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Vol. 75/No. 7      21 de febrero de 2011

 
Crece protesta contra
dictadura en Egipto
Huelgas obreras amplían la lucha
(artículo principal)
 
POR SETH GALINSKY  
Huelgas y manifestaciones de trabajadores de la industria textil y farmacéutica, y de teléfono, canales, ferrocarriles, y petróleo, así como trabajadores públicos y otros se están extendiendo por todo Egipto, poniendo su sello en la lucha para derrocar la dictadura de Hosni Mubarak.

Los intentos del régimen de Mubarak, respaldado por Washington y otros poderes imperialistas, de valerse de los cambios cosméticos que han prometido combinados con amenazas de aumentar la represión para convencer a los manifestantes que cesen sus protestas han producido el efecto opuesto. El pueblo trabajador y otros que están exigiendo que se ponga fin al gobierno dictatorial y que se elimine el estado de emergencia que restringe el derecho a la libre expresión y el derecho de asamblea y organización, se niegan a dar marcha atrás.

El 8 de febrero más de un millón de personas llenaron la Plaza Tahrir en El Cairo en una de las acciones más grandes desde que comenzó el movimiento.

Miles de trabajadores de la Compañía del Canal de Suez comenzaron huelgas de brazos caídos en Suez, Puerto Said, e Ismailia el 8 de febrero. Según el periódico El-Ahram de Egipto están protestando contra los bajos salarios y malas condiciones de trabajo y continuarán protestando “frente a la sede de la administración de la empresa hasta que se cumplan sus reivindicaciones”.

En Mahalla, donde una huelga de 27 mil trabajadores textiles fue atacada por la policía en abril de 2008, más de 1 500 trabajadores de la compañía Abu-El Subaa bloquearon una carretera y están exigiendo salarios retrasados y bonos. Han llevado a cabo varias ocupaciones de la fábrica durante los últimos dos años.

Los ataques violentos perpetrados por agentes de seguridad vestidos de civiles y otros partidarios del régimen no lograron desalojar a los manifestantes de la Plaza Tahrir el 2 y 3 de febrero. Tanques del ejército habían abandonado muchas de las calles que conducen a la plaza, acción que permitió que entraran los matones. Las fuerzas anti-Mubarak se mantuvieron firmes contra los matones contratados, algunos montados en caballos y camellos arremetiendo contra los manifestantes con palos y piedras y a veces abrieron fuego.

El 5 de febrero el ejército introdujo tanques para arrasar los vehículos quemados y derribar otras barricadas levantadas para proteger a los manifestantes en la plaza. Los manifestantes se treparon a los tanques y se acostaron frente a ellos. Las barricadas no pudieron ser derribadas.

Los informes de la prensa han comentado sobre las transformaciones que se están dando mientras el pueblo trabajador cobra confianza en la lucha, y han señalado que musulmanes y cristianos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, se han unido para oponerse al régimen respaldado por Washington.

Mubarak ha intentado dividir a la oposición ofreciendo negociar algunas reformas menores. Varios partidos burgueses que apenas resistieron débilmente a la dictadura en el pasado y la Hermandad Musulmana, que fue reacia a unirse a las protestas, están trabajando con el Movimiento Juvenil 6 de Abril, que llamó las primeras acciones.

Durante las últimas dos semanas Mubarak, con el apoyo de Washington y otros poderes imperialistas, introdujo una serie de medidas que el esperaba acabarían con las protestas. Nombró un nuevo gabinete y prometió que no se iba a nominar para los comicios presidenciales en septiembre; nombró vice presidente al general Omar Suleiman, el jefe de la odiada policía secreta, para organizar una transición; anunció un pequeño incremento salarial para los trabajadores públicos a partir de abril; y empezó a pesentar cargos contra algunos de los más detestados comerciantes corruptos.

Al Jazeera informó el 8 de febrero que 34 presos políticos fueron puestos en libertad. Pero miles más aun permanecen en prisión, algunos desde 1981 cuando el antecesor de Mubarak, Anwar Sadat, fue asesinado.

Se estima que unas 300 personas han sido matadas por el régimen desde que comenzaron las protestas.

“No me importa lo que digan sobre mí” dijo Mubarak el 3 de febrero. “Si hoy dimito, habrá caos”. Mientras decenas de miles entraban a la Plaza Tahrir el 8 de febrero, Suleiman amenazó que el régimen no “toleraría” el movimiento de protesta.  
 
‘Una tormenta perfecta’
Preocupada por el impacto del derrocamiento de la dictadura de Ben Ali en Túnez y el creciente movimiento de protesta en Egipto, la Secretaria de Estado Hillary Clinton se quejó de que “la región está siendo golpeada par una tormenta perfecta de tendencias poderosas”.

Clinton ha dicho abiertamente que el gobierno de Estados Unidos respalda los esfuerzos de Suleiman para terminar con las protestas callejeras.

Pero la “transición ordenada” que Washington y la clase capitalista en Egipto están organizando sigue chocando con la perseverancia del pueblo trabajador ahí.

“Hosni Mubarak es ilegítimo”, “el parlamento es ilegítimo, Omar Suleiman es ilegítimo”, coreaban los manifestantes el 8 de febrero.
 
 
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