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Vol. 74/No. 10      15 de marzo de 2010

 
Unir política de clase
y educación científica
 
La peña por los Cinco Cubanos en el Instituto Superior Politécnico “José Antonio Echeverría” incluyó una presentación sobre el legado de José Martí, dirigente central de la lucha independentista de Cuba en el siglo XIX, quien también fue periodista, poeta y escritor de renombre internacional.

En el marco de esa presentación, el profesor de matemática Carlos Cepero habló sobre la apreciación que tenía Martí de la forma y la belleza en la naturaleza, y destacó citas de sus escritos. Para Martí, enfatizó, los más grandes productos de la creatividad humana realzan, y no destruyen, esa forma y belleza natural.

Para ilustrar ese punto, Cepero dio como ejemplo la Torre de Eiffel, diseñada y construida a fines de la década de 1880 —por lo que en esa época eran algunos de los ingenieros con más visión de futuro en Francia— como símbolo de la modernidad de dicho país. La torre fue construida como respuesta explícita a la Basílica del Sagrado Corazón en la colina de Montmartre, uno de los peores adefesios de París.

El Sagrado Corazón, cuya piedra angular fue puesta en 1875, se construyó por decreto de la Asamblea Nacional de Francia “para expiar los crímenes de los comuneros”: un monumento al acto de la reaccionaria burguesía francesa de ahogar en sangre la sublevación revolucionaria que puso en el poder al primer gobierno de trabajadores en la historia, la Comuna de París de 1871.

Qué magnífica unión de la política de lucha de clases con la capacitación y enseñanza científica. Las “artes liberales” de verdad.

—MARY-ALICE WATERS


 
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