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Vol. 74/No. 9      8 de marzo de 2010

 
‘Buscábamos, estudiábamos
las ideas bolcheviques’
 
POR MARTÍN KOPPEL
Y EMMA PARKER
 
LA HABANA—“Este libro de Lenin es un libro que hay que leer hoy. Es imprescindible”, dijo Fernando Rojas, viceministro de cultura de Cuba.

Rojas se dirigía al público, que colmaba la sala, en el lanzamiento de la nueva edición de la editorial Pathfinder de La última lucha de Lenin, publicada también en inglés. Fue una de las presentaciones de libros que se celebraron aquí el 12 de febrero, primer día completo de la Feria Internacional del Libro de La Habana, el festival cultural más grande de Cuba, el cual atrae a centenares de miles de visitantes de esta ciudad y también de otras partes de la isla.

El panel de oradores también contó con la participación de Fernando Martínez Heredia, Premio Nacional de Ciencias Sociales de Cuba en 2006 y hoy director del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello; Gladys Gutiérrez, presidenta nacional de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU); y Diosmedes Otero, quien hace unos 15 años organizó un equipo de voluntarios en la Universidad de Matanzas para revisar y corregir las traducciones existentes al español de los escritos y discursos de Vladímir Lenin que se recogen en La última lucha de Lenin.

El libro documenta la batalla política que Lenin dirigió en el seno de la dirección del Partido Comunista de la Unión Soviética en 1922-23 para mantener la trayectoria proletaria que había llevado a los trabajadores y campesinos al poder estatal en Rusia en octubre de 1917.

Mary-Alice Waters, presidenta de Pathfinder, moderó el evento. Ella dijo al público de casi 70 personas que antes de que Pathfinder publicara la primera edición de La última lucha de Lenin —en inglés en 1995 y en español en 1997— estos materiales nunca se habían recogido en un solo libro en ningún idioma.

Pathfinder ha publicado esta nueva edición, dijo, no como constancia histórica, sino “porque se necesita ahora. Porque lo necesitan aquellos, en todas partes del mundo, que están decididos a poner fin a las relaciones sociales explotadoras, opresivas y más y más destructivas del capitalismo”. (Ver el texto de las palabras de Waters en la página 13).

Fue por eso que Pathfinder les pidió a Jack Barnes y Steve Clark que prepararan una nueva introducción política para la edición de 2010 de La última lucha de Lenin.

Rojas, el primer panelista en hablar, expresó su agradecimiento por la labor de Pathfinder en la producción de libros como La última lucha de Lenin. Sus palabras se concentraron en la lucha de clases que se desarrolló en Rusia Soviética en los años 20 y las cuestiones políticas que fueron fundamentales en la trayectoria revolucionaria por la cual Lenin continuó luchando en los últimos meses de su vida activa.

Observó que durante décadas muchos de los escritos de Lenin que aparecen en este libro habían sido suprimidos, y en algunos casos el gobierno soviético hasta negó su existencia, y que “muchas veces lo que se dijo sobre este período no era lo que realmente había sucedido” en la Unión Soviética.

En los años anteriores a la revolución de 1917, dijo Rojas, Lenin dirigió al Partido Bolchevique por el camino que presuponía que aun en Rusia zarista, uno de los países más atrasados de Europa, “era posible y se debía tomar el poder”, aun si no se había producido —según insistía la mayoría de la dirección de la Internacional Socialista— un tránsito prolongado de desarrollo capitalista”.

Este curso estaba ligado a la perspectiva de una revolución socialista en otros países, explicó Lenin. Y quedó demostrado por la inspiración a emular a los bolcheviques que se produjo en todo el mundo tras la victoria revolucionaria de octubre de 1917.  
 
