y en escala masiva— para despejar las calles, restaurar los servicios básicos y reparar viviendas y escuelas dañadas.

Se ha movilizado a través de sus organizaciones de masas, con el respaldo activo de su gobierno —un gobierno obrero— a todos los niveles. El Ejército Oriental de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba ha desempeñado un papel mayor en este esfuerzo colectivo, especialmente en las labores pesadas de remover las muchas toneladas de escombros.

En apenas un mes, han despejado la mayoría de los escombros y el tendido eléctrico ha sido restaurado completamente. Las escuelas y oficinas están abiertas, el comercio vuelve a la normalidad y ha comenzado un esfuerzo organizado y colectivo para reparar y reconstruir las viviendas. Nadie se ha quedado abandonado.

El 25 de noviembre, una brigada de 3 mil electricistas provenientes de toda la isla salió de Santiago, su misión cumplida. Habían trabajado turnos de 12 horas o más, día tras día, hasta que se restableciera el servicio eléctrico.

“Hemos tenido una tremenda expresión de solidaridad aquí”, dijo Pedro Miranda, presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), el cual coordinó una visita de reporteros del Militante el 27 de noviembre a algunas de las zonas de la ciudad más dañadas por la tormenta.

Ciclón asoló a Santiago

El huracán arrasó a Cuba oriental y especialmente a Santiago, la segunda ciudad del país, con una población de medio millón de habitantes. Unas 133 mil viviendas resultaron dañadas aquí, muchas completamente, en particular en comunidades costeñas inundadas como Siboney, según informó Miranda. Algunas zonas de las provincias de Holguín y de Guantánamo también sufrieron daños mayores.

Nueve personas murieron en Santiago y dos en Guantánamo, una ciudad a 90 kilómetros al este de aquí, dijo Miranda. La evacuación ordenada de decenas de miles de personas antes del huracán salvó muchas más vidas. Pero para Cuba el número de muertes fue relativamente alto. Muchos atribuyen esto al hecho de que nadie puede recordar una tormenta de esta severidad que haya golpeado a Santiago directamente; muchas personas subestimaron lo que se avecinaba.

En el barrio obrero de San Pedrito, uno de los más afectados, las labores de recuperación eran evidentes en todas partes, desde la reparación de edificios hasta las brigadas de trabajadores telefónicos que restauraban el servicio. A la entrada de cada instalación pública, un trabajador asegura que uno se desinfecte las manos y se lave las suelas de los zapatos con una solución de cloro como medida preventiva contra brotes de enfermedades, especialmente del cólera, del cual se han reportado casos, según nos dijeron dirigentes comunitarios en San Pedrito.

Visitamos las oficinas locales del Consejo Popular, organismo coordinado por el gobierno que incluye representantes de organizaciones de masas. La oficina se ha convertido en un puesto de mando adonde van los residentes de la comunidad para informar sobre los daños y conseguir ayuda para obtener materiales para la reconstrucción de su vivienda, alimentos y otras necesidades.

Madelín Mendoza, presidenta del Consejo Popular, nos dijo que todas menos 22 de las aproximadamente 3 mil casas en San Pedrito sufrieron daños en el huracán; de estas, unas 550 se derrumbaron completamente.

Dentro del puesto de mando, los vecinos iban de una mesa a otra para solicitar materiales de construcción y ayuda con las reparaciones. En una mesa se inscribían. Después, un empleado estatal les ayudaba a planear los materiales que necesitaban y calcular el costo. Luego, hablaban con un trabajador social sobre su situación económica y cuánto podían costear. Y después un representante bancario les otorgaba crédito.

En las zonas afectadas por la tormenta, todos los materiales de construcción se venden a mitad de precio, subsidiados por el gobierno, informó Mendoza. Los damnificados que no tengan el dinero en efectivo para pagar los materiales pueden obtener un préstamo inmediatamente, con un plazo de pago de 10 años. A las familias de menores recursos económicos se les entrega los materiales sin costo alguno.

Solidaridad obrera

Equipos comunitarios visitan los hogares para evaluar las necesidades. Los residentes reciben una respuesta al día siguiente y pueden recoger los suministros en un almacén cercano. “Vamos de casa en casa y hemos visitado 2 600 casas”, dijo Antonio Benítez, quien trabaja en el puesto de mando.

El consejo también organiza brigadas voluntarias de trabajadores con habilidades en construcción para ayudar a los residentes a reparar techos, plomería, paredes y otras estructuras dañadas.

“Llegó mucha gente de otros municipios y provincias para ayudarnos”, dijo Mendoza. “En San Pedrito los vecinos les han ofrecido café y comida”.

“Los vecinos se ayudaron desde el primer día”, dijo la maestra Laudelina Ramos, una de los que solicitaban ayuda en el centro para reparar su casa dañada por el huracán.

Al describir el trabajo de reconstrucción en la ciudad, Pedro Miranda señaló que el presidente cubano Raúl Castro llegó a Santiago pronto después del huracán y se quedó aquí varios días para ayudar a dirigir el trabajo de recuperación. El vicepresidente José Ramón Machado Ventura visitó zonas duramente golpeadas en las provincias de Santiago y de Holguín. Esto ayudó mucho a reforzar la moral y la confianza entre la población, dijo.

En Cuba, el compromiso de que “nadie quedará desamparado” se hace realidad gracias a los esfuerzos colectivos de millones de trabajadores y campesinos, organizados y dirigidos por sus instancias gubernamentales a nivel nacional, provincial y local.  

 
 
 
 
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