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Vol. 76/No. 45      10 de diciembre de 2012

 
Análisis sobre elecciones EUA
muestra desdén y ceguera de clase
(artículo principal, comentario)
 
POR JOHN STUDER
Los medios capitalistas, desde la izquierda a la derecha, han derramado mucha tinta analizando las recientes elecciones en Estados Unidos. Lo que se destaca en sus diversas teorías demográficas es una ceguera de clase burguesa que impide que estos “expertos” entiendan las actitudes y tendencias en la clase obrera y cómo pueden o no pueden ser reflejadas en las elecciones.

Entre estas “teorías” son las conjeturas acerca de los patrones de votación de la mayoría de los llamados blancos, a los que a menudo se refieren en artículos como blancos de cuello azul o pobres, pero a los que ven con desdén como “basura blanca”.

Pero la “Norteamérica blanca” sobre que los expertos escriben no existe. Y ellos prefieren no ver la realidad de una Norteamérica que es cada vez más dividida en clases.

En la mente de los autoproclamados liberales progresistas, representados sobre todo por los meritócratas y profesionales de conciencia burguesa, los trabajadores que son caucásicos son esencialmente ignorantes y reaccionarios y cada vez más racistas como respuesta natural a los efectos de la crisis económica en sus vidas. De acuerdo con este punto de vista, se puede esperar que estos trabajadores voten por los republicanos en general, y más aún en la reciente elección para derrotar a un candidato negro. Por eso, una capa de liberales del Partido Demócrata descartan cualquier esfuerzo para ganar el llamado voto blanco y en su lugar se centran en el llamado voto latino y negro, junto con el de “gente inteligente” como ellos.

Este sentimiento fue capturado en parte por el propio Obama en 2008 cuando se refirió a los trabajadores de las pequeñas ciudades en Ohio y Pennsylvania: “No es sorprendente, entonces, que se amargan y se aferran a las armas o la religión o la antipatía hacia las personas que no son como ellos, o el sentimiento anti-inmigrante”.

Otro concepto que se deriva de esta perspectiva es la idea de que el crecimiento de puntos de vista reaccionarios entre el pueblo trabajador en Estados Unidos son parte de una tendencia similar en todo el mundo.

Un buen ejemplo de esto es un artículo por el columnista invitado del New York Times, Thomas Edsall, que entrevistó a Ruy Teixeira, un investigador senior del Centro para el Progreso Estadounidense y asesor de la campaña de Obama.

Edsall escribe, “En Estados Unidos, observó Teixeira, ‘El Partido Republicano se ha convertido en el partido de la clase obrera blanca’, mientras que en Europa muchos votantes de clase obrera que habían sido la base de los partidos socialdemócratas se han movido a los partidos de la extrema derecha”.

Expertos conservadores sostienen una versión similar de los mismos perjuicios de clase sobre los trabajadores que son caucásicos como los de los liberales, pero en lugar de lamentarse de eso, muchos desean que fuera más la realidad.

Las actitudes en la clase obrera no pueden ser directamente extraídas de los resultados electorales o por cualquier otro método por los que viven en un mundo totalmente fuera de la clase obrera. Las perspectivas de los trabajadores solo encuentran reflejo distorsionado en la arena electoral burguesa, donde, en ausencia de constantes batallas clasistas en las cuales los trabajadores ganan confianza en sí mismos y un sentido de independencia política, la mayoría buscan hoy un “mal menor” por quien votar.

Una cosa que los resultados de las elecciones no apoyan, sin embargo, es la idea de que hoy en día hay una creciente oleada de racismo entre los trabajadores. Hay muchas razones por las que uno no votaría por Barack Obama, desde su abierto desdén por el pueblo trabajador a las preocupaciones por la interferencia cada vez mayor del gobierno en la vida de la gente.

Lo más llamativo de la elección es que —después de cuatro años de la crisis económica más profunda de la memoria— el mal menor para la mayoría de los trabajadores, incluyendo una sección sustancial de los que son caucásicos, no era el desafiador sino el titular. Y un titular que ni siquiera ha hablado de un verdadero programa de empleos, ni mucho menos ha mostrado una tendencia a promulgar uno.

Pero muchos vieron a Romney como más desconectado con los devastadores efectos de la crisis capitalista. Muchos asumieron que una segunda presidencia de Obama podría al menos ser más dispuesta a ofrecer ayuda del gobierno frente la crisis.

Las encuestas de salida reflejan algunos de estos sentimientos. Mientras que el 51 por ciento de los votantes dijeron que el gobierno era demasiado entrometido en sus vidas, el 55 por ciento dijo que el sistema económico de Estados Unidos favorece a los ricos. Y la mayoría piensa que las políticas de Romney estarían a favor de los ricos.

“Romney hizo muy mal entre la clase obrera blanca” en Iowa, Minnesota, Wisconsin, Michigan, Ohio y Pennsylvania, se quejó Steven Sailer, un conservador con opiniones abiertamente racistas, en VDARE.com el 7 de noviembre.

Y unos 9 millones de trabajadores que son caucásicos estaban entre los millones de trabajadores que no se molestaron en votar por cualquiera de los partidos de los patrones.

Y los trabajadores en lugares de trabajo saben que los compañeros de trabajo que votaron por Obama o Romney tienen la misma probabilidad de entrar en la discusión acerca de cómo enfrentar a los ataques de los patrones y a luchar juntos, a pesar de las diferencias raciales, religiosas o de otra índole.

Los profundos cambios sociales derivados de la masiva batalla proletaria por los derechos de los negros de los años 50 y 60 que aplastaron la segregación Jim Crow han causado cambios irreversibles en la clase obrera que han abierto la puerta a mayor unidad en la acción. Y hoy en día los trabajadores en general están sintiendo los efectos de la crisis y cada vez más están buscando sobre todo cómo avanzar sus intereses de clase.

Es así dentro de la nacionalidad negra, donde las condiciones de vida para los trabajadores —tanto en términos absolutos como en relación con otras secciones de la clase obrera— están empeorando bajo el impacto de la crisis económica. Al mismo tiempo, se están ampliando las divisiones de clase entre los afroamericanos.

La lucha contra la discriminación racista y para superar las divisiones nacionales sigue siendo una de las tareas más importantes por delante para forjar una vanguardia de la clase obrera en Estados Unidos. Sin embargo, a diferencia de las esperanzas de los expertos conservadores y la sabiduría aceptada de los liberales, la intolerancia racista contra afroamericanos y otras formas de perjuicio no están creciendo entre los trabajadores que son caucásicos o de otros orígenes.

Esta conclusión es consistente con la experiencia personal de muchos trabajadores hoy día tanto dentro como fuera del trabajo.

Cualquiera sean por los cuáles de los “males menores” votaron, o si se quedaban en casa, o cómo votaron en cualquier referéndum, los trabajadores en sus millones están sintiendo la presión de los ataques de los gobernantes acaudalados y están buscando discusiones sobre de donde vienen y una manera de defenderse.

A través de estas discusiones y de las batallas que vienen, los trabajadores ganarán experiencia y confianza en sí mismos, y comenzarán a transformarse por millones en actores en el escenario de la historia. Y en el camino, van a dejar de buscar los males menores y empezar a buscar una forma de reemplazar el dominio de la clase propietaria con un gobierno de trabajadores y agricultores.  
 
 
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