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Vol. 76/No. 16      23 de abril de 2012

 
El llamado ‘modelo sueco’:
trabajar más por menos
 
POR ANITA ÖSTLING  
ESTOCOLMO, Suecia—La imagen del “modelo sueco” generalmente se asocia con un estado benévolo de bienestar social, con servicios públicos gratuitos y universales y un empleo público masivo basado en impuestos elevados y el apoyo de los grandes sindicatos.

El término “modelo sueco” se ha usado también en años recientes en la prensa capitalista para describir, irónicamente, el progreso que los capitalistas suecos han logrado en recortar los gastos gubernamentales, rebajando el nivel de vida del pueblo trabajador. Han diseñado métodos “innovadores” para conseguir lo que muchos gobiernos capitalistas del mundo están realizando. Y hasta ahora en Suecia lo han hecho sin generar mucha resistencia.

Como en el resto del mundo, el pueblo trabajador aquí carga con la mayor parte de la crisis capitalista. Una cosa que están aprendiendo en este proceso es que sus beneficios y otros derechos a prestaciones no son en realidad “suyos”. Se los pueden quitar. Esta lección es parte de lo que se necesita para superar la mentalidad de dependencia en el estado capitalista y su burocracia. Para la clase trabajadora es esencial para levantar su nivel de confianza en si mismos, su combatividad e independencia de clase necesaria para llevar a cabo una lucha efectiva contra los ataques implacables de los patrones y su gobierno.

Para esta autora este hecho quedó claro durante una visita reciente a su país después de vivir en el extranjero por casi dos años.

Mientras esperaba el autobús una mañana, la calle con hielo y resbaladiza forzó al chofer a saltarse la parada en la rotonda y detenerse más adelante. Tuvimos que caminar una distancia importante. Una vez que abordamos, la conductora tomó el micrófono y dijo: “Discúlpenme todos. Pero si tengo que trabajar hasta los 75 años, tengo que cuidar mis brazos.”

“Es un gran problema que la gente piense que la edad de jubilación es a los 65”, comentó el primer ministro Frederik Reinfeldt durante una entrevista el 6 de febrero, con el diario Dagens Nyheter. “En el futuro debemos prepararnos a trabajar hasta los 75”.

El comentario de la conductora generó un debate entre los pasajeros.

“¡Claro que sí! Yo me sostendré con mi andadora para distribuir medicinas a los pacientes”, dijo una.

“Nunca paran. Siguen, y siguen y siguen. Se supone que el estado me protege. Y no sirve de nada poner a otra persona en el gobierno. ¡Son todos iguales!” comentó otro.

“Mi mamá me hablaba sobre tiempos como estos. Pero jamás en la vida había pensado que me tocarían a mí”, dijo una mujer de edad.

Una reforma de las pensiones en la década de 1990 hizo que los pagos de las pensiones dependieran de la situación de la economía y de la bolsa de valores. Un artículo en el Wall Street Journal de 2007 explicó los cambios diciendo que, “Suecia ha dado a sus ciudadanos incentivos para ser más productivos y jubilarse más tarde”. Y destacó, “El significado del modelo sueco: la mayoría tendrá que trabajar más duro para conseguir el tipo de pensiones que sus abuelos daban por sentado”.

“Hace que el individuo sea responsable de los gastos de la vejez, en vez de la sociedad”, comentó Sarah Brooks, profesora de ciencias políticas de la Universidad Estatal de Ohio, en el mismo artículo.

Representantes de varios gobiernos han venido para “estudiar” el nuevo sistema. Muchos países de Europa oriental lo han adoptado. Un libro explicándolo ha sido traducido al chino. Los gobiernos de Rusia y Brasil han adoptado algunos elementos del mismo.

En los últimos 10 años la edad promedio de jubilación en Suecia ha aumentado casi tres años. Estando cerca de los 65 años es la más alta de la Unión Europea. De los países imperialistas solo es menos alta que la de Japón, Islandia y Estados Unidos.

Las cifras demuestran que el 40 por ciento de los desempleados en Suecia no reciben compensación, el doble que en 2006. Tienen que vivir con familiares o solicitar seguro social, el cual se determina según los medios del individuo y no es fácil de conseguir. El ser dueño de cualquier cosa que pueda pasar como un “bien”, como un auto viejo o una casa, tanto si se puede vender o no, lo descalifica a uno inmediatamente.  
 
 
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