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Vol. 75/No. 9      7 de marzo de 2011

 
Debaten liderazgo de
Malcolm X en Nebraska
(especial)
 
POR JOE SWANSON
Y MAGGIE TROWE
 
OMAHA, Nebraska—Estudiantes y trabajadores asistieron a reuniones en dos universidades en esta ciudad para participar en una discusión con Steve Clark, editor de Malcolm X, la liberación de los negros, y el camino al poder obrero por Jack Barnes, secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores. El libro fue publicado hace un año por la editorial Pathfinder.

Cuarenta personas asistieron a la reunión en la Universidad de Creighton el 14 de febrero, la cual fue patrocinada por la Oficina de Asuntos Multiculturales, el Departamento de Estudios Negros, el Consejo de Asesoría Multicultural, Iniciativas para la Diversidad, la Educación y la Acción, y el centro de libros Pathfinder en Des Moines, Iowa. Creighton es una universidad jesuita situada cerca de la comunidad negra de Omaha.

Además de los estudiantes y profesores de Creighton, participaron Walter Brooks, líder de la Fundación en Memoria de Malcolm X, un grupo que organiza un centro comunitario y para visitantes en el sitio donde nació Malcolm X en el norte de Omaha; cuatro jóvenes que han estado al frente de luchas para organizar un sindicato, los Trabajadores Industriales del Mundo (IWW), en las tiendas Jimmy John’s y Starbucks en Omaha, y trabajadores de otras ciudades del Medio Oeste.

Ricardo Ariza, director de la Oficina de Asuntos Multiculturales, presidió la reunión.

Clark habló sobre la historia que se relata en el libro, las luchas de los trabajadores y agricultores que son negros y otros trabajadores en los últimos 150 años. “Uno de los propósitos centrales del libro, explica Barnes, es demostrar que Malcolm X fue un líder revolucionario de la clase obrera”, dijo Clark.  
 
‘Un enfrentamiento político’
“Reconociendo que hoy esto es más importante que nunca”, dijo Clark, “dada la crisis capitalista que está devastando a los trabajadores de todo el mundo, incluyendo a millones de personas que son afroamericanos, y con el imperialismo norteamericano impulsando guerras desde Afganistán a Pakistán, y más allá”.

En enero de 1965 Malcolm X le dijo a un entrevistador de la televisión en Canadá que el mundo se encamina hacia “un enfrentamiento político… entre los sistemas económicos que existen en esta tierra”. Luego continuó, “Creo que en última instancia, habrá un enfrentamiento entre los oprimidos y los que oprimen… Pero no creo que se basará en el color de la piel”.

Hoy en día, dijo Clark, “Vemos cómo un enfrentamiento en Túnez se extendió a Egipto, donde las luchas se ampliaron a muchas ciudades y produjeron huelgas. Esto llevó a la caída del presidente egipcio, Hosni Mubarak, pero no del régimen militar que él encabezó por décadas.

“Este es un régimen sangriento”, dijo Clark, “respaldado por Washington, tanto por administraciones demócratas como republicanas, incluyendo la del presidente Barack Obama, el vicepresidente Joseph Biden, y la secretaria de estado, Hillary Clinton.

“El poder sigue en manos de los oficiales de las fuerzas armadas. El ejército, las figuras principales del régimen de Mubarak, la Hermandad Musulmana y varios líderes de la oposición burguesa, todos tienen propuestas de gobierno para mantener las ganancias capitalistas y el dominio político.

“Los trabajadores en Egipto necesitan organizar y fortalecer sus propios comités y consejos en los barrios, las fábricas y aldeas”, dijo Clark. Necesitan tiempo y espacio político para trazar un curso hacia las luchas revolucionarias por el poder.

Malcolm X, la liberación de los negros, y el camino al poder obrero, dijo Clark, “es un libro sobre la dictadura del capital y las consecuencias para miles de millones de trabajadores en todo el mundo de la crisis del dominio capitalista por un puñado de familias propietarias.

"El autor, Jack Barnes, no asevera que el establecimiento de un gobierno de trabajadores y agricultores terminará con el racismo, la condición de segunda clase de la mujer u otras formas de explotación y opresión”, dijo Clark. “El autor hace una más modesta —pero muy importante— aseveración, que sólo un gobierno como ése daría a los trabajadores y los oprimidos el instrumento político esencial que necesitamos para avanzar en las luchas para eliminar estas calamidades de una vez por todas”.

Durante un período de discusión muy animado, Don Muhr, de 32 años, uno de los organizadores del IWW, preguntó a Clark qué pensaba “sobre los sindicatos que apoyan a la construcción de un oleoducto transcontinental desde los campos petroleros en Canadá a la Costa del Golfo, que pasaría por encima de la reserva subterránea de agua de Nebraska conocida como el acuífero Ogallala”.

Clark explicó que los trabajadores y nuestros sindicatos debemos involucrarnos en la cuestión del cuidado de la tierra y la naturaleza como una cuestión social. Esto es parte de la lucha por el control obrero de las condiciones de nuestros lugares de trabajo con el fin de garantizar la salud y la seguridad en el trabajo, la producción de productos seguros para el público y el uso de métodos de producción que no dañen el suelo, las aguas, el aire y el medio ambiente natural cuya transformación por el trabajo es la fuente de toda la riqueza social.

Un participante preguntó que si Clark al dar tanta importancia a las luchas obreras no estaba minimizando el énfasis en considerar cómo la educación podría ser reformada, algo que esta persona veía como una necesidad urgente. “La educación está completamente ligada a las relaciones de clase”, respondió Clark. “Para los gobernantes capitalistas no es necesario que la mayoría de la clase obrera tenga una educación. Necesitan que seamos obedientes, que vayamos a trabajar, que sepamos ‘ponchar’ el reloj y mantengamos la boca cerrada. Y cuando somos demasiado viejos para trabajar, demasiado viejos para que puedan exprimir cualquier tipo de beneficio más de nuestra mano de obra, entonces no les importa lo que nos suceda.

“A un puñado de personas de capas más acomodadas de la clase media y algunos de familias obreras les entregan un diploma, que es una licencia para hacer más dinero, porque, ‘Yo soy inteligente, y tu no’.

“Pero la educación es algo que debería ser un derecho para todo ser humano, desde la infancia y el resto de la vida, algo que los capitalistas en el poder no tienen ningún interés en proveer. Así que si vamos a transformar la educación, primero tenemos que hacer una revolución para reemplazar el sistema capitalista”, dijo Clark.

Clark habló al día siguiente en la Universidad de Nebraska en Omaha (UNO), bajo el patrocinio del Departamento de Estudios Negros allí. Sesenta personas asistieron a la reunión, incluyendo más de 20 que fueron asignados por el profesor de estudios de los negros Terry Jackson-Miller, quien también asistió. Sharif Liwaru, presidente de la Fundación en Memoria de Malcolm X en Omaha, presidió la reunión.

Clark hizo hincapié especial en el ejemplo de Cuba revolucionaria, donde los trabajadores y los agricultores se deshicieron de la dictadura apoyada por Washington y realizaron una revolución socialista al abrirse la década de los sesentas. “Sentaron un ejemplo”, dijo Clark, “de cómo a través de la toma del poder los trabajadores y los agricultores disponen de una herramienta de lucha para acabar con la explotación y la opresión en el país y en todo el mundo".  
 
 
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