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Vol. 74/No. 5      8 de febrero de 2010

 
Imperialistas persiguen
dividir a los talibanes
(portada)
 
POR DOUG NELSON  
Washington está preparando un programa de incentivos económicos y políticos para promover deserciones entre las filas de los talibanes en Afganistán y eventualmente forzar a sus líderes a negociar. Este paso se está convirtiendo en una parte importante de la estrategia bélica de Washington, que también incluye la llegada de 30 mil soldados con el fin de tomar control de una franja mayor del sur y el este de Afganistán.

Al mismo tiempo, el santuario que los talibanes disfrutan en Pakistán, donde Washington ha intensificado recientemente su campaña de ataques con aviones teledirigidos a un ritmo sin precedentes, sigue siendo un gran obstáculo para los esfuerzos bélicos imperialistas.

Se espera que el presidente afgano Hamid Karzai presente un plan para iniciar un proceso de “reconciliación” con los talibanes en una conferencia internacional sobre Afganistán en Londres el 28 de enero.

Este curso supone un grado de integración de los talibanes en el gobierno afgano en algún momento.

El paquete de incentivos está dirigido inicialmente a combatientes talibanes y comandantes de bajo rango, dijo el secretario de defensa de Estados Unidos Robert Gates, en una conferencia de prensa el 22 de enero en Pakistán.

Al mismo tiempo, los combates se han intensificado en el último año, con un crecimiento en las bajas en ambos lados y la muerte de 2 412 civiles, un récord en la guerra.

El general David Petraeus, jefe del Comando Central de Estados Unidos, predijo un año más sangriento para el 2010 en una entrevista con el Times de Londres el 25 de enero.

Fuera del campo de batalla, ambas partes compiten para ganar los “corazones y las mentes” de la población afgana. El general Stanley McChrystal, comandante de las fuerzas norteamericanas y de la OTAN en Afganistán dijo recientemente que tiene planes de dar ordenes de reducir las frecuentes redadas nocturnas en las aldeas afganas, que han provocado protestas por las muertes de civiles y otros atropellos. Alrededor de 500 manifestantes corearon consignas contra los gobiernos de Estados Unidos y Afganistán el 21 de enero, tras una redada nocturna que mató según ellos a cuatro civiles, incluyendo a un niño de 13 años.

Por su parte, el Mullah Mohammad Omar, líder central de los talibanes afganos y ex dirigente del gobierno afgano, emitió un nuevo código de conducta en la primavera pasada, según el New York Times. La directiva prohíbe los atentados suicidas dirigidos contra civiles, la quema de escuelas y la desfiguración. En esta se esbozan las normas para el tratamiento de prisioneros y las ejecuciones y se insta a los talibanes a vivir en armonía con las poblaciones locales.

Mientras tanto, Washington ha descargado en Pakistán una serie de bombardeos aéreos con aviones teledirigidos sin precedentes, 11 en un plazo de 20 días, tras un ataque suicida contra una base de la CIA en Khost, Afganistán, el 30 de diciembre que mató a siete agentes estadounidenses.

El hecho de que el gobierno paquistaní no ha mostrado ninguna inclinación a oponerse a las principales facciones talibanes que enfrentan a las fuerzas lideradas por Washington en Afganistán ha complicado su esfuerzo bélico.  
 
 
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