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Vol. 74/No. 35      20 de septiembre de 2010

 
!No a la discriminación anti-gay!
(editorial)
 
El fallo del juez federal Vaughn Walker contra la Proposición 8 de California, que prohíbe el matrimonio entre dos individuos del mismo sexo, es un golpe contra la discriminación y el trato desigual. Negarle a las parejas homosexuales el derecho al matrimonio es una manera de negarle a millones de personas el acceso a seguros médicos, pensiones, y otros beneficios que se obtiene a través del matrimonio, aunque estos beneficios deberían de ser accesibles a todos, independientemente de su estatus matrimonial.

Ambos lados presentaron argumentos en términos de apoyar las instituciones del matrimonio y la familia como fuerzas de “estabilidad social”. Pero este enfoque no sirve los intereses de los explotados y oprimidos; los trabajadores no tienen interés en preservar la estabilidad del sistema capitalista. Pero sí tenemos un interés en deshacernos de leyes que le permiten al estado meterse en las vidas personales de la gente.

La familia nació con el desarrollo de la sociedad clasista como una institución económica creada para perpetuar sistemas sociales en los que aquellos que son dueños de propiedad explotan la labor de aquellos que no lo son.

La mujeres, que tenían igualdad con los hombres en la sociedad preclasista, se convirtieron en la propiedad privada del hombre y se hicieron económicamente dependientes de ellos. El contrato del matrimonio era un contrato de propiedad.

Hoy el sistema de la familia sigue siendo un pilar del la dominio clasista, que institucionaliza la desigualdad social. En el capitalismo, la familia en la clase obrera es un mecanismo social para la reproducción de seres humanos que pueden crear plusvalía para los propietarios ricos.

Aún con lo vital que es para mantener las relaciones sociales necesarias para el dominio capitalista estable, la familia se está desintegrando. Esto no comenzó con el matrimonio de homosexuales, como dicen los partidarios de la Proposición 8. Aunque la legalización del matrimonio entre individuos del mismo sexo socava el concepto tradicional de la familia, la institución comenzó a desmoronarse con el avance del capitalismo industrial y la entrada de las mujeres en la fuerza de trabajo cómo una capa más explotable.

En la actualidad las mujeres son 47 por ciento de los trabajadores en Estados Unidos. Al alcanzar una mayor independencia económica las mujeres han ganado confianza en si mismas y en su capacidad de abandonar un matrimonio o relación que ya no deseen continuar. La familia “biológica”, el hombre y la mujer que juntos crean un hijo o hijos, y siguen viviendo juntos es cada vez menos la norma. En 2007 más del 39 por ciento de los partos fueron de mujeres solteras.

El capitalismo mismo está destruyendo la familia, al mismo tiempo que los gobernantes intentan —especialmente bajo las actuales condiciones de depresión— hacer que la unidad familiar cargue con el peso de alimentar, vestir y cuidar a los niños, a los ancianos y a los discapacitados, en vez de que estas sean responsabilidades sociales.

Mientras esto continua, ¿qué derecho tiene el gobierno capitalista de decirle a alguien con quién se puede o no se puede casar? ¡No a la discriminación contra los homosexuales! ¡No a la intromisión del gobierno en nuestras vidas privadas!
 
 
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