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Vol. 76/No. 9      5 de marzo de 2012

 
Raíces de la guerra
económica contra Cuba
(portada)
 
POR NAOMI CRAINE  
Hace cincuenta años este mes, el presidente John F. Kennedy impuso un embargo comercial total contra Cuba revolucionaria cuyo propósito era maximizar las dificultades de los trabajadores y agricultores de la isla, que pusieron fin a la dominación imperialista norteamericana de su país, arrebataron el poder político de manos de los explotadores capitalistas e iniciaron la revolución socialista en las Américas. El aniversario ha ganado algo de atención en la prensa capitalista, que nunca ha explicado los verdaderos motivos del bloqueo perpetuo y las raíces de la hostilidad permanente de los gobernantes de Estados Unidos.

El embargo total anunciado por Kennedy el 3 de febrero de 1962, que entró en vigor cuatro días más tarde, era la continuación de la escalada de sanciones económicas aplicadas por su antecesor, Dwight Eisenhower. En cada administración sucesiva de Estados Unidos esta guerra económica ha sido un aspecto clave de los esfuerzos fallidos de Washington para restaurar las relaciones sociales capitalistas en Cuba.

El 1 de enero de 1959, el dictador Fulgencio Batista, quien contaba con el respaldo de Washington, huyó de Cuba tras ser derrotado por una guerra revolucionaria y una insurrección victoriosa. En los meses siguientes, el gobierno que llegó al poder organizó a los trabajadores y a los agricultores para comenzar la transformación de las relaciones sociales competitivas del capitalismo a relaciones sociales que reflejen la solidaridad y los valores morales de la mayoría trabajadora. Las medidas iniciales del gobierno, que fueron implementadas entre el triunfo del 1 de enero y mediados de mayo, incluyeron la reducción de los alquileres, la prohibición de la discriminación racial, la expropiación de grandes propiedades rurales y la distribución de títulos de propiedad a 100 mil campesinos sin tierra.

Las medidas tomadas por los trabajadores cubanos afectaban cada vez más la propiedad y las prerrogativas de los capitalistas de Cuba y de Estados Unidos. Cuba había sido una virtual colonia de Estados Unidos desde el comienzo del siglo. Compañías estadounidenses eran dueñas de todo, desde las plantaciones de azúcar hasta las refinerías de petróleo, los casinos y las compañías de teléfono.

En junio/julio de 1960, las refinerías norteamericanas se rehusaron a procesar el petróleo comprado de la Unión Soviética, así que los trabajadores las tomaron. En respuesta, Eisenhower rompió el acuerdo de comprar azúcar cubano, el principal producto de exportación del país. Entre agosto y octubre los trabajadores se movilizaron por toda la isla para combatir las obstrucciones económicas de los capitalistas, y el gobierno respondió con la nacionalización de prácticamente toda la industria a gran escala de los cubanos y todas las empresas de Estados Unidos. A mediados de octubre todos los bancos, con la excepción de los de propiedad canadiense, fueron nacionalizados y se les prohibió a los propietarios el alquiler de inmuebles urbanos. La mayoría de los cubanos se convirtieron en propietarios de sus hogares, y la renta de los demás se limitó a un 10 por ciento de los ingresos familiares.

Pronto se hizo claro para todos que el nuevo liderazgo proletario que estaba en el poder no podía ser comprado, y que tenía la firme intención de llevar a cabo el programa revolucionario promulgado durante años por Fidel Castro. La hostilidad de Washington creció y se manifestó con una escalada de ataques violentos, el sabotaje y la guerra económica.

En octubre de 1960 Eisenhower prohibió todas las exportaciones de Estados Unidos a Cuba, a excepción de alimentos y medicinas. En abril de 1961 los trabajadores y agricultores cubanos aplastaron la invasión mercenaria de Cuba en Bahía de Cochinos, la cual fue organizada por Estados Unidos, en menos de 72 horas. Diez meses más tarde, Kennedy apretó el embargo.

Un día después de que Kennedy anunció el bloqueo total el 3 de febrero de 1962, un mitin de 1 millón de cubanos aprobó la Segunda Declaración de La Habana, un manifiesto revolucionario presentado por el entonces Primer Ministro Fidel Castro. La agresión de Washington está motivada por el miedo, decía la declaración. “No el miedo a la Revolución Cubana; el miedo a la revolución latinoamericana. …. el miedo a que los pueblos saqueados del continente arrebaten las armas a sus opresores y se declaren, como Cuba, pueblos libres de América”. Declaraba que la lucha anti-imperialista no podía ser dirigida por la burguesía de los países coloniales y semicoloniales, que sólo podía ser llevada a la victoria por la mayoría trabajadora, y declaraba que el deber de todo revolucionario es hacer la revolución —lo cual Cuba demostró era posible.

