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Vol. 74/No. 18      10 de mayo de 2010

 
Afganistán: se duplican
las muertes y comandos
(portada)
 
POR DOUG NELSON  
24 de abril—Durante los últimos meses se ha intensificado el ritmo de la guerra de Washington en Afganistán. Se ha duplicado el número de fuerzas especiales norteamericanas, así como también el número de civiles muertos por las tropas dirigidas por Washington.

Un artículo en el Los Angeles Times informó que el Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos ya tiene 5 800 tropas elite entrenando y realizando misiones conjuntas con tropas afganas. Pero el verdadero tamaño del Comando Conjunto de Operaciones Especiales, “es un secreto altamente confidencial”, dijo el Times.

La expansión reciente es parte de un cambio en las fuerzas armadas norteamericanas que empezó con la forma en que se condujeron las guerras en Iraq y Afganistán bajo la administración de George W. Bush, que enfatizó y dependió más de las fuerzas especiales.

Las fuerzas especiales, las cuales operan clandestinamente, son responsables de por lo menos la mitad de todas las misiones efectuadas en Afganistán, reportó el Times. Según informes, en preparación para una mayor ofensiva en el verano en la Provincia Kandahar en el sureste de Afganistán, estas fuerzas elites y agentes de la CIA han estado capturando y asesinando supuestos dirigentes del Taliban en el área.

El general Stanley McChrystal, el comandante norteamericano de más alto rango en Afganistán, ha emitido directivas más estrictas sobre la ejecución de redadas nocturnas, ataques aéreos. Dice que quieren reducir el número de víctimas civiles como parte de los esfuerzos para “ganar los corazones y las mentes” de los afganos.

Sin embargo, el aumento en las operaciones ofensivas ha matado a más civiles. Según sus propias estadísticas, las fuerzas de la OTAN dirigidas por Washington mataron a 72 civiles durante los primeros tres meses de este año. La cifra para el mismo periodo del año pasado fue de 29 civiles muertos.

El 19 de abril, un convoy de la OTAN abrió fuego contra un vehículo que iba rumbo a casa después de un partido de voleibol, matando a cuatro personas, un niño de 12 años, un policía y dos comerciantes. Inicialmente los funcionarios de la OTAN identificaron a los muertos como dos “insurgentes conocidos” y sus “asociados”, basados en “datos biométricos”. Pero unos días después, los funcionarios reconocieron que no era cierto y emitieron una disculpa formal.

En un incidente semejante una semana antes, tropas norteamericanas cerca de la Ciudad de Kandahar desataron una descarga de fuego contra un autobús de pasajeros que se acercaba, matando a cuatro e hiriendo a por los menos 18 personas. Cientos de habitantes se volcaron a las calles en una protesta que duró una hora, quemando llantas y gritando consignas contra los gobiernos norteamericano y afgano.

Un aspecto de la estrategia contrainsurgente de Washington incluye proyectos limitados de desarrollo e incentivos económicos dirigidos a ganar apoyo en áreas claves. Actualmente se está discutiendo un proyecto para gastar 200 millones de dólares en los próximos meses para la adquisición de generadores eléctricos y combustible diesel en la Ciudad de Kandahar.

Los comandantes norteamericanos están promoviendo el proyecto para aumentar temporalmente la producción de energía eléctrica de 16 a 50 megavatios durante un “estrecho periodo de oportunidades” mientras las fuerzas dirigidas por Washington actúan para desplazar a las fuerzas del Taliban en Kandahar, dijo un funcionario militar norteamericano al Washington Post. El plan sería a corto plazo y no aumentaría la capacidad de generación de energía eléctrica de la ciudad a largo plazo. “No es cuestión de desarrollo, es cuestión de contrainsurgencia”, dijo el funcionario.

Karl Eikenberry, embajador norteamericano en Afganistán, ha argumentado que el “costoso y insostenible” proyecto no sería una táctica eficaz.
 
 
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