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Vol. 74/No. 7      22 de febrero de 2010

 
Malcolm X fue atraído
por la Revolución Cubana
(especial)
 
A continuación publicamos la quinta parte de una serie de extractos que el Militante está publicando del último libro de Pathfinder, Malcolm X, la liberación de los negros y el camino al poder obrero, por Jack Barnes, secretario nacional del Partido Socialista de los Trabajadores. Instamos a nuestros lectores a que compren, lean y discutan el libro. El extracto es del capítulo “Malcolm X: dirigente revolucionario de la clase obrera”.

Algunos de nosotros sabemos de la acogida que Malcolm dio al primer ministro cubano Fidel Castro cuando Fidel llegó a Nueva York en septiembre de 1960 para hablar por primera vez ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Cuando numerosos hoteles en el centro de Manhattan que a menudo utilizan las delegaciones de la ONU rehusaron hospedar a la delegación cubana o pretendieron imponerle un humillante y oneroso “depósito contra daños y perjuicios”, Castro y sus compañeros se trasladaron a Harlem y se registraron en el Hotel Theresa.

Malcolm X había ayudado a facilitar el traslado y había organizado una guardia de defensa para la delegación en el Theresa. Miles de residentes de Harlem y partidarios de Cuba revolucionaria de todas partes de Nueva York se congregaron durante días frente al hotel para celebrar este acto de solidaridad de un jefe de estado visitante. “El primer ministro Castro se ha pronunciado contra los linchamientos, que es más que lo que ha hecho el presidente [norteamericano] Eisenhower”, dijo Malcolm a la prensa neoyorquina tras reunirse con el dirigente cubano en su habitación. “Castro también ha adoptado una posición más abierta a favor de los derechos civiles de los cubanos negros”.

La bienvenida que Malcolm dio a la delegación cubana en 1960 fue genuina, pero en ese entonces todavía era un pastor prominente de la Nación del Islam y no habría hecho este gesto tan público sin que estuviera de acuerdo Elijah Muhammad…

“La Revolución Cubana: esa sí es una revolución”, dijo a un público predominantemente africano-americano en noviembre de 1963, el mes en que luego fue silenciado por Elijah Muhammad. “Derrocaron el sistema. Hay revolución en Asia, hay revolución en áfrica, y el blanco está chillando porque ve una revolución en América Latina. ¿Cómo creen que va a reaccionar ante ustedes cuando aprendan lo que es una verdadera revolución?”

La atracción que Malcolm sentía por Cuba revolucionaria siguió creciendo tras su ruptura con la Nación. En sus discursos y entrevistas, a menudo señalaba a la Revolución Cubana, junto con las de China y Argelia, como ejemplos de lo que había que hacer en Estados Unidos.

En diciembre de 1964, cuando el dirigente cubano Ernesto Che Guevara arribó a Nueva York para hablar en la ONU, Malcolm lo invitó a ir al Salón Audubon para dirigirse a una reunión de la OAAU. Al principio Che aceptó la invitación, pero concluyó más tarde, como escribiera en un mensaje que Malcolm leyó a los asistentes, que las condiciones de seguridad “no son buenas para [mi participación en] esta reunión”. Y Che añadió: “Reciban los cálidos saludos del pueblo cubano y, en especial, los de Fidel, que recuerda con entusiasmo su visita a Harlem hace unos pocos años. Unidos venceremos”.

“Me encanta un revolucionario”, dijo Malcolm al público en el Audubon esa noche, al prepararse a leer la nota de Che…

Che había hablado ante Naciones Unidas dos días antes. En ese discurso había defendido una de las luchas antiimperialistas que para Malcolm tenían mucha importancia: la lucha de liberación en el Congo. En junio de 1960, tras casi un siglo de dominio belga, que había sido increíblemente sangriento y explotador, el pueblo congoleño había conquistado su independencia y establecido un gobierno encabezado por el primer ministro Patricio Lumumba, principal dirigente de la lucha libertaria. Washington y Bruselas inmediatamente se organizaron para destruir al gobierno de Lumumba y remplazarlo con un régimen del cual se sintieran seguros que protegería las vastas posesiones imperialistas de cobre y otros minerales. Usando la ONU de pantalla, maquinaron un golpe de estado contra Lumumba en septiembre de 1960 y su brutal asesinato en enero de 1961. En los años posteriores, los gobiernos de Estados Unidos y Bélgica apoyaron al nuevo régimen congoleño a combatir las fuerzas rebeldes antiimperialistas organizadas por partidarios de Lumumba…

Esos ataques asesinos alcanzaron un punto culminante en noviembre de 1964, justo antes del discurso de Che ante la ONU… “Todos los hombres libres del mundo deben aprestarse a vengar el crimen del Congo”, dijo.

Che y toda la dirección cubana tenían la intención de actuar a partir de ese llamamiento. No era un bluff (farol); ellos jamás hacen faroles…

De hecho, entre abril y diciembre de 1965 Che estuvo en el Congo, encabezando una columna de voluntarios internacionalistas cubanos que ayudaron a armar e instruir a las fuerzas lumumbistas…

Dado lo que Malcolm había llegado a conocer y admirar políticamente acerca de Fidel Castro, Che Guevara y la Revolución Cubana, nada de esto lo habría sorprendido si hubiera alcanzado a vivir para verlo. Malcolm tampoco se habría sorprendido de que, una década más tarde, Cuba —en respuesta a una solicitud del nuevo gobierno independiente de Angola— enviaría a unos 36 mil voluntarios internacionalistas para ayudar a los angolanos a repeler una invasión lanzada por el régimen sudafricano del apartheid.
 
 
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