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Vol. 75/No. 22      6 de junio de 2011

 
‘Plan de paz’ de Casa Blanca vs.
una Palestina laica y democrática
(portada)
 
POR SETH GALINSKY  
Los comentarios del presidente estadounidense Barack Obama que “las fronteras de Israel y Palestina deben estar basadas en las líneas limítrofes de 1967 con cambios acordados mutuamente” como punto de partida para las negociaciones encendió un conflicto público con el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu. A pesar de la atención que dieron a esto los medios de comunicación, la disputa no tiene nada que ver con darle solución a la lucha palestina por derechos nacionales o con los intereses del pueblo trabajador —judío y árabe por igual— en Israel.

Sentado al lado de Obama en el despacho del presidente el 20 de mayo, Netanyahu dijo que Israel “no puede regresar a las líneas de 1967”, o sea, a las fronteras previas a la guerra de los Seis Días de 1967, cuando el ejército israelí ocupó partes de los países vecinos.

Netanyahu también discrepó con Obama por no haber reiterado en su discurso, la posición de rechazar el “derecho a regresar” de los descendientes de árabes palestinos que fueron expulsados de Israel, la cual Washington ha mantenido por mucho tiempo.

El Washington Post calificó la disputa como “La explosión con Israel” y dijo que Obama y Netanyahu están “una vez más pública y perniciosamente en desacuerdo uno con el otro”.

Independientemente de estos intercambios agudos, las reverencias de Obama a los puntos de vista de su base liberal (y a sus propias raíces) entre el personal universitario y otros profesionales de clase media, no representa ningún cambio en las relaciones de dependencia mutua entre Washington e Israel para avanzar sus intereses en Palestina y en la región.

“Israel debe poder defenderse”, enfatizó Obama ante la convención del Comité de Relaciones Públicas entre Israel y Estados Unidos unos días después de que irrumpiera la controversia. “La meta final es dos estados para dos pueblos. Israel como un estado judío y suelo nativo para los judíos, y el estado de Palestina como el suelo nativo para el pueblo palestino”.

Cuando Israel fue creado en 1948, y durante la guerra posterior a su creación, centenares de miles de palestinos fueron expulsados de sus hogares y granjas o fueron forzados a huir. En la guerra de 1967, el ejército israelí ocupó los Altos de Golan de Siria, la península del Sinai y la Franja de Gaza en Egipto, y el Margen Occidental de Jordania. En 1979, después de que Cairo y Tel Aviv firmaran un tratado de paz, el Sinai fue devuelto al control egipcio.

Sin embargo, los sueños de los gobernantes israelíes de un Israel más grande se fueron a pique. Empezando a finales de 1987, la intifada (levantamiento) palestina se extendió por la Margen Occidental y Gaza. Decenas de miles de israelíes, que ya no miraban a Israel como la “tierra prometida”, se fueron del país, a menudo rumbo a Estados Unidos.

Hoy día más de 4 millones de palestinos viven en los territorios ocupados de la Margen Occidental y Gaza, negándoles el derecho a viajar libremente dentro de Israel. Otros 1.6 millones de palestinos, aproximadamente el 20 por ciento de la población de Israel, son ciudadanos israelíes. Ellos enfrentan discriminación en la obtención de viviendas, empleos, tierra, en su idioma, la educación, cuidado médico y otros servicios públicos.  
 
Palestinos combaten discriminación
Los ciudadanos palestinos de Israel rehusan aceptar su status de segunda clase. En los últimos dos años, los palestinos forzaron a la Compañía Ferroviaria de Israel a detener los despidos de 130 trabajadores ferroviarios árabes; granjeros avícolas lograron obtener subsidios para producir 6 millones de huevos al año (subsidios que antes habían sido entregados solamente a granjeros avícolas judíos); y los grupos pro derechos de los palestinos forzaron al gobierno israelí a que permita que los prisioneros políticos palestinos abracen a sus hijos durante las visitas a la prisión.

Como parte de la clase trabajadora en Israel, los palestinos se han unido a judíos y compañeros de trabajo inmigrantes en luchas por mejores salarios, mejores condiciones de trabajo y contra cierres de plantas.

En la Margen Occidental, trabajadores y agricultores palestinos han luchado contra las confiscaciones de tierras, la negación al acceso al agua y la construcción de una pared que los bloquea de grandes partes del territorio. Tanto en la Margen Occidental como en Gaza, se han opuesto a los cierres arbitrarios de las fronteras por el régimen israelí.

En la Margen Occidental la cantidad de ciudadanos israelíes que viven en asentamientos esparcidos por todo el territorio se ha duplicado de 142 mil en 1996 a más de 330 mil en la actualidad, usurpando los derechos de tierras de los palestinos y provocando a la mayoría palestina.

Aquellos en las clases gobernantes en Tel Aviv y Washington que promueven un “intercambio” de los enclaves judíos en la Margen Occidental por áreas predominantemente árabes en Israel tienen la esperanza de mantener una mayoría judía en Israel. También les preocupa que las rebeliones en Egipto, Túnez, Siria y otras partes del Medio Oriente profundicen el aislamiento de Israel y dejen a Washington y a Tel Aviv con menos aliados en la región.

Ante las dificultades políticas para el imperialismo, las direcciones burguesas nacionalistas de los grupos palestinos Hamas y Fatah no ofrecen ninguna vía para movilizar a los palestinos por sus intereses nacionales, o para hacer avanzar la lucha de los trabajadores en los territorios ocupados o dentro de las fronteras de Israel.  
 
Palestina laica y democrática
“Lo que los gobernantes israelíes buscan imponer para consolidar a Israel dentro de fronteras escogidas por ellos no es un “proceso de paz”, señaló Jack Barnes, el secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores en el congreso del partido en junio de 2006. “Es la consolidación de un Israel basado en la expulsión forzosa de la mayoría palestina, junto con el “derecho a regresar” de aquellos de extracción judía”.

“Tel Aviv pretende mantener control de Jerusalén del Este, ciertos grandes asentamientos judíos en la Margen Occidental, así como sitios militares estratégicos a lo largo de la frontera con Jordania”, agregó.

El pueblo palestino necesita forjar una dirección revolucionaria que luche por una Palestina secular y democrática, dijo Barnes. Dentro de Israel, esta incluiría un gran componente judío. Surgirá de las luchas del pueblo trabajador y de los jóvenes “por tierras; derecho al agua; por la libertad de movimiento y de viajar; por empleos, salarios dignos, y protección sindical; por la excarcelación de los prisioneros políticos; por la igualdad de la mujer y contra las operaciones brutales de los policías, tropas y comandos israelíes.

Diciendo que no era posible establecer un calendario, Barnes enfatizó que “Una dirección comunista de trabajadores y agricultores judíos y árabes, entregados a la lucha por una Palestina secular y democrática, y por una revolución socialista, puede y será forjada?a medida que un número creciente de trabajadores comience a comprender de que si no se cumple con esta tarea a tiempo, no quedará mucho de esa parte del mundo”.  
 
 
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