Cuestiones políticas en juego
Rojas delineó varias cuestiones políticas en torno a las cuales Lenin libró la lucha durante el período que abarca el libro, época en la que los trabajadores y campesinos de lo que estaba llegando a ser la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas habían salido victoriosos en la sangrienta guerra civil rusa de tres años, derrotando la alianza de ejércitos contrarrevolucionarios de las clases capitalistas y terratenientes derrocadas y fuerzas imperialistas invasoras, pero también una época en la que las luchas revolucionarias en Europa no habían triunfado.

Estas cuestiones, dijo Rojas, incluyen los esfuerzos de Lenin por impulsar “la democratización del estado: la lucha contra la burocratización, según la llamó León Trotsky en 1924”. Señaló la propuesta de Lenin a principios de 1923 de reorganizar la Inspección Obrera y Campesina, un organismo estatal “creado para enfrentar la burocracia y elevar el control popular que, dirigida por Stalin [desde su origen en 1920], se había burocratizado”. Destacó que Lenin llamó a integrar a más trabajadores y campesinos de filas a este organismo.

Entre los otros frentes de la última batalla de Lenin, dijo Rojas, estaban su oposición a los intentos de ciertos dirigentes bolcheviques de debilitar el monopolio del comercio exterior del gobierno soviético, y su insistencia en que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas debía establecerse como unión voluntaria. Respecto al último tema, explicó, Lenin criticó la propuesta inicial de Stalin “del llamado plan de autonomización, en el cual la república rusa absorbería a otras repúblicas” que habían sufrido la opresión nacional bajo el imperio zarista, propuesta caracterizada por el chovinismo gran ruso.

Agregó que “este chovinismo condujo incluso a la aplicación de la violencia física contra militantes comunistas”, refiriéndose a un incidente en que un miembro del Comité Central bolchevique, Gregorio Ordzhonikidze, había golpeado a un comunista de Georgia durante una disputa sobre los derechos nacionales.

Rojas señaló que un aspecto importante de la lucha de Lenin se dio en torno a los esfuerzas para aumentar el acceso del pueblo trabajador a la cultura y la educación. Para mantener el poder estatal, señaló, con la Unión Soviética rodeada de potencias capitalistas con una productividad del trabajo mucho más elevada, los trabajadores y agricultores “necesitaban una auténtica revolución cultural”.

Dijo que, como parte de la integración más profundas del pueblo trabajador en la administración de la sociedad, Lenin insistió en alentar la organización de los campesinos “mediante la cooperación, mediante la persuasión del campesino” de que se sumaran a cooperativas apoyadas por el estado como paso de avance hacia una trayectoria socialista. Este enfoque contrastaba con “lo que ya sabemos que pasó después en la Unión Soviética”, dijo, aludiendo a la colectivización forzosa de la agricultura por el régimen burocratizado que comenzó en escala masiva en 1929.  
 
Lenin como verdadera persona
Gladys Gutiérrez observó que los cubanos de su generación —ella nació en 1985— nunca conocieron un mundo en el cual siquiera existía la Unión Soviética. Y para muchos, Lenin es “una figura fría, distante” reducida a “bustos, consignas, quizás el nombre de una cooperativa”, pero no un dirigente política cuyas ideas merecen ser estudiadas.

La lectura de La última lucha de Lenin le permitió conocer a Lenin como una verdadera persona, dijo, como un revolucionario “nada esquemático” en sus ideas.

Gutiérrez agregó que “la Revolución Cubana ha sido el único referente que tengo de una revolución socialista”, y que en las escuelas cubanas los jóvenes no adquieren una comprensión a fondo de lo que sucedió en la Unión Soviética en los primeros años. Sin embargo, el estudio de esta historia “genera preguntas que nos llevan a un mejor conocimiento de la Revolución Rusa y de nuestra revolución”.

La dirigente estudiantil comentó que la introducción a La última lucha de Lenin le hizo pensar en el discurso del líder cubano Fidel Castro en noviembre de 2005 “sobre la lucha contra el burocratismo y los esquematismos”, y su afirmación de que uno de los mayores errores cometidos por los revolucionarios cubanos “fue creer que alguien sabía cómo se construía el socialismo”, lo cual solo podía ser aprendido por el pueblo cubano con su propia lucha revolucionaria.

