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Vol. 76/No. 18      7 de mayo de 2012

 
Desastre en Japón:
creación del capitalismo
(portada)
 
POR LOUIS MARTIN  
Aún después de más de un año del terremoto y tsunami que azotaron a Japón el 11 de marzo de 2011, el número de muertos continúa aumentando. Según un estudio reciente de la agencia de noticias japonesa Kyodo News, más de 1 300 muertes adicionales relacionadas al desastre han sido reconocidas oficialmente por los gobiernos locales.

Unas 20 mil personas murieron inmediatamente después del desastre como resultado directo de las relaciones sociales capitalistas que forzaron a millones de trabajadores, pequeños pescadores y otros a vivir a lo largo de una costa muy propensa a los tsunamis —sin sistemas de alarma, muros o procedimientos de evacuación adecuados.

El estudio reciente ha sido en gran parte ignorado por la prensa extranjera —una realidad que destaca una vez más el hecho de que la histeria en torno a la radiación emitida como resultado de la fusión parcial de la central nuclear de Fukushima ha ofuscado la realidad y la magnitud del número de víctimas y el continuo desastre social desatados por el terremoto. De hecho, según los informes, la radiación no mató o enfermó a nadie.

Pero gente murió de hambre y otros tormentos porque el gobierno prohibió la entrada al área a familiares y a equipos de rescate; algo que fue innecesario.

La nueva cifra compilada por Kyodo News “incluye un gran número de personas mayores que murieron de pulmonía por aspiración, además de suicidios y otras muertes resultados de la tensión de vivir en los refugios de evacuación”, según informa el Japan Times.

Las 1 331 muertes adicionales reportadas por el estudio minimizan la cifra real. Para calcular el número de muertos la agencia de prensa japonesa utilizó las muertes en las cuales gobiernos locales habían decidido a favor de solicitudes de fondos de condolencia por el desastre. Pero muchas aplicaciones fueron rechazadas, y estas personas no fueron incluidas en los cálculos.

Según un informe emitido en febrero por el comité independiente investigador del accidente nuclear en Fukushima, que apareció en un despacho de la Prensa Asociada el 10 de marzo, muchos “fallecieron debido a la planificación inadecuada y la falta de comunicación entre agencias gubernamentales” al llevar a cabo la evacuación de seis hospitales de Fukushima que estaban dentro del área de 12 millas alrededor de la central nuclear que fue evacuada.

La AP presenta como ejemplo lo qué sucedió en el Hospital Futaba y en un centro de ancianos asociado. De las 435 personas evacuadas, 21 murieron en autobuses en camino a los centros de evacuación o en los hospitales mismos, antes de que pudieran ser admitidos a otra instalación médica. “Fue un caos completo”, dijo Jin Ishida, cuyo abuelo murió en la evacuación.

Mientras tanto, a principios de este mes un panel designado por el gobierno dio a conocer un mapa actualizado que detalla la destrucción que podría causar a lo largo de una región mucho más poblada (al sur de Tokio) un temblor y tsunami de magnitud similar. Los gobiernos locales son responsables de revisar sus propios planes de evacuación.

El 9 de abril el New York Times reportó el caso de Kuroshio, una ciudad de 13 mil habitantes en el sur del archipiélago japonés que quedaría sumergida en un tsunami en el peor de los casos proyectado por el nuevo estudio. “Alrededor del 80 por ciento de la población habita áreas bajas que quedarían inundadas como resultado de un tsunami de gran magnitud”, informó el Times.

“Hablan de trasladar partes de la ciudad a terreno más alto”, escribió el Times. “Pero en esencia lo que dicen los planes de contingencia actuales es simplemente: prepárese para huir a terreno más elevado”.

Pero bajo el capitalismo, ese tipo de “conversación” tiene más efecto en los precios de la tierra que en estimular a los patrones y a sus gobiernos a divergir ni un pedazo de sus ganancias hacia medidas que podrían salvar las vidas de trabajadores. Su respuesta a los desastres es gobernada por la ley del valor imperante bajo el capitalismo.

Todavía existe en Kuroshio un epitafio escrito en granito que fue colocado después del último tsunami mortal en 1854: “Las granjas y los arrozales se convirtieron en mar. Que esto sea una advertencia para los próximos 100 años”.  
 
 
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