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Vol. 75/No. 12      28 de marzo de 2011

 
Desastre capitalista
devasta a Japón
(portada)
 
POR CINDY JAQUITH  
16 de marzo—Al cierre de la edición del Militante, los trabajadores y agricultores de Japón están confrontando un creciente desastre social tras el terremoto de magnitud 9.0, seguido por un tsunami con olas de 30 pies de altura, que golpearon este país el 11 de marzo. Tras estos eventos estallaron en la planta nuclear Fukushima Daiichi explosiones e incendios. Por mucho tiempo, el monopolio energético, la Compañía de Fuerza Eléctrica de Tokio (Tepco), ha descuidado la seguridad en esta planta en un desenfrenado esfuerzo por aumentar sus ganancias.

La policía nacional anunció hoy que desde que se inició el tsunami han muerto 4 164 personas y que se desconoce el paradero de 7 843 más. El saldo real es sin duda mucho más alto. La mayoría son residentes de las aldeas agrícolas y pesqueras de la costa noreste de Japón, muchos de ellos ancianos, que carecían de protección adecuada una vez que golpeó el tsunami. Por lo menos 430 mil personas están en refugios. La agencia Bloomberg News informó que la planta Fukushima es la segunda más vieja del país. Estaba programado retirarla de servicio este año pero el gobierno le concedió diez años más de operación. Las grandes empresas japonesas dependen extensamente de la energía nuclear dada la falta de carbón y petróleo. Cincuenta y cuatro plantas nucleares suministran el 30 por ciento de la energía del país.

En plena crisis nuclear y con la destrucción causada por el terremoto y el tsunami, el banco central de Japón anunció que iba a inyectar el equivalente de 423 mil millones de dólares al sistema bancario para asegurar la estabilidad de las bolsas de valores.

Pero Matsumo Ito, un voluntario de un centro de evacuación en la ciudad de Sendai, dijo a la prensa que los equipos de rescate del gobierno “no nos han traído nada hasta ahora. Y esto es en Sendai, la ciudad más grande de la región”.

Muchos agricultores de arroz, frutas y legumbres han perdido sus cosechas y es posible que enfrenten daños de su tierra a largo plazo. Escasea la gasolina, crítica para viajar en las regiones rurales. El pueblo de Yamamoto, una base para la agricultora de la fresa y la manzana, no tiene una sola gasolinera abierta y hay escases de queroseno para la calefacción.

Miles de trabajadores de fábrica están despedidos. Todas de las doce empresas automotrices japonesas suspendieron la producción el 14 de marzo, así como también las fábricas de piezas de auto y la industria electrónica, la eléctrica, la de petroquímicos y la del acero.  
 
 
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