Dijo que la Revolución Cubana se destaca por su internacionalismo, en contraste con “el chovinismo gran ruso” que Lenin combatió en la Unión Soviética durante el período que abarca el libro. El apoyo que Cuba da a “las luchas de liberación nacional en otros países es algo que nos ayuda a todos”.

Todas estas cuestiones dijo, hacen que “no solo los dirigentes juveniles sino todos los jóvenes cubanos debieran de leer y estudiar este libro”.  
 
Para garantizar traducción fiel
Diosmedes Otero habló en nombre de los cuatro voluntarios que a mediados de los años 90, como profesores jóvenes de la Universidad de Matanzas, colaboraron para revisar las traducciones corrientes de los materiales que se preparaban para la primera edición de La última lucha de Lenin. En el público estaba otro miembro del equipo, Idalmis Izquierdo, quien también llegó de Matanzas, una ciudad 60 millas al este de La Habana, para participar en la presentación del libro. Los cuatro, quienes habían estudiado durante muchos años en la Unión Soviética, se habían ofrecido con gusto como voluntarios para aplicar su conocimiento del ruso a la producción de este libro.

Otero dijo que les daba mucha “satisfacción haber ayudado a crear un instrumento que es útil” a muchas personas. Describió cómo abordaron la revisión cuidadosa de la traducción. Cada uno repasaba un artículo, hacía los cambios necesarios y después los cuatro discutían colectivamente los problemas difíciles de traducción, repasando varias veces el trabajo hasta que estuvieran satisfechos de haber logrado la traducción más exacta, “no en sentido literal, sino también en el espíritu” de lo que Lenin había dicho.

Aunque en general las traducciones en la quinta edición en español de las Obras completas de Lenin de la editorial Progreso en Moscú eran aceptables, dijo Otero, el grupo de voluntarios hizo numerosas correcciones que aclararon el significado.

Ofreció varios ejemplos de uno de los artículos que él había revisado, la carta de Lenin en diciembre de 1922 al 12 congreso del partido, programado para marzo de 1923. En su evaluación de otros dirigentes centrales bolcheviques, Lenin dijo que José Stalin, recientemente elegido secretario general del Comité Central del Partido Bolchevique, había concentrado “un poder ilimitado” en sus manos. En las Obras completas esta frase se había traducido, con menos precisión, como “un poder inmenso”.

Lenin había escrito un artículo importante en enero de 1923 titulado “Sobre la cooperación”, señaló Otero. Pero la traducción corriente de las Obras completas lo llamaba “Sobre las cooperativas”. Eso era inexacto, dijo. “Limitaba el alcance del tema que Lenin estaba tratando”. La traducción corregida ayudaba mucho al lector a entender la trayectoria por la cual luchaba Lenin.  
 
Lenin en ‘Pensamiento Crítico’
Fernando Martínez Heredia habló sobre la sed de marxismo en los primeros años de la Revolución Cubana, cuando él tenía veintitantos años. Muchos revolucionarios como él estaban inspirados por las experiencias de la Revolución Rusa. “Buscamos y estudiamos las ideas y las discusiones de los bolcheviques. Lenin, el más grande de los revolucionarios comunistas, nos parecía muy nuestro”, dijo. “Sentimos la necesidad de apoderarnos de Marx y del marxismo, pero tuvimos que rechazar la ideología soviética, mal llamada marxismo-leninismo”. Señaló el ejemplo sentado por Ernesto Che Guevara.

Martínez Heredia observó que a fines de los años 60 él formó parte de un grupo de jóvenes revolucionarios cubanos que impartían clases en el departamento de filosofía de la Universidad de La Habana y que habían lanzado la revista Pensamiento Crítico, que se publicó entre 1967 y 1971. En esos años Martínez fue jefe del departamento de filosofía y director de la nueva revista.