En los meses siguientes, la administración de Kennedy tomó otras medidas destinadas a limitar o hacer más costoso para otras naciones de Europa y América Latina comerciar con Cuba.

Derrotan invasión de EE.UU.

En octubre de 1962 la administración Kennedy llevó al mundo al borde de un conflicto nuclear, lo que comúnmente se conoce como la Crisis de los Misiles en Cuba. La determinación y preparación del pueblo cubano y su gobierno revolucionario bloquearon los planes de Washington de un bombardeo aéreo a gran escala y una invasión militar con unas 90 mil tropas y abrió el camino para resolver la crisis.

En un discurso transmitido a toda la población el 23 de octubre, durante la movilización de millones de obreros y campesinos para defender una vez más su revolución, Fidel Castro dijo, “Estamos tranquilos al saber que, si nos atacan, se aniquilará al agresor”. A finales de octubre el Pentágono dio a Kennedy una estimación muy conservadora de 18 500 bajas en los primeros 10 días de la invasión planeada, un precio que los imperialistas no estaban en condiciones políticas de pagar.

En julio del año siguiente, Kennedy prohibió a los ciudadanos norteamericanos viajar a Cuba o participar en cualquier transacción con el país.

El bloqueo económico y comercial ha costado a la nación caribeña tanto como 975 mil millones de dólares en los últimas cinco décadas, según estimaciones del gobierno cubano. Washington intensificó el bloqueo comercial en la década de 1990, cuando Cuba enfrentaba una profunda crisis económica provocada por el colapso repentino del comercio bajo condiciones favorables con la Unión Soviética.

La ley cínicamente denominada ley de la Democracia Cubana de 1992 y la Ley de Libertad Cubana y Solidaridad Democrática de 1996 declararon como ilegal que filiales extranjeras de compañías estadounidenses comerciaran con Cuba y cerraron los puertos de Estados Unidos a buques que habían hecho una parada en Cuba en los últimos seis meses.

Uno de los aspectos del embargo está dirigido a la atención médica en Cuba, donde, a pesar de esto, hay una esperanza de vida mayor y una menor tasa de mortalidad infantil que en Estados Unidos, de acuerdo con indicadores del Banco Mundial.

Un estudio publicado por la Asociación Americana por la Salud Mundial en 1997, señaló: “De 1993 a 1996, las empresas cubanas gastaron una suma adicional de $8.7 millones en importaciones médicas procedentes de Asia, Europa y América del Sur”. El mismo informe describe cómo el acceso a productos médicos de Suecia y Alemania fue cortado después de que los proveedores fueron comprados por empresas con sede en Estado Unidos.

En 2006–07, la amenaza de sanciones de Estados Unidos impidió a la compañía japonesa Shimadzu la venta a Cuba de espectrofotómetros infrarrojos que se usan para la inspección de alimentos.

El año pasado el gobierno de Barack Obama congeló por varios meses $4.2 millones asignados a Cuba por un programa de Naciones Unidas destinado a la lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria.

En parte por el carácter extraterritorial del bloqueo, la Asamblea General de la ONU ha aprobado durante 20 años consecutivos por abrumadora mayoría resoluciones que condenan las sanciones estadounidenses contra Cuba. El año pasado, sólo los gobiernos de Estados Unidos e Israel votaron en contra de poner fin al bloqueo.

Algunos opositores del embargo, incluyendo a críticos burgueses, a menudo lo describen como una “política fracasada” promovida por una capa de cubano-americanos. Pero la campaña para derrotar la Revolución Cubana se deriva de los intereses de la clase capitalista de Estados Unidos en su conjunto.

Es por eso que el embargo, con ajustes tácticos, se ha mantenido en su lugar con un amplio apoyo bipartidista.

El gobierno de Obama ha aliviado algunas restricciones a los viajes y remesas a Cuba, parcialmente restaurando medidas que estaban en vigor bajo la administración Clinton. Estas son parte de la política que los gobernantes imperialistas de Estados Unidos llaman “Track II” (segunda vía), cuidadosamente diseñadas para fomentar la oposición interna que ellos esperan minará la revolución, con el propósito de, según dice un comunicado de la Casa Blanca, promover la “independencia de las autoridades cubanas” y “apoyar la actividad económica privada”.  

 
 
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