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Vol. 74/No. 9      8 de marzo de 2010

 
Proscripción checa peligro a obreros
(editorial)
 
La acción de los tribunales de la República Checa de prohibir un grupo ultraderechista que se autodenomina Partido de los Trabajadores (DS) es peligrosa para el movimiento obrero. El gobierno se está aprovechando del hecho de que el DS es odiado por sus actividades racistas y antiobreras para sentar un precedente que se usará en contra de los trabajadores en el futuro. El ministro del interior Martin Pecina ya dijo que las cortes también deben perseguir a “extremistas” que “promueven el comunismo”.

La prohibición le da la oportunidad al DS de pintarse como víctima, desviando la atención de sus ideas reaccionarias en contra de las nacionalidades oprimidas, los inmigrantes, los judíos y los homosexuales y sus asaltos criminales contra los roma, una nacionalidad oprimida.

La idea de prohibir grupos derechistas la promueven políticos capitalistas en muchas partes de Europa. Como en el resto del continente, la economía checa está profundamente afectada por la depresión capitalista mundial. En este contexto surgen grupos fascistas incipientes como el DS, los cuales buscan apoyo entre las capas de clase media y los trabajadores culpando a los inmigrantes, los judíos y los roma por la crisis, y no al sistema capitalista.

Pero la crisis capitalista también inevitablemente provoca intentos de los trabajadores para defenderse. El gobierno checo se está preparando para eso hoy al buscar formas de contrarrestar el movimiento obrero que empieza a organizar resistencia.

Lo que hace falta para derrotar a grupos racistas y antiobreros como el DS y sus homólogos alrededor del mundo es que el movimiento obrero ofrezca una estrategia de contramovilización. Como escribió León Trotsky, uno de los dirigentes de la Revolución Rusa, en 1939: “Bajo las condiciones del régimen burgués, toda supresión de las libertades y los derechos políticos, sin importar contra quién se dirija al comienzo, inevitablemente terminará perjudicando a la clase trabajadora, especialmente sus miembros mas avanzados. Esa es la ley de la historia. Los trabajadores deben aprender a distinguir entre sus amigos y enemigos por sus propias conclusiones y no por sugerencias de la policía”.
 
 
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