En el departamento de filosofía, dijo, “estudiamos y discutimos a Lenin, quien tuvo siempre un lugar muy importante en nuestra asignatura sobre la historia del pensamiento marxista, que cursaron muchos miles de alumnos en las tres universidades cubanas de entonces. La elaboramos después de criticar y abandonar la filosofía que venía de la URSS”.

El departamento, dijo, organizó “un riguroso seminario sobre el pensamiento de Lenin, puesto en relación con las revoluciones rusas de 1905 y 1917. Utilizamos también la bibliografía más amplia y diversa posible de los bolcheviques y otros revolucionarios de la época —como Rosa Luxemburgo y Trotsky, por ejemplo— y también los textos de estudiosos serios que sostenían posiciones muy diferentes”.

Pensamiento Crítico publicó artículos de Lenin y sobre Lenin en muchos números. La edición de noviembre de 1967, dedicada al 50 aniversario de la Revolución Rusa, contenía una selección de escritos de Lenin; un relato de un protagonista de la insurrección de octubre de 1917; un análisis de los debates de los bolcheviques sobre el Tratado de Brest-Litovsk de marzo de 1918, el cual retiró a Rusia de la Primera Guerra Mundial; y una cronología de los sucesos en Rusia de febrero a noviembre de 1917, como guía para los lectores.

Para conmemorar el centenario del natalicio de Lenin, dijo Martínez, en marzo de 1970 Pensamiento Crítico publicó un número especial de más de 300 páginas, con muchos de los mismos discursos y escritos que hoy aparecen en La última lucha de Lenin.

Relató como completaron esa edición en medio de la zafra azucarera de 1970 —una enorme movilización nacional que al final no logró su meta de producir 10 millones de toneladas de azúcar— cuando la mayoría de los miembros del consejo editorial estaban en Cuba oriental trabajando en brigadas de voluntarios de cortadores de caña. Martínez relató que le pidió al miembro del consejo editorial de Pensamiento Crítico que habían dejado en la Habana para completar la revista que le leyera el borrador final del editorial por teléfono para poder aprobarlo a tiempo y cumplir con el plazo de entrega de la imprenta. “Lo aprobé y le dije, ‘¡Tiene que salir Lenin, tiene que salir!’” Se imprimieron 15 mil ejemplares de la edición especial.

En los años siguientes, decayó el estudio en Cuba de la trayectoria revolucionaria de Lenin, dijo Martínez, señalando que se habían visto obligados a cesar la publicación de Pensamiento Crítico en 1971. “Pero la Revolución Cubana supo enfrentar con éxito sus propios problemas, y en el proceso en el que lo logró, también regresó Lenin”.

Hoy día, concluyó, “Lenin puede seguir sirviéndonos y ayudar cada vez más en la imprescindible defensa y profundización del socialismo”.

Al final de las presentaciones, se vendieron unos 40 ejemplares de La última lucha de Lenin, y otras decenas más ya se han vendido en la feria o han sido donadas a numerosas instituciones cubanas, haciendo de este libro uno de los títulos más cotizados de Pathfinder.

En una entrevista con el Militante después de la presentación, Idalmis Izquierdo relató que su experiencia de ayudar con la traducción de La última lucha de Lenin le ha resultado esencial en su trabajo actual. En el marco de sus responsabilidades en una escuela de idiomas en Matanzas, ella da clases en una cárcel de mínima seguridad a presos de todas las edades que están completando sus estudios preuniversitarios.

“En la clase de historia contemporánea, cuando estudiamos el derrumbe de la Unión Soviética y del campo socialista, inevitablemente tenemos que volver a Lenin”, dijo Izquierdo. “Yo utilizo los materiales en La última lucha de Lenin para ayudarles a los estudiantes a comprender lo que sucedió”.

En los próximos días la nueva edición de La última lucha de Lenin se presentará junto con representantes de la FEU en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría en La Habana. También se presentará junto con la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana en el local organizado por los Combatientes en Matanzas, como parte de la feria nacional del libro que recorre las provincias.
 
 
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