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Vol. 75/No. 13      4 de abril de 2011

 
Opongámonos a los
ataques contra Libia
(editorial, portada)
 

Hay mucho en juego para al pueblo trabajador de todo el mundo en oponerse al ataque militar contra Libia de Washington, Londres, París, y otros poderes imperialistas. Estos bombardeos aéreos se llevan a cabo para defender los intereses de las mismas familias gobernantes de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y otros países que están tratando de romper nuestros sindicatos, imponer planes de austeridad para bajar nuestros niveles de vida, y están cortando los empleos y acelerando el ritmo de trabajo para aumentar sus ganancias.

Los poderes imperialistas son enemigos mortales del pueblo trabajador en Libia, como lo han sido durante más de un siglo. El presidente Barack Obama dice que los ataques aéreos son necesarios por motivos “humanitarios”. Pero este pretexto no es sino una descarada mentira —más fácil de creer debido a la amenaza de Moammar Gaddafi contra los residentes de Benghazi que sus fuerzas no “tendrían merced ni compasión” si llegaran a conquistar esa fortaleza de oposición a su régimen.

Como han hecho desde los Balcanes hasta el Medio Oriente y Asia Central en décadas recientes, los gobiernos imperialistas utilizan su fuerza militar para dominar, y cuando es posible, derrocar, cualquier régimen que ya no sirva sus intereses de clase. Washington y sus socios contemplaron por semanas mientras la fuerzas armadas de Gaddafi y sus mercenarios, golpeaban al pueblo trabajador de Libia que se había levantado contra su dominio dictatorial. Cuando las tropas del régimen estaban a punto de entrar en Benghazi —una vez que se había derramado tanta sangre que esto hacia que una intervención pareciera más justificable a la opinión pública burguesa del mundo— los poderes imperialistas atacaron.

Washington, Londres y Paris se quieren pasar de “salvadores” del pueblo libio, sin embargo, no pueden ocultar lo que realmente desean. Cada uno de los gobiernos capitalistas participantes busca estabilizar la situación en ese país y región rica en petróleo para fortalecer sus intereses estratégicos y seguir cosechando ganancias de la explotación de los trabajadores y agricultores ahí. Los gobernantes imperialistas necesitan un régimen en Libia —o en una parte de este país— que sirva sus intereses.

Las rebeliones a través del norte de áfrica y el Medio Oriente son una respuesta a las condiciones intolerables que enfrenta el pueblo trabajador ante la crisis global del capitalismo. Millones de trabajadores, agricultores, y jóvenes están hartos de la supresión de las libertades democráticas básicas que les dificultan organizar —en la tierra, en las fábricas, y en las calles— para defenderse y formar sus propios sindicatos y organizaciones políticas.

El pueblo trabajador en Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido, Francia y en todo el mundo tiene intereses de clase en común con nuestros hermanos y hermanas en Libia para oponerse a la embestida militar imperialista. Más aún, los soldados movilizados por los adinerados gobernantes en Washington, Londres, y París son en su gran mayoría trabajadores y pequeños agricultores—no los hijos e hijas de aquellos que los ponen en situación de peligro.

El pueblo trabajador de todo el mundo debe exigir: “¡Alto a los ataques aéreos! ¡Manos fuera de Libia!”
 
 
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