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Vol. 76/No. 12      26 de marzo de 2012

 
Desempleo: producto
necesario de la crisis
(portada)
 
POR BRIAN WILLIAMS  
La prensa capitalista está aplaudiendo cautelosamente el anuncio por el Departamento del Trabajo estadounidense de un modesto repunte en los niveles de contratación durante los últimos dos meses. Esto ocurre después de tres años de un período de desempleo persistentemente alto: el más prolongado desde la Gran Depresión de los años 30. Aunque no hay manera de predecir cuánto durará, este repunte no se basa en una paliación de la crisis fundamental de producción y comercio que es la causa de la tendencia de altos índices de desocupación.

Los empleadores contrataron 227 mil trabajadores más en febrero, encima de un número semejante en enero. La tasa oficial de desempleo se mantuvo en 8.3 por ciento.

Pero no mejoró la situación para los trabajadores que son los últimos en ser contratados y los primeros en ser despedidos. La tasa oficial de desocupación para los negros aumentó al 14.1 por ciento, casi el doble de la tasa para los caucásicos. El nivel para los latinos subió al 10.7 por ciento. Y para los trabajadores menores de 20 años, es casi un 24 por ciento.

Frente a la deceleración a largo plazo de la producción y el comercio, los grandes dueños del capital a nivel mundial están presionando deprimiendo salarios, atacando los sindicatos y acelerando el ritmo de producción, al competir con sus rivales para extraer más ganancias de los trabajadores. Los capitalistas en Estados Unidos han avanzado más con esta ofensiva que sus competidores en Europa y otras regiones.

El repunte coyuntural de la contratación indica la ventaja competitiva que han logrado los patrones norteamericanos. Están aumentando los nuevos pedidos generados por compañías norteamericanas; en cambio, los pedidos han estado bajando en muchos países de la eurozona, incluida Alemania, la economía más fuerte de Europa.

Según el índice U-6 del Departamento del Trabajo —que incluye a los llamados trabajadores desalentados y a los que están obligados a trabajar a tiempo parcial, excluidos de las cifras oficiales de desempleo— la tasa de desempleo asciende al 14.9 por ciento.

El porcentaje de la población que el gobierno cuenta como parte de la fuerza laboral subió levemente a un 63.9 por ciento en febrero, el segundo porcentaje más bajo en casi 30 años.

Cuando Barack Obama asumió la presidencia en enero de 2009, el índice de participación en la fuerza laboral era un 65.7 por ciento. El descenso desde entonces se traduce en 4.4 millones de personas que ya no se cuentan en las cifras de desempleo.

El desempleo a largo plazo se mantiene a niveles sin precedentes. Como promedio, el desempleo dura más de 40 semanas: el doble del anterior nivel récord a principios de los años 80, según la Oficina de Estadísticas Laborales.

El creciente número de trabajadores sin empleo sirve de un necesario ejército de mano de obra de reserva para los patrones. Ellos lo utilizan para reducir los salarios y los beneficios sociales de toda la clase trabajadora.

Entretanto, el Congreso ha aprobado una ley que reduce el número de semanas en que los trabajadores pueden recibir el seguro federal por desempleo. Actualmente el máximo es de 99 semanas. En septiembre, los estados con índices de desempleo por debajo del 6 por ciento serán reducidos a 40 semanas de beneficios federales, los estados con un índice cercano al promedio nacional a 63 semanas, y los estados con índices por encima del 9 por ciento a 73 semanas. Los recortes iniciales comenzarán en junio.

Empeño en aumentar productividad

Ante el aumento temporal en el empleo, los patrones están preocupados por un posible aumento a corto plazo de los salarios de los trabajadores y una deceleración del crecimiento de la productividad. El año pasado los salarios por hora aumentaron apenas en un 1.8 por ciento, y los “costos unitarios de mano de obra” subieron al ritmo más rápido desde finales de 2008. Aún así, los trabajadores sufrieron una reducción de sus ingresos reales, puesto que la inflación fue 1 punto de porcentaje mayor que los aumentos salariales.

En 2011 la productividad del trabajo subió apenas un 0.4 por ciento. En la industria manufacturera, donde se añadieron 31 mil puestos de trabajo en febrero, la productividad aumentó en un 2.6 por ciento en 2011, en contraste con un aumento del 6 por ciento el año anterior.

Los patrones incrementan la productividad del trabajo —produciendo más mercancías con costos menores— al hacer que trabajemos más duro, más rápido, y bajo condiciones de trabajo más peligrosas.

“Estamos observando un cuadro más completo de los mercados laborales en Estados Unidos: más empleos, productividad más lenta y mayores costos”, afirmó un artículo en MarketWatch. El artículo expresó inquietudes ante la posibilidad de mantener el ímpetu de los patrones en contra de la clase trabajadora y de mantener su ventaja competitiva en el mercado mundial. Sin “avanzar” más en reducciones de los costos de mano de obra, el repunte podría ser efímero.
 
 
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