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Vol. 75/No. 5      7 de febrero de 2011

 
Túnez: Trabajadores
exigen derechos
‘Que se vayan’ los aliados del exdictador
(artículo principal)
 
POR SETH GALINSKY  
Después de haber forzado la salida del dictador Zine El Abidine Ben Ali, los trabajadores y jóvenes en Túnez han continuado en las calles. Las protestas diarias continúan en Túnez, la capital, exigiendo la renuncia de todos los ministros ligados al partido de Ben Ali. Los manifestantes también están exigiendo empleos, derechos democráticos y justicia para los que fueron matados por el régimen.

Después de que Ben Ali saliera del país, su viejo aliado, el primer ministro Mohamed Ghannouchi, formó un gobierno de “unidad nacional” y prometió que se celebrarían elecciones. Muchos puestos de gobierno todavía están a cargo de miembros o ex miembros del partido de Ben Ali, Reagrupamiento Constitucional Democrático (RCD).

Una “caravana de la liberación” de unas mil personas que se originó en pequeñas ciudades y zonas rurales y estaba compuesta por agricultores y trabajadores agrícolas, llegó a Túnez el 23 de enero coreando, “Abajo con el régimen, abajo con el partido antiguo, abajo con el presidente interino y con el primer ministro”.

La caravana partió el 22 de enero desde Menzel Bouzaiane, en la misma provincia sureña donde se encuentra Sidi Bouzid, donde comenzaron las protestas que derribaron a Ben Ali del poder. Los participantes caminaron 30 millas antes de montarse en autobús, coches, camiones y motocicletas, para hacer el resto del viaje a Túnez, a 200 millas de distancia.

Los trabajadores colectores de basura se han unido a las manifestaciones y los maestros se han ido en huelga, exigiendo la renuncia de los ministros que habían sido parte del RCD. Los trabajadores de la empresa estatal de envíos abandonaron sus puestos para exigir la renuncia del presidente de la compañía, acusándolo de malversación de fondos.

En las librerías se venden abiertamente libros que habían sido prohibidos por el régimen de Ben Ali. Según el El País, un diario en España, a lo largo de la avenida de Habib Burghiba, la calle principal de Túnez, “cualquiera se sube a un banco, al modo del Speaker’s corner londinense, y comienza a soltar un discurso. Suele acabar recibiendo aplausos”.

Bajo presión por parte de las protestas, el gobierno ha excarcelado a centenares de presos políticos, ha levantado prohibiciones en contra de partidos de oposición, y ha prometido convocar elecciones rápidamente, sin fijar la fecha. Pero unas 1 500 personas todavía están en la cárcel, la mayoría bajo cargos amañados de terrorismo. Una multitud compuesta en su mayoría por mujeres, se manifestaron frente al Ministerio de Justicia en Túnez el 24 de enero, para exigir la libertad de sus parientes. “Las leyes contra terrorismo son opresivas e injustas”, dijo Asma Ksouri a Reuters.

La Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT), el único sindicato legal en Túnez bajo Ben Ali, inicialmente se opuso a las manifestaciones que comenzaron en diciembre cuando el vendedor ambulante Mohamed Bouazizi se prendió fuego a si mismo después de que policías le confiscaran sus frutas y verduras y le dieron una bofetada delante de transeúntes. Pero a medida que el movimiento fue creciendo, con protestas contra los altos precios de los alimentos, el desempleo, y la represión del gobierno, el UGTT se unió a las protestas y ahora está apoyando las demandas para sacar a los partidarios del RCD del gobierno.

Muchos de los partidos de “oposición” incluido el Ettajdid, el antiguo Partido Comunista, habían colaborado con Ben Ali desde que él derrocó al anterior gobernante Habib Bourguiba en 1987. Otros partidos de oposición son poco conocidos en Túnez, en gran parte debido a la censura y a la represión que ha existido por décadas.

Muchos informes de prensa dan la impresión que el derrocamiento de Ben Ali fue el resultado de los teléfonos celulares, del Twitter y de los blogs del Internet. Pero Ziad Mhirsi, uno de los bloggers que ayudó a publicar las fotos de las protestas y la represión del gobierno le dijo a Al Jazeera, “No es una revolución del Facebook. Definitivamente no. La gente se tiró a las calles, algunos murieron, y la gente protestó”.  
 
